La nostalgia empieza a apestar

Sony, Nintendo, de verdad, dejadlo ya. Estáis estropeándome la memoria. Estáis contaminando mis recuerdos. Y lo estáis haciendo además con el peor enfoque posible para productos que podrían ser maravillosos y acaban siendo vulgares sacacuartos sin ambición, sin espíritu, sin un mínimo de exigencia.
Estamos viendo a Nintendo forrarse de forma irreverente con sus Nintendo Classic y SNES Classic, y en unos días aparece en escena la PlayStation Classic de Sony, que he podido analizar en Xataka y que es una contradicción en sí misma. Es una consola retro barata y cara al mismo tiempo. Barata porque Sony se ha esforzado poco o nada con este producto, y cara porque los 100 euros que cuesta son la mitad de una Xbox One S estos últimos días de oferta, por poner un ejemplo. A 205 euros tenéis hoy el pack con el Battlefield V en Amazon, así, por comparar.
¿Qué ofrece Sony con esto? Un miniPC —
no quise destripar la consola, pero apuesto a que es más cutre que una Raspberry Piaquí explican lo que lleva quienes la han destripado (gracias por el aviso, Manuti)— con un emulador Open Source como protagonista. El único detalle aceptable de la consola es incluir dos mandos que son réplicas exactas de los originales, porque todo lo demás es un absurdo en este proyecto de Sony.
Hay muchas cosas que criticar de esta consola, pero probablemente la más hiriente es la de esa lista de juegos. No por la lista en sí —cualquier lista iba a ser criticada, no se puede estar a gusto de todos— sino por el hecho de que no podemos instalar más juegos en la consola. Es un producto cerrado a más no poder, uno que se apropia del "son lentejas, las comes o las dejas" de otros fabricantes y nos atrapa en un jardincillo amurallado más que para más INRI es cutre, pobre, miserable. La selección de juegos es muy mejorable, la interfaz de control parece hecha en el año 95 —igual lo han hecho adrede— y la ausencia de escalado para aprovechar las nuevas TVs o monitores en donde conectamos la consola es de traca. Supongo que Sony se escudará en el hecho de que así podremos disfrutar los juegos tal y como los vimos en la PSX original, pero yo no trago.
Sobre todo porque tuve una de esas PSX. Lo contaba en Xataka, pero me extiendo aquí: recuerdo como si fuera ayer el día que probé el Gran Turismo. Un amigo vino a casa y mi hermano y yo comentábamos cómo aquello era el no va más, cómo aquellos gráficos eran increíbles e insuperables. Así de tiernos éramos, y eso que ya teníamos más de 20 palos. Pero es que aquello era realmente alucinante para la época, y os habla alguien que desde hacía tiempo ya tenía un Amiga 1200, que en el terreno de los videojuegos no era moco de pavo. Aquella experiencia fue tan solo una más de tantas con una consola con la que pasé muchos buenos ratos y de la que recuerdo especialmente un juego: el Soul Blade, del que igual hubiera podido ser jugador profesional si en aquel entonces hubieran montado torneos rollo eSports. Era un máquina, o eso creo recordar si la nostalgia no me traiciona.
Que igual sí.
El caso es que de aquello a esto media un abismo. Sony podría haber hecho mil cosas con esta consola, como ofrecer un modo online para competir con otros jugadores —imposible aquí, no hay conectividad de ningún tipo— o, y esto es lo más importante, integrar una tienda que diera acceso a meter nuevos juegos de un catálogo que podrían haber ido ampliando. Han sido tan tacaños en su esfuerzo y tan cortos de vista que en Sony no entienden que con esa simple opción hubieran vendido muchas consolas y además muchos más juegos. Hubiera sido como un círculo vicioso de ganar dinero, pero no, en Sony han preferido ir a lo cutre.
Para alguien que como yo valora especialmente que le den opciones y no que se las quiten, esta decisión de Sony hecha producto es un sinsentido. Un cúmulo de errores que sería incapaz de recomendarle a nadie. Y digo a nadie. Ni siquiera al que no tenga ni idea de montar una Raspberry Pi con RetroArch, RecalBox o Emulation Station —aquí un recurso por si os animáis— para emular esa consola sin cortapisas. De forma ilegal probablemente, sí, pero es que estas cosas tan ridículas son las que precisamente provocan que algunos nos movamos en terrenos grisáceos: las empresas nos lo ponen tan difícil —cuando estaríamos encantados de que lo pusieran fácil (y de pago)— que acabamos tirando por el camino menos transitado.
Ahora solo queda que en Sony empiecen a demandar a los grandes sitios de ROMs en los que se pueden conseguir todos esos juegazos que la empresa no se ha dignado a incluir siquiera como opción de futuro.
De verdad que espero que no vendan ni una consola. Este tipo de lanzamientos me asquean. Por Dios, ni se os ocurra comprarla. Antes preguntadme en los comentarios cómo montaros una de estas y haré lo posible por contestar y ayudaros.