Joie de vivre

He tenido en mis manos un iPhone X —sigo diciendo "equis", me sale así— más o menos durante un minuto. Fue el otro día, en la Apple Store de Xanadú. Lo toqueteé para poder experimentar cómo es eso de no tener botón en el frontal.

Mi sensación tras hacer los gestos de rigor es que efectivamente no parece que haya demasiado impacto en la usabilidad. A eso se le une el tema del reconocimiento facial, que alguien en la ofi me dijo que funciona mejor de lo que él esperaba... en su OnePlus 5T.

Esas dos pequeñas experiencias se han unido a los comentarios de uno de mis súper patrones (¡hola Pakillo!), que hace poco me decía lo siguiente (cito sin su permiso, que seguro que me lo da):

Llevo poco mas de un mes con el iPhone X, y te digo:

En lo único que ha empeorado la experiencia de usuario es en el Apple Pay, que era más comodo, rápido y fácil con el touch id. A eso deberían darle una vuelta...

Salvo por la primera afirmación, de la que yo le decía que siempre hay que añadir un "... para mí" al final, entiendo que todo lo que comenta es probablemente cierto. Lo es para Apple, desde luego, y es probable que acabe siéndolo para el resto de dispositivos, queramos o no. Aquí Apple sigue imponiendo reglas y tendencias, sobre todo cuando estas funcionan. Lo hizo con la interfaz táctil, las pantallas Retina, la App Store, Touch ID o Apple Pay, y probablemente haya conseguido lo mismo con Face ID y el adiós al botón de inicio que ellos mismos crearon en los iPhone originales.

Reflexionaba sobre todo esto estos días

y hoy me encuentro leyendo 'The iPhone X', la columna de opinión de John Gruber en la que el

fanboy de los fanboys daba su veredicto sobre el iPhone X tras esas primeras semanas de uso.

De todo ese análisis, me quedo con esto (negritas mías):

Is the higher price of the iPhone X over the iPhones 8 justified? The 64 and 256 GB iPhone X models cost $999 and $1149, respectively. That’s $300 more than the equivalent iPhone 8, and $200 than an iPhone 8 Plus. For that premium, you get a better camera, stainless steel (rather than aluminum) frame, an edge-to-edge OLED display with True Tone, and Face ID. But you also get something you can’t compare in a checkmark comparison — a sort of joie de vivre. Critics of the iPhone X’s higher prices seem to me to be arguing not that this phone shouldn’t cost so much, but rather that no phone should

Eso es lo que vende Apple. Ese joie de vivre tan francés y tan estupendo que se supone que te ofrece todo lo que hacen en Cupertino, antes, ahora, y después. No necesito volver a incidir en esto, porque ya escribí sobre Apple y las sensaciones. De hecho me cito a mí mismo, algo que me encanta hacer porque sueno como muy gurú, muy gruberiano si me permitís:

Eso es lo que vende Apple. Sensaciones.

Siempre lo he dicho: parece que uno mola más con productos de esta firma. Aquel mantra del Think Different se ha convertido en una ironía (ahora tanta gente piensa diferente que lo de tener un iPhone o un Mac ya no es nada diferente), pero eso ya da igual. Tener un iPhone, tener un MacBook Pro Retina o tener un MacPro nos hace ser mejores. Por eso los queremos.

Por eso pagas los 1159 euros del iPhone X. No los pagas por la cámara (la probé en mi breve manoseo y al menos en tema bokeh no me pareció nada del otro jueves), no los pagas por el hardware y ni siquiera los pagas por Face ID o incluso por ese diseño sin marcos y con muesca marca de la casa.

Nop. Los pagas por el joie de vivre de las narices. Que Apple sea capaz de vender que sus dispositivos consiguen hacerte sentir

la alegría de vivir es probablemente el mayor de los méritos de una empresa que antes vivía (sobre todo) de la tecnología y que ahora vive (sobre todo) del diseño.

Dicho lo cual, chavales con un iPhone X, disfrutad de ese joie de vivre. Los demás, mientras, seguiremos llorando por las esquinas con nuestros Xiaomi Mi 6 y demás. A mí me pasa. No sé, estoy como tristón, pero al menos ya sé por qué es.

Manda huevos.