La PS4 se muere y no tengo ni idea de lo que esperar con la PS5

Resulta que a la PS4 le quedan dos telediarios. Eso es al menos lo que parecen revelar las declaraciones del súper-sheriff de Sony Interactive Entertainment, que luego aclaraba que usarán los próximos tres años para "preparar el próximo paso".

Ale, ya está. No os compréis una PS4. Total, no es la mejor consola. ¿Pa'qué, además, si en tres años se os va a quedar vieja, no?

Pues no. Las declaraciones son curiosas por varios motivos, pero sobre todo por el hecho de que decir algo así precisamente podría provocar una desaceleración de ventas. Dudo que lo haga —la PS4 tiene demasiado tirón—, pero es que además ocurre que lo que esté por venir no parece que vaya a ser infinitamente mejor que lo que hay hoy en día. Aún así antes de seguir, pregunta:

¿Es tan sorprendente ese anuncio?

Pues tampoco. La PS1 apareció en septiembre del 95 en Europa, la PS2 en noviembre del 2000, la PS3 en marzo del 2007 y la PS4 en noviembre de 2013. Así pues, el ciclo de vida de estas consolas ha sido de un mínimo de 5 años y un máximo de 7. ¿Qué significa eso? Pues que lo que ha dicho el mandamás de Sony es una perogrullada: era de esperar que la PS4 acabase su ciclo de vida en 2020 si uno hacía caso de las anteriores renovaciones.

Lo que sí que es mucho más interesante que esas declaraciones es lo que vendrá después. Los cambios intergeneracionales en todas las consolas han sido dramáticos y radicales. Cambios de arquitectura y pérdida de compatibilidad hacia atrás han sido la seña de identidad de esas transiciones, aunque en los últimos tiempos hemos visto cómo Microsoft por ejemplo nos bendice con la vuelta de muchos títulos de la Xbox original y de la Xbox 360.

Precisamente eso es lo que uno puede esperar de las futuras consolas de Sony y Microsoft: que mantengan la compatibilidad hacia atrás. Es muy poco probable —aunque no imposible— que de buenas a primeras alguna de las dos se complique la vida desarrollando un procesador propio o utilizando algún procesador sorpresa (¿ARM? Mira que lo dudo), y creo que los tiros irán por otro lado. Que sí, que seguro que cosas como el juego en 4K a 60 fps y quizás la realidad virtual serán protagonistas, pero lo que sí espero (además de la retrocompatibilidad con títulos de las actuales PS4 y Xbox One) es otra cosa:

El adiós a las unidades ópticas. El adiós a los juegos físicos.

Esa, creo, será la gran revolución de esas consolas. Una que desde luego se planteó con la Xbox One cuando se lanzó pero que provocó tantas críticas que Microsoft tuvo que echarse atrás. La cosa será distinta en 2020, creo yo, y mucha gente seguramente acabará renunciando a esas copias físicas para disfrutar de las descargas de videojuegos que ya ha quedado patente que funcionan de maravilla en las consolas actuales.

De hecho a esa ausencia de juegos físicos también es probable que le acompañe ese impulso de las suscripciones a plataformas como Xbox Game Pass o EA Access. Diría que es ahí donde está la verdadera revolución, y no en unas especificaciones hardware que cada vez importan menos.

Y si no que se lo digan a la Nintendo Switch.