Invierte en aquello que usas
No es seguro, pero estas navidades podría hacer dos inversiones darme dos caprichos importantes en el ámbito del ocio doméstico. La primera, la Xbox Series X, que quiero tener para jugar mejor a todo aunque ya no juegue tanto. La segunda, una nueva televisión para, precisamente, poder disfrutar de esa consola a tope.
En casa hemos tirado hasta ahora sin problemas con nuestra LG de 47 pulgadas y resolución Full HD. Ya sabéis, la del peor mando a distancia de la historia. Uno al que tras todos estos años hemos acabado cogiéndole cariño y todo, qué cosas. En el salón también sigue dando alegrías el proyector Sanyo PLV-Z5, que a pesar de haber comprado en 2007 y de tener resolución nativa 720 se sigue portando de forma bastante decente y tiene mecha para rato tras un relativamente reciente cambio de lámpara (la segunda en todo este tiempo, nos costó dos duros).
El caso es que ya no veo tanto la tele en el salón. Es terreno conquistado por mis enanos, pero no es que la echemos de menos: en 2017 compramos una tele súpertonta para nuestro dormitorio y somos felices con ella también. Una cosa hiper-básica de 32 pulgadas y resolución Full HD (eso era lo único relevante entonces) que no salió barata pero que hace lo que tiene que hacer: ver pelis y series a gogó hasta que nos entra el sueñecito.
No parece que necesitemos mucho más, pero si por fin me decido por comprar la consola es muy probable que también acabe invirtiendo en una tele 4K decente. Justo lo comentaba esta mañana con el equipo de Xataka, y dos de mis compañeros, Juan Carlos López y Enrique Pérez, son unos friquis de ese segmento. Y como yo no lo soy, preguntaba qué opinaban sobre el tema, aunque fuera sindemasiada convicción porque me esperaba su respuesta. Enrique es un poco más cauto, pero Juanky es un tipo que siempre recomienda lo mejor de lo mejor. Eso implica que, como le decía yo a él, tenga que plantearme comprar la tele pidiendo una segunda hipoteca.
No me creo mucho lo de las tecnologías que llegan a los televisores. Me pasa un poco como con los auriculares: no tengo nada claro que mis oídos de corchopan aprecien la diferencia entre unos cascos de 20 euros y unos de 300 (sobre todo cuando acabo escuchando MP3 con ellos). Tampoco es que me fíe demasiado de que esos paneles QLED con tecnología FALD y nanopijadas me acaben dejando boquiabierto: una tele es una tele, y aunque la primera impresión pueda ser estupenda, después te acostumbras a ella, tanto si es la pera limonera como si es un poco castañurri.
De hecho en teles pasa algo aún con más claridad que en otros mercados: no vas a tener una tele "mala" y otra "buena" en el salón para poder comparar todo el tiempo, así que tu percepción es muy, muy subjetiva. Con unos auriculares es más fácil comparar, por ejemplo, pero con las teles, insisto, lo más probable es que compres lo que compres acabes diciendo "pues se ve de PM", sobre todo en estos tiempos. De hecho, mi único argumento a la hora de comprar tele es uno que expuse hace tiempo:
Tele (vieja y) grande, ande o no ande
En mi planteamiento hay un problema: para aprovechar la consola como Dios manda necesito que la tele tenga HDMI 2.1, y no hay muchas que lo tengan. Solo lo he visto en gamas altas, y eso hace que los precios sean elevados. Juanky me recomendaba la Sony XH90, que en su modelo de 55 pulgadas ya ronda los 1.100 euros (y eso si tienes suerte). La de 65 euros sube a unos 1.400 y la de 75 pulgadas, que es la que elegiría, está a un precio absurdo para mí, 1.999 euros. Ni lo he querido mirar, porque no pienso gastarme ese dineral.
En eso estábamos mis compañeros y yo. Debatiendo sobre por dónde podía tirar mi decisión. Yo les comentaba que la idea era ir a algo grande aunque no fuera el último grito tecnológico, y Enrique respondía diciéndome "tan cuidadosos para unas cosas y luego se os caen los ojos viendo la tele... ains xd".
Tiene su punto, claro. Parece mentira que alguien que trabaja en lo que trabaja tenga esa perspectiva. El problema es que mi perspectiva es otra:
Invierte en lo que usas.
No uso la tele. No tanto para considerar una gran inversión por ella. De hecho de invertir en alguna invertiría en la del dormitorio, porque es probable que en el salón, como digo, no vea tanto la tele salvo para jugar alguna partida a la Xbox Series X (siendo realistas, es probable que juegue muy poco) o ver alguna peli de forma puntual.
Si la tele es de 75 pulgadas la cosa podría cambiar, claro, pero lo cierto es que lo de tener tele en el dormitorio es algo que aunque yo no veía con muy buenos ojos al principio me parece una absoluta maravilla. Total, que no creo que la use tanto como para amortizarla rápidamente.
Eso no significa que no invierta en aquello que uso. Invertí en el Huawei P30 Pro por su cámara (nunca me he arrepentido, y creedme cuando os digo que sigo alucinando con ella), invertí en mi PC para jugar (y eso que ya se ha quedado atrás, como era de esperar), invertí en mi Dell XPS 13 (que a pesar de los sustos sigue pirulando perfecto cinco años después, y lo que le queda) y desde luego invertí en mi monitor, el Dell UP2715K que sigue siendo una absoluta joya para trabajar.
Esa política es también aplicable a otras cosas, por supuesto, pero no hablaré aquí de colchones (pasáis unas cuantas horas tirados en ellos cada día, así que no escatiméis mucho) o del sitio en el que vivís (que vivan los mini-resort burgueses). Todo, claro, en su justa medida: hay que invertir en lo que se usa, pero sin vivir por encima de las posibilidades de uno. Si algún día me falta pasta, actuaré en consecuencia y venderé el P30 Pro.
Aquí es buen momento para meter la cuña del artículo que hizo mi compañero Antonio Sabán en Xataka recientemente hablando exactamente de lo mismo. Contaba su experiencia al comprar una tele del copón (la LG OLED65C9PLA que ronda los 3.000 lereles, aunque él cazó ofertón en MediaMarkt por 1.400, me cuenta) tras 7 años esperando a ver cuál era la mejor oportunidad. No veo que una tele de 3.000 pavos sea una gran oportunidad (lo de los 1.400 ya cambia un poco el tema desde luego), pero oye, Antonio es tipo racional a pesar de ser un poco fanboy de Apple. En su tema hacía un repaso de todas las mejoras que han ido integrando los televisores de los últimos años y quejándose de cómo la revolución 4K se ha quedado sin apenas contenidos (que es lo que pasa con la 8K, aún en pañales), y destacaba sobre todo cómo el soporte HDR sí hace que la experiencia cambie de forma importante.
No me acababa de quedar claro por el artículo si estaba contento con su tele (espero que sí), pero todo ese análisis me reafirma en mi posición: da igual la tele que te compres, porque el año que viene va a haber teles "mucho mejores" con paneles QXRTP-OLED (o como se llamen) con nuevos modos HDR, nuevos sistemas de sonido y nuevas tecnologías de retroiluminación que proporcionarán negros más negros que el futuro, brillos y contrastes de cine y un sonido jamás antes visto. Pues claro que lo ofrecerán: el argumento para los fabricantes de teles, como de cualquier otro producto, es que el producto de este año sea (mucho) mejor que el del año pasado.
Así pues, queridos lectores, pronunciaos. Seguro que entre vosotros hay mucho creyente en teles de última generación, pero me gustaría que hubiera un pequeño y sano debate que me permitiera saber por dónde respiráis. No creo que muchos seáis de mi palo aquí. Si no es así, ya os aviso (y a Enrique y a Juanky también): no me voy a dejar 1.500 lereles en una tele.
Ni hablar.