Juego de Tronos, 6ª temporada: Crescendo

Me acabo de dar cuenta de que apenas le he dedicado posts a ‘Juego de Tronos’. Hereje. Los septones deberían arrestarme y luego hacermelas pasar canutas para terminar dándome un paseo de penitencia como dios me trajo al mundo. Qué cosas. Y qué espectáculo sería ese. Uf.

La verdad es que la serie probablemente merecería más entradas por aquí, pero también lo hacen otras muchas cosas que no tienen sitio por falta de tiempo, de inspiración,  o de ambas. Pero oye, menos es nada, y no quería dejar pasar la oportunidad de hablar de una sexta temporada que me ha parecido más que potable. Cuidado: spóilers.

Spóilers, insisto. Dejad de leer si no la habéis visto y pretendéis hacerlo con una mente pura. Ya me entendéis.

batalla
batalla

Para empezar, qué difícil es aguantar a que termine la temporada entera. No por la impaciencia de querer verla de una vez, no. Lo es porque parece que el mundo entero se alía para irte destripando cada capítulo por doquier. De repente cada capítulo tiene análisis independiente no ya en medios generalistas o blogs de series, sino incluso en medios tecnológicos que teóricamente no deberían hablar de esto. En The Verge, a los que sigo fielmente, creo que han ido publicando esos análisis puntualmente cada lunes, así que la trampa estaba ahí con el resto de temas que aparecían en mi timeline en Twitter. Era detectar algo relacionado con ‘Juego de Tronos’ y ale, desviar la vista y tratar de no descubrir detalles que luego me aguaran la fiesta.

Lo conseguí salvo por uno de los sucesos más relevantes -si es que no es el más relevante- de toda la temporada: la ‘Batalla de los Bastardos’ del noveno episodio. Aunque no tenía muy claro qué iba a pasar, sabía que esa batalla era importante y que se habían dejado todos los fondos del Monopoly en versión Juego de Tronos que tenían disponibles. Eso tuvo un efecto demoledor: las expectativas tras oír lo que oí fueron demasiado altas, y la batalla, aunque espectacular, tampoco me pareció lo mejor de la temporada.

Cuando por fin me puse a ver la sexta temporada de ’Juego de Tronos’ lo hice como me gusta a mí: en modo atracón. El primer día me vi tres capítulos, y la idea era luego resolver con otras dos noches de 3+4. Así que tras volver de darme un bañito en el miniresort burgués y meter en el sobre a los enanos a las 21:00 o’clock me centré en esa tarea. Los capítulos caían sin descanso, y después de ver el 4, 5, 6 y 7 llegó la gran pregunta: ¿me quedo en pie, o me voy a acostar a la 1:00?

¿Qué somos, hombres o gallinas? Pues eso.

Así es como cayó lo que quedaba la sexta temporada. Esa sesión de casi 7 horas casi ininterrumpidas -hice visitas al WC y a la nevera, insisto: soy un hombre, no una gallina- me dejaron orgulloso y satisfecho. Sobre todo porque la serie no me había decepcionado y como en anteriores temporadas iba de menos a más, con un par de capítulos finales de esos en los que hasta el apuntador estuvo a punto de palmarla.

tyrion

Comentaba el año pasado como uno de los problemas de ‘Juego de Tronos’ es la existencia de demasiados hilos argumentales. La obra escrita es -dicen- tan extensa que acometerla en una serie de 10 capítulos de una 50 minutos por temporada es más bien complicadete. En esta sexta temporada muere tanta gente que los hilos se han reducido un poco, pero aún así sigue habiendo historias paralelas que no son especialmente llamativas y que, la verdad, podrían ahorrarse. Ocurre con Dorne (por muchos barcos que construyan, aunque Tyene Sand y su madre molen bastante), con las Islas de Hierro o con la historia de Tyrion en Essos, que me parece un poco tostón aunque refuerce su papel diplomático. Hasta el hilo argumental de Arya Stark, que me había gustado hace un tiempo, me pareció bastante mediocre. Y lo mismo con Bran Stark, que apunta a ser personaje crucial aunque su historia sea un tostón. Papelón de Max von Sydow, por cierto, aunque eso no salve cosas como la muerte de Hodor -un personaje absurdo de principio a fin que es el nuevo Sloth y que tiene un sinfín de memes prodigiosos a su alrededor-.

Luego están todos esos hilos y momentazos que valen la pena. La gran incógnita -volvería a la vida Jon Snow, sí o no- tuvo respuesta rápida y contundente, y yo diría que tiene muy pocas posibilidades de que se lo carguen (otra vez). Solo Tyrion me parece inmortal en esta serie, pero Jon le sigue de cerca. Cersei es una de mis preferidas, y tenía unas ganas locas de que se vengara de los septones de las narices, qué agobio de tíos, de verdad. Todos con esa explosiva combinación, mezcla de Richard Stallman y Pablo Iglesias. Daban ganas de ir a buscar al Gorrión Supremo -manda huevos que al final se acostumbre uno a decir esas dos palabras sin reírse- y darle de tortas hasta en el carné de afiliado al Septón Supremo. Qué bien lo hacía el perro. Como su monja ayudante.

jon2

Por cierto, que si por algo se caracteriza esta serie, y lo hemos ido viendo a lo largo de cada temporada repetidamente, es que la venganza mola

que te cagas

un montón. Yo, que soy bastante del ojo por ojo -en sentido figurado, cuidado-, estoy encantado de comprobar lo mucho que disfruto cuando Cersei se carga a toda la gentucilla que le hacía la vida imposible. Aquí debo hacer mención especial a Margaery, a la que echaré de menos: otra a la que odiar de forma admirable. Muy bien también lo de que el joven Tommen acabe tirándose por la ventana al no verle sentido a la vida tras la catástrofe -era lo mejor que podía hacer el tontolavas-, pero debo decir que esperaba una venganza mucho más chunga para el Gorrión Supremo. De hecho la venganza suprema de la serie es la que sufre la hija de su madre de la monja -Septa Unella se llama, aunque debería llamarse simplemente “hija de su madre”- a manos de ‘La Montaña’.

Bueno, no exactamente “a manos”. Ya me entendéis.

Eso sí que es una venganza, chavales. De hecho supera de largo también la que sufre otro de los grandes

cabrones

capullos de la serie -borda el papel, desde luego-: Ramsay Bolton debería también haberlo pasado bastante peor muriendo, aunque hay que reconocer que lo de los perros tiene su punto. Me recordó un poco a aquello de “Hannibal” con los cerdos, aunque como digo yo hubiera aprovechado para hacerle más pupita y más lentamente a Ramsay. Igual me estoy emocionando demasiado, pero es que el tipo había sido malo malísimo. Un montón.

bolton

De los demás personajes, un poco de todo. Danaerys se crece con los Dothrakis, pero está muy lejos de tener el carácter de Cersei, Jamie Lannister también flojea un poco, Varys y Meñique pierden fuerza (este último apenas aparece, curioso) y Sansa, pese lo que dicen algunos -qué transformación rollo ‘Breaking Bad’ ni qué niño muerto- me parece el peor personaje de todos a excepción quizás de Hodor. O sin ella. El peor, venga. Te lo has ganado, cara de haba. Qué sosez de chica, por dios. Esperaba más de Jorah Mormont y de Daario Naharis, la verdad, mientras que la historia de Samwell, el futuro sabio gordito, es también un poco tostón. Hasta Melisandre, que era una de mis favoritas, flojea. El Perro, por cierto, gana puntos tras salvarse (inexplicablemente) del ataque de Arya de la temporada pasada.

Me queda la pena de no ver más en acción a los Caminantes Blancos, que apenas intervienen en esta temporada aunque parece que lo harán bastante más en la siguiente (y última, dicen). Habrá que esperar a ver cómo cierran la historia ahora que ya no siguen unas novelas que ni siquiera existen, pero si lo hacen tan bien como en la sexta, será suficiente. Que conste: parece que he machacado a unos cuantos personajes, pero en general creo que pocas series están tan bien hechas y ambientadas como esta. De hecho mis fuertes opiniones sobre cada personaje son mérito de quienes los interpretan: desde los sosainas hasta los más saladetes, sean malos o buenos.

Bien por ‘Juego de Tronos’. Dentro de un año nos vemos.


Si os ha gustado el artículo, quizás queráis aportar (Atención: los 0,50 euros son solo una referencia, podéis modificar la cantidad antes de dar a “Siguiente”). ¡Gracias!

paypalme050