Internet se ha convertido en una bolsa de M&M's

Leo con preocupación el artículo que mi compañero Javier Lacort escribió hace unos días en Xataka. Lo tituló de forma muy descriptiva pero con un par de afirmaciones que yo creo que eran erróneas. Él hablaba de "Una generación eternamente desconcentrada" para luego incluir una cita que es una realidad de nuestro tiempo: "No puedo hacer nada durante más de quince minutos sin mirar el móvil".
¿Qué pasa con el primer error de esa afirmación? Pues que el problema de que uno no se pueda concentrar sin mirar el móvil quince minutos no es de una generación en particular, sino de todas en general. Hemos perdido —todos, jóvenes y menos jóvenes— nuestra capacidad para concentrarnos.
O más bien, nos la han robado.
Lo han hecho a golpe de gratificación instantánea.
A golpe de ese vídeo de TikTok que nos muestra qué se lleva ahora —porque la moda ahora es TikTok—. De ese hilo en Twitter que nos leemos en tres minutos porque ya no necesitamos 20 minutos de charla TED —esas joyas del conocimiento pop en dosis ligeras—. De ese post en Instagram con la nueva fiebre de los cumple-boda (telita esto) que nos lleva a otro post en Instagram.
Y de muchas otras cosas que ya sabéis. Nuestra vida se ha convertido en una serie de fragmentos, y en cada uno de los cuales buscamos nuestra pequeña recompensa por haberlo hecho tan bien. Lo que sea. He escrito una frase, así que ale, ya puedo volver a mirar Twitter. He mandado un mail, así que voy a mirar un momento TikTok, donde muchos medran lo merezcan o no.
He hablado de esto alguna otra vez. De cómo la culpa de las distracciones la tenemos nosotros, y de cómo somos incapaces —todos, no solo los nacidos tras la burbuja de las puntocom— de prestar atención quince minutos seguidos a una misma cosa.
¿Hay solución? Pues claro: quitarnos. Este desarrollador web, por ejemplo, contaba ayer en su blog cómo llevaba cinco años sin Twitter. Sus argumentos eran algo flojetes, pero al final la conclusión era clara: Twitter le quitaba tiempo para otras cosas, y se había convertido incluso en algo adictivo.
Pues igual con todas esas distracciones que tanto nos gustan y que sirven de excusa para darnos un chutecito de gratificaciones instantáneas. Es muy, muy difícil aislarse de esas cosas, y lo que sí ha ocurrido es que los gigantes de internet y los que querían serlo han descubierto algo importante:
Que nuestra atención cada vez dura menos.
Es lo que os decía. Antes no teníamos problemas para leer un post de un blog como este todo seguido. O ver una charla TED de 20 minutos. O incluso ver un episodio de una serie sin hacer otra cosa en segundo plano. Ese era a mi juicio el otro error del titular de mi compañero: lo de que no podamos concentrarnos más de 15 minutos es una utopía. Diría que hacerlo durante cinco minutos ya es un logro colosal.
Ahora vemos el móvil con las series en segundo plano —confesad, malditos, que yo también lo hago de cuando en cuando— y si Instagram y TikTok están donde están es porque han entendido que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Una imagen que ves en dos segundos vale más que mil palabras (y que todo este post), y lo mismo ocurre con un TikTok de 10 segundos, que está logrando tumbar incluso al omnipotente YouTube. Seguimos viendo vídeos en YouTube, claro, pero mi impresión es que de repente son demasiado largos.
Es algo que me confirmó este vídeo que hizo en Navidad Marques Brownlee. Hacía un repaso del 2021, pero poco después de comenzar el vídeo hablaba de tendencias que había observado. ¿La primera de la que hablaba? El contenido corto está aquí para quedarse. Vídeos cortos como los de TikTok, los Reels de Instagram, e incluso YouTube apostando por sus Shorts. Triunfan, enganchan y son como los M&Ms: te comes uno y ya no puedes parar. El propio Marques confesaba que era bastante probable que hiciera más este tipo de contenidos en un canal específico.
Es normal: el chaval se está adaptando a los nuevos tiempos, y los nuevos tiempos no son de sentarse a tomar un té y estar tres horas leyendo el 'Ulyses' de James Joyce —que ayer cumplió un siglo desde su publicación, y que probablemente yo jamás me leeré—. No. Ahora te tomas un Red Bull —por cierto, este hilo sobre la compañía mola, pero leéroslo después de mi post—, abres Twitter y como no hay muchos posts nuevos o no te enganchan abres IG, y luego TikTok, y luego FB, etc. Etc. Para cuando quieres darte cuenta, has estado 20 minutos sentado en la taza del váter absorto en un mundo paralelo de contenidos en formato M&M's. Contenidos breves, estupendos y que te provocan un impulso irresistible de consumir unos cuantos más.
Normal. Los M&M's están riquísimos. Quiero más. Los quiero todos.
Pues igual.
Mal rollito.