La era de los oligopolios

La era de los oligopolios
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Para mucha gente, los sábados son días estupendos para ir al centro comercial. Yo soy anti-eso, pero oye, cada cual con lo suyo. Llegas allí y te encuentras con un montón de tiendas y de restaurantes. Tú crees que hay mil opciones en todos lados. Que qué bien que puedes elegir.

Mentira.

Lo es al menos en unos cuantos casos. Cada vez en más. Lo contaba Ehsan Zaffar en su newsletter UnfairNation, que hace unos días publicaba con un título singular: "El centro comercial solo tiene tres tiendas". Contaba cómo cuando los americanos llegan a un gran centro comercial y se quieren comer una pizza, en realidad solo tienen tres grandes opciones:

Aquí el ejemplo de nuestro amigo está cogido un poco con pizzas pinzas. En España la cosa es bastante distinta (a menos que no estés en un centro comercial), y aunque hay grandes dominadores del segmento, en tema pizzerías la variedad es notable. De hecho se me ocurre un contraejemplo estupendísimo: el mundo de las hamburguesas.

Antes parecía que para comer una hamburguesas uno tenía que irse al McDonalds o al Burger King. Ese ciertamente es el oligopolio de las hamburgueserías de bajo coste, pero a su alrededor se ha creado una alucinante industria de hamburguesas premium que son cuatro o cinco veces más caras y son (teóricamente) cuatro o cinco veces mejores. Y ahí de oligopolios nada, porque lo de que te cobren un whopper premium a 15 euros es ya la norma, no la excepción. De eso igual hablamos otro día. De hamburguesas, digo.

Pero lo cierto es que los oligopolios existen, y los ejemplos son múltiples. Los tenemos en los refrescos (Coca-Cola o Pepsi), en el de las aerolíneas (de eso también hablaba mi colega, Ehsan), en el de las constructoras, el sector eléctrico, la ropa (Inditex, H&M y Primark) y por supuesto en varios ámbitos tecnológicos. Hay un duopolio de facto en el mundo de los móviles (Android vs iOS), un oligopolio claro en el de las impresoras (¿o deberíamos llamarlo mafia?) y otro evidente en el segmento de la nube (Google, Microsoft y, por supuesto, Amazon).

De esto último sabe un poco Carlos Fenollosa, que hace unas semanas escribía cómo el oligopolio de la nube le había ganado la guerra: estaba hasta las narices de intentar mantener un servidor de correo, por ejemplo. Es un ejemplo clásico de batalllas y guerras perdidas, porque luchar contra los Google y Apple del mundo es casi imposible: llevan demasiado tiempo luchando para que las alternativas no puedan competir en igualdad de condiciones aunque lo intenten. Ya sabéis: competir es de perdedores.

Hay oligopolios en un montón más de segmentos. Los hay por lo visto en el de los audífonos, cadenas de restauración, vacunas (esto a nivel mundial), los 'mass media' (ahora más bien plataformas de streaming), fabricantes de coches, o telecos. Hay otros, seguro, aunque no estén tan concentrados. Con las zapas deportivas pasa un poco lo que con las hamburguesas, (Nike y Adidas como referentes, pero unas cuantas más pisándoles los talones —wink, wink—), y desde luego hay muchos más ejemplos en las particulares guerras tecnológicas. Tenemos AMD e Intel en procesadores de sobremesa, AMD, NVIDIA —e Intel— en gráficas, Microsoft y Apple (y Linux, ejem) en sistemas operativos de escritorio, LG, Samsung, Sony, Philips y algunas más en teles.

En todos ellos el panorama es el mismo: hacen muy difícil competir y la barrera de entrada es fortísima. Su influencia es clara en las subidas (o bajadas) de precios y es normal ver cómo se forman cárteles que reducen o eliminan la competencia en diversos mercados. Esa es la razón de que la vida esté como está, y aunque ciertos organismos —como la Comisión Europea— tratan de luchar contra estas cosas, la realidad es que estamos en la era de los oligopolios. No ya en el de las empresas-estado (que también), sino en la de los oligopolios-estado.

Curiosamente, en Hacker News criticaban mucho el artículo que ha inspirado esta entrada. En realidad lo que criticaban, sobre todo, era el mal ejemplo de las pizzas, ¿Podemos hacer algo? Es difícil, pero podemos intentar no seguirles el juego. No comprar en Amazon, no usar Gmail, no pillar un iPhone. Pero claro: esos servicios y productos están donde están porque suelen ser bastante buenos, así que a menos que las alternativas sean tan buenas como esas pero más baratas, lo tienen crudo. Y el problema es que los que logran hacer un producto bueno, bonito o barato, lo hacen para acabar formando parte de los oligopolios y entrar en ese juego. Si no, mirad a Xiaomi o a Zara, que eran dos marcas "baratas" y que ahora son casi casi "premium" y han acabado teniendo que lanzar marcas derivadas que heredan esa filosofía original.

La visión del post original era más bien pesimista, y me temo que yo también estoy en esa línea. ¿Por qué? Porque nos gustan el Telepi, la Coca-Cola, los iPhone o nuestra línea de O2. En esencia, porque la gente va donde va Vicente.

Y Vicente es muy de oligopolios.

PD:: Me ha entrado hambre. Voy a pedir una hawaiana, chavales.

Imagen | Jon Tyson