La oscura y malvada Google vuelve a mostrar sus garras

Google es diabólica. Hace mucho que traicionaron aquel mantra original del 'Don't be evil', y aunque lo he repetido en otras ocasiones, hoy me entero de la última perversión de una empresa con la que cada vez me siento menos conectado.

Hace unos cuantos años la cosa era distinta, claro. Google era esa empresa en la que todos querríamos estar y que todos veíamos con buenos ojos. Y entonces creció y se pudrió, como siempre, por el vil metal.

Esa ambición ha ido contaminando todo lo que hace Google, una empresa de la que sigo usando muchos servicios y de la que iré utilizando cada vez menos a este paso. Sobre todo después de leer esta carta abierta de Jon von Tetzchner, CEO de Opera, que cuenta cómo su relación con Google ha cambiado radicalmente. De ser los primeros en integrar su motor de búsquedas pasaron a ser repudiados por Google AdWords. La empresa decidió suspender las campañas sin que aparentemente hubiera motivos razonables. El motivo real, apunta von Tetzchner, fue la aparición de este artículo en Wired en el que el fundador de Opera criticaba las políticas de Google y Facebook respecto a la privacidad. Así que como regalo, fuera de AdWords.

No es la primera ni será la última vez que veamos cómo Google suspende cuentas y servicios a usuarios y empresas de forma unilateral. Me gustaría conocer los argumentos de Google para poder defender su postura, pero no puedo evitar pensar que Google se está comportando como lo hacía Microsoft hace años: aprovechando su posición de privilegio para hacer y deshacer a su antojo.

¿Cómo combatir con esto? Lógicamente, dejando de usar sus servicios. El problema es que sus servicios funcionan demasiado bien, y, lo más importante, lo hacen gratis. Lo de las cursivas, claro, es porque en realidad de gratis nada.

La cosa está difícil. No tanto para los que sabemos un poco cómo buscarnos las castañas —y aún así será imposible renunciar a todo lo que ofrece Google—, sino para los miles de millones de personas que no lo saben o, simplemente, no les importa. La única opción, supongo, es que se repita la historia. Que igual que Google acabó comiéndose (más o menos) a Microsoft, aparezca alguien que se coma a Google. ¿Cómo? Haciendo las cosas mejor. Eso es fácil de decir, pero muy, muy difícil de hacer, sobre todo porque la política actual de los gigantes de internet es clara: si ven una amenaza al futuro de alguno de sus negocios, sacan chequera y ale, nueva y fantástica adquisición de alguna pequeña startup que probablemente sólo quería que Google la comprara. Sobre esto, por cierto, toca post pronto.

Qué vida más perra.

PD: Escribo esto desde Firefox 57 Nightly. Te j****, Google (de momento).