La difícil lucha contra la paranoia

Ayer Mark Zuckerberg publicaba la que probablemente se convierta en una de sus fotos más famosas junto a aquella del MWC con Samsung y todo el mundo con los cascos de realidad virtual. Algún avispado no se fijó en la que se supone era la protagonista de la foto (Instagram), sino en el MacBook Pro de Zuck, que curiosamente tenía tapadas tanto la webcam como la toma de micrófono.
Lo contaba en Xataka esta mañana y en los comentarios aparecían aquellos que no veían un gran problema en eso de que alguien pueda ver o escuchar lo que haces en todo momento. El célebre no tengo nada que ocultar del que yo no me fío en absoluto. La frase correcta es creo que no tengo nada que ocultar, pero la gente no se entera.


Así que yo hace tiempo que me apliqué el cuento y tengo mi Dell XPS 13 con una bonita pegatina de estrella que me ha regalado mi preciosa hija. Se me ha olvidado pedirle otra para tapar la toma de micrófono, algo que por el momento no había tenido tan en cuenta y que desde luego es igualmente importante.
No sé si la foto de Zuckerberg y el debate que se ha montado -hoy era noticia más visitada en todo medio tecnológico que se precie- cambiará algo, pero es una de esas cosas que pone de relieve que algo tan tonto como esto es un tema real y peligroso. El problema es que es tan solo uno de tantos.
Por ejemplo, ¿quién es el guapo que tapa la webcam de su móvil o la cámara posterior? ¿Y el micrófono de estos dispositivos? Parece absurdo hacerlo dado que ambas son características que se usan mucho más a menudo que lo que se usan esas opciones en un portátil, así que ni siquiera nos lo planteamos. “Bah, quién va a espiarme a través del móvil“. Pues majos, los mismos que os quieren espiar a través del portátil. O de lo que sea.
En el vídeo que grabaron recientemente en Vice tenéis al señor Edward Snowden, que de esto sabe un rato, explicando cómo un smartphone es básicamente un dispositivo de monitorización fantástico que nos tiene a todos bien controladitos. Puede que algunos digan que Snowden no es más que el campeón mundial de los paranoicos, pero lo es con razón, porque ha visto lo que hacen los gobiernos -ni siquiera habla demasiado de hackers y crackers- y sabe que las agencias de inteligencia tienen como deporte nacional acumular datos -inservibles, dirán muchos- sobre nosotros.
No es el único que opina así. Hay sitios un poco más picantillos como Truthout que hablaban del tema recientemente y declaraban que "Los usuarios de smarpthones están pagando por ser vigilados", y allí recomendaban por ejemplo cómo utilizar dispositivos algo más antiguos, "menos smart", podía ser interesante para proteger un poco la privacidad.
De hecho leyendo el artículo se me acaba de ocurrir la solución perfecta para protegerme de esas agencias. Volveré a la edad de piedra digital (o lo que es lo mismo, a dispositivos de hace algo más de una década) y aprovecharé cacharritos que no se esfuerzan tanto en seguir mis pasos. Un buen Nokia 3310 por 20 euros y una Nikon Coolpix S6900 por 236 euros y listo, ya tengo todo lo que suelo necesitar en un smartphone (y lo que me voy a ahorrar en datos).

Va a ser que no. Malditas maravillosas posibilidades móviles. Os dejo, que tengo que buscar pegatinas para la webcam y el micrófono de mi móvil. Argh.