La incógnita Kindle

La incógnita Kindle
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Leo mucho menos de lo que me gustaría. Bueno, en realidad leo un montón, pero no libros. Me paso el día cazando temas sobre los que poder escribir profesionalmente, pero cuando tengo un ratito libre, que normalmente es a última hora del día, me puede la opción facilona: peli o serie, y a desconectar.

Con los libros, además, me pasan varias cosas. La primera, que a pesar de lo mucho que me gustan los libros en papel, no tengo un rinconcito adecuado para leer. No lo tengo porque en la cama, que es donde acabo leyendo, acudo al móvil o como mucho (y poco) a una tablet. Y además me ocurre que si me topo con un libro aburrido o denso, acabo no solo por leer cada vez menos de él, sino que si lo dejo no me animo fácilmente a probar con otro.

Una mala lectura es un pequeño trauma: uno que hace que a esa pereza por afrontar una tarea casi titánica —estar concentrado en una sola cosa más de 15 minutos— se le sume el hecho de evitar las distracciones. Porque leer en el móvil, amigos lectores, es un infierno. Cuando no es una notificación es otra, e incluso desactivándolas o poniendo el móvil en modo avión uno acaba recordando que el móvil es una fabulosa excusa para procrastinar. Para ir a esos gloriosos 140 caracteres de Twitter que consumes como pipas, o para leer los dos primeros párrafos de todo artículo con el que te topas porque en muchas ocasiones (crees que) no necesitas más.

Y en esas me encuentro con el anuncio de la semana pasada de un nuevo Kindle Oasis que de repente reactivó mi interés por los lectores de libros electrónicos. Yo, que despotricaba de ellos hace algún tiempo, acabé entendiendo la verdadera razón de ser que para mí tienen estos dispositivos:

Que están pensados para que leas. Sin más.

Es cierto que algunos abren la puerta a las distracciones, pero el lector de libros electrónicos es lo más cercano que creo que estaría de una experiencia de lectura 'inmersiva'. Y por eso me estoy planteando seriamente pedirle uno a los reyes magos o, quién sabe, al Sr. Negro. Ya sabéis, de nombre de pila Viernes.

Tengo claro que ese lector de libros electrónicos no sería ese maravilloso Oasis que es (por fin) resistente al agua, y tampoco desde luego el Voyager que hasta hace un tiempo presumía de tener mejor pantalla que sus hermanos pequeños. Eso cambió cuando mejoraron la que sería mi opción inicial sería el Paperwhite, que cuenta con la misma resolución de pantalla (300 ppp) y retroiluminación, y que por 139,99 euros (la edición sin anuncios) es caro, pero no descabellado.

Y luego me fijo en la competencia, que parece no existir —Amazon ha ido silenciando a todos lenta pero progresivamente— y veo que Kobo, que pertenece a Rakuten, es una alternativa viable. Hay cuatro modelos a la venta oficialmente, pero no tengo especial interés en los resistentes al agua (Aura H2O), así que mi apuesta iría al Kobo Aura Edition 2 por 119,99 euros o a un Kobo Aura ONE de 229,99 euros que es demasiado caro para lo que creo que lo aprovecharía. Hay otros fabricantes en la pugna (bq, Tagus, Energy Sistem, Woxter), pero no me llaman mucho la atención, así que a priori me atrae el Paperwhite por calidad/prestaciones y Kobo por precio/prestaciones, y, cómo no, porque es más abierto en ecosistema y formatos que un restrictivo Kindle que me recuerda un poco a lo que más me revienta de ciertas empresas (cof, Apple, cof).

Y en esas vuelvo la mirada hacia el lejano oriente y me sorprendo de que allí, sorprendentemente, no hay alternativas. O yo no las encuentro, claro. Salvo por una Sony que se apaga también en este ámbito (pobre Sony, merece un post aparte), no hay un Xiaomi del lector de libros electrónicos, y no acabo de entenderlo. ¿Qué les pasa a los chinos? ¿No leen? Quizás los requisitos para un libro electrónico en chino sean diferentes y más complejos, pero sinceramente, lo dudo.

De hecho otra de las sorpresas al estudiar un poco el mercado —y solo he hecho un repaso rápido— ha sido la de encontrarme con una innovación prácticamente nula en pantallas de tinta electrónica. Lo comentaban con bastante acierto en TechCrunch tras la presentación del Kindle Oasis, y el aquí firmante reconocía enseguida los síntomas. Las pantallas de tinta electrónica —corregidme si me equivoco— son prácticamente igual de malas (o de buenas) que hace 10 años. Salvo por mejoras sensibles en la definición, la inclusión (por fin) de la retroiluminación de forma general o la resistencia al agua, estamos estancados. No hay mejoras en los tiempos de refresco, que yo sepa, y tampoco hay noticias de esas pantallas a color que nos prometían la luna (electrónica). No acabo de verle sentido a una pantalla de tinta electrónica a color, pero oye, aquello tenía su aquel.

De cuando en cuando me he imaginado lo bien que me vendría un monitor de tinta electrónica. Mi Dell 5K es prodigioso, pero dado que como digo gran parte de mi rutina diaria consiste en leer y escribir, poder hacerlo con cierta fluidez en una pantalla diseñada para leer (y que permite escribir) como las de tinta electrónica me llamaría la atención.

El caso es que ese monitor existe, porque hay una empresa llamada Dasung que el año pasado ya tuvo éxito con la primera versión de ese producto y ahora está promocionando Paperlike Pro, un monitor de tinta electrónica de 13,3 pulgadas (la resolución es notable, 1.600 x 1.200) que cuesta la friolera de 819 dólares (sin envío), y eso en plan descuento. Cada pulgada de esa diagonal sale carita, y el vídeo del producto, aunque simpático —hasta lo muestran con una Ubuntu danzando por ahí— no me acaba de convencer, porque competir con algo como esta resolución que tengo delante mío es, como poco, complicado.

Sea como fuere, me estoy desviando de mi reflexión original: la de que puede que no haya innovación en el mundo de los lectores de libros electrónicos, pero que eso no me parece tan preocupante como en otros segmentos tecnológicos. Así que, queridos lectores, si sois usuarios de lectores de libros electrónicos, dadme argumentos a favor y en contra, por favor. Seguro que aportan a mi actual debate mental. Quiero leer más, y espero que un cacharrito de este tipo me convenza de hacerlo.

Y en el peor de los casos, la experiencia dará para post, que tampoco está mal.