La consola que puede cambiarlo todo no es de Sony, Nintendo o Microsoft

Es fácil alabar esa solución a un problema al que pocos habían dado una respuesta válida. Uno la ve y piensa: "claro, joder, claro". Lo hemos hecho todos ante distintos problemas. Muchos de ellos, por supuesto, en el mundo de la tecnología. El iPod de Apple es uno de los mejores ejemplos de ello, y ahora podríamos estar ante otro caso ejemplar.
Se trata de esa conquista del salón que nadie ha logrado realizar en todos estos años. Como decía en Xataka no hace mucho, la caja tonta sigue siendo bastante tonta, y las actuales alternativas no acaban de cuajar. Pero donde ellas no llegan, hay una empresa que sí podría hacerlo. Se trata de Valve, una empresa que hace 10 años revolucionó el campo de la distribución de los videojuegos con Steam. Aquel desarrollo no lo tuvo fácil, pero logró triunfar y demostrar unas virtudes que Microsoft trató de aplicar a sus nuevas Xbox One. El problema fuimos los usuarios, que no estábamos dispuestos a sacrificar la reventa de juegos de segunda mano (que yo sepa, impensable en Steam) y el paso a un modelo de solo descarga digital que era demasiado radical. Probablemente lo lamentemos muy pronto.
Pero hoy el post no va de la Xbox One y ese fallido modelo, sino de Valve y de una plataforma de consolas --no es una consola en sí-- que podría cambiar el mundo. Como lo fue el iPod para el mundo de la música, la idea de Valve parece sencillamente genial. No parecía gran cosa la semana pasada, cuando Valve fue desgranando poco a poco esos tres pilares. SteamOS, Steam Machines y los espectaculares Steam Controller casi parecían inconexos. No les di demasiada relevancia, lo reconozco. Pero pasaron los días, leí más y más, y comencé a entenderlo todo. A alabar esa solución.
Todos esos pilares casi son ridículos en su concepto y sencillez. No parecen aportar demasiado. SteamOS es una distribución Linux. Sin más. Con controladores binarios --AMD y NVIDIA ya han mencionado su colaboración al respecto-- y con otros componentes software privativos, con el cliente Steam para Linux como el mejor exponente de ello. Las Steam Machines (nada de Steam Box, id olvidándoos de ese nombre) no tienen forma definida. Son, simplemente, un diseño de referencia. Una declaración de intenciones. Un compromiso de mínimos. Y luego está, eso sí, el Steam Controller. El caramelo. La carcasa dorada que triunfa iPhone 5S. El Wiimote que triunfó en la Nintendo Wii. La espectacular simplicidad de Google Search.
La analogía es sencilla. SteamOS equivaldría a Android. Steam Machines, a ese inmenso catálogo de smartphones basados en esa plataforma. Y los Steam Controllers son la puntilla. El elemento diferencial. Ese que decide la compra. Algo así como la resistencia al agua de los Xperia Z o el Touchless Control del Moto X. Tener una plataforma tan versátil y potente como Linux, disponible no para una máquina, sino para todo fabricante que quiera apuntarse (genial) y aderezada con un controlador que por lo que dicen se ajusta de forma más que decente a cualquier tipo de juego es, creo yo, alucinante. Si la ejecución es tan notable como el concepto, que tiemblen Microsoft, Sony y Nintendo. Y si además de eso en Valve logran que la distribución de contenidos audiovisuales --lo mencionan, aunque de momento con muchas más incógnitas-- sea lo que muchos esperamos, que también vayan temblando Apple, Amazon, y las ya citadas.
Claro, joder, claro.