Libros electrónicos y la lucha contra las distracciones

Libros electrónicos y la lucha contra las distracciones
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Hay nuevo cacharrito en casa. Se trata de un Kindle Fire HD 6, un pequeño tablet de seis pulgadas que me regalaron en un viaje de prensa reciente de MediaTek -atentos a la política de empresa de Xataka en este tema- y que está básicamente aparcado en un rinconcito dado mi amor a estos dispositivos.

Y sin embargo, tenía curiosidad por hacer un pequeño experimento: el de utilizarlo como dispositivo de lectura dado que tanta gente hace eso mismo todos los días. El Kindle Fire HD 6 no es especialmente cómodo para mi gusto: para contar con seis pulgadas es un producto tosco y pesado, pero claro, por 99 euros no le puedes pedir a Amazon que te haga un Nexus 6.

Y claro está, si hay algo en lo que destaca la empresa de Bezos es en su dominio del sector de los libros electrónicos, así que me puse manos a la obra -por decir algo- y adquirí "The Intel Trinity". Le tenía muchas ganas desde que me enteré de su lanzamiento, y me intrigaba la historia de Intel desde aquel mítico suceso con los Traitorous Eight, que no entiendo como Hollywood no ha convertido ya en película.

Sea como fuere, aún estoy en pleno experimento y no voy a adelantar demasiadas conclusiones, pero sí quería reflexionar sobre un tema curioso: lo difícil que se me está haciendo leer de seguido en un dispositivo que teóricamente debería favorecer la lectura. El problema no es del tablet, que no está mal y que presenta la interfaz de lectura de forma ejemplar. El problema es mío: ese tablet no solo sirve para leer, sino también para consultar el correo, navegar por Internet o jugar al Virtua Tennis de cuando en cuando. Gratificación instantánea, ya sabéis.

Y al hilo de eso se me ha confirmado aquel post en el que tanto metí la pata en enero de 2012 desde que puse el título. En 'El Kindle está condenado' aludía al poco sentido que para mi tenían los lectores de e-books de tinta electrónica -¿recordáis aquella revolución silencionsa?- cuando los tablets hacían eso y mucho más.

Con lo que no contaba es con el tema de las distracciones -y no soy el único-, y ahí es donde precisamente va Wilson Rothman en 'Kindle Voyage Review: Amazon’s Luxury E-Reader Offers No-Distraction Reading', un artículo de The Wall Street Journal en el que este chico analiza el Kindle Voyage. Este dispositivo es algo así como el Porsche de los lectores (de tinta electrónica) de e-books. Lo importante del Voyage (199 dólares del ala, todo un lujo para este tipo de dispositivos) y de cualquier lector de estas características es precisamente el hecho de que nos permiten evadirnos del mundo.

No hay distracciones.

Y eso que Amazon trató de ofrecer alguna que otra prestación adicional a estos dispositivos, y desde hace tiempo es posible navegar por Internet o compartir nuestros pensamientos -teóricamente, sobre los libros que nos leemos- en Twitter o Facebook. Pero poco más, porque los Kindles, como otros lectores de libros electrónicos -un segmento del que vemos poquitas novedades últimamente- se centran en hacer una cosa, y en hacerla bien: en que disfrutemos de la lectura. Rothman lo explicaba bien en su texto:

But when I lie down at night with a “book”—that is, whatever device I happen to be reading my e-books on—I want the world to fade away. Begone, work emails and Facebook updates! If something is urgent, my phone will ring. [...]
Reading books shouldn’t be part of a multitasking regimen. If we’re going to remain literate in the years to come, we need to think about how we read, and not just what we read


Leer más es uno de los propósitos que incluyo en mi lista una y otra vez, pero esas distracciones y gratificaciones instantáneas me lo ponen difícil. Quizás la solución sea dejar de leer en el móvil, en el tablet o en el portátil. Quizás me estaba equivocando y un sencillo libro impreso sea, como ha sido siempre, la mejor forma de evadirse del mundanal ruido un ratito. Pero quizás haya otra alternativa digital. Quizás sí necesitemos -más que nunca, como apunta Rothman- esos pequeños dispositivos con una tasa de refresco de página singular en la que las escalas de grises son protagonistas y en las que la autonomía de las baterías se cifra en semanas y no en horas.

Va a ser que voy a tener que pedirle a los reyes un Kindle Paperwhite o un Kindle Voyage -en España a partir del viernes-. Qué cosas.