Igual debería hacerme YouTuber
Ya sabéis que últimamente cuando viajo en metro me fijo mucho en los hábitos de la gente con el móvil. Así fue como descubrí esa pasión de los jóvenes por los mensajes de voz de WhatsApp, por ejemplo, y hoy creo que he vislumbrado otra tendencia clara. La de la gente que no lee ni juega en el móvil, sino que ve YouTube mientras va en el metro.
Es lo que hacía una jovencita que iba delante mío (Sally, insisto, no voy con el radar puesto) con un vídeo que ni siquiera pude identificar. Simplemente me fijé en que la interfaz era la de YouTube, algo que me sorprendió porque no se me ocurriría acceder a este servicio en el metro. Curioso, ¿no? No era un capítulo de alguna serie descargado
por torrentde Netflix o Amazon Prime Video, no. Era un vídeo que tiraba de la conexión de datos allí mismo, y que funcionaba porque estaba en la estación de Alonso Martínez. Me hubiera gustado ver a esa chica intentar lo mismo en la de Casa de Campo, je.
Serendipias. Momentos antes habíamos tenido un pequeño debate en grupo sobre lo que veía cada uno en YouTube. Yo, que consumo más bien poco, mencioné que de cuando en cuando me veo algún vídeo de LinusTechTips, pero poco más. Salvo por los tráilers de las pelis y algún que otro vídeo curioso que me descubran mis fuentes en Twitter (y para esto no son muy pródigas), me muevo poco por esos ámbitos. Otro de los compis me descubrió, eso sí, un canal de la CNN con sitio web propio que desde luego parece una pequeña maravilla, Great Big Story (gracias @Pixel_Jonan), pero a partir de ahí, punto de inflexión en el debate.


Los jóvenes de repente empezaron a nombrar a Youtubers y canales de YouTube de los que yo jamás había oído hablar. Cosas que imaginaba que existían, pero que nunca hubiera pensado que realmente existieran. Cosas procedentes de mentes
genialesenfermaslocasdistintas a la mía que dejan claro que hay mucha gente
genialenfermalocadistinta a mí que quiere ver precisamente esas historietas. Lo que parece claro es que hay todo un mundo de contenidos en YouTube que parecen haber logrado demostrar que la larga cola funciona. Da igual lo raro que seas: siempre habrá algo para ti. Y si no eres raro, te puedes suscribir al canal de Lady Gaga.
Eso me hace plantear un posible futuro youtuberítico. O como se diga. Ya sabéis, dejar de aporrear el teclado y dedicarme a dar mi mejor perfil (los dos son buenos en realidad) ante una cámara para que luego me podáis ver y oír en 4K y con sonido 7.1. Convertirme en un YouTuber de pro y triunfar como la
Pepsi-ColaCoca-Cola.
O no.
Hay muchas razones para no planteármelo, pero entre ellas está una realidad contundente: la de que producir vídeo es mucho más costoso en tiempo y recursos que producir texto. No sé si el vídeo será el futuro del periodismo y el texto está abocado al olvido, pero por lo visto el tema no irá por ahí. ¿Puede ser un buen complemento? Sin duda, pero lo veo como eso: un complemento. El vídeo puro y simple suele ser entretenimiento, y el vídeo "informativo" es difícil que cuaje, a pesar de que haya pequeñas maravillas que sintetizan de forma excepcional un tema profundo y amplio. En Vox he visto
cosas que no creeríaisalgunos de esos vídeos, desde luego, pero me imagino que producirlos es como digo un pequeño infierno, y al final tienes que jugar con el factor atención del espectador de una forma mucho más potente que cuando escribes texto, porque ahí la atención al detalle puede ser brutal y el lector simplemente podrá leer en diagonal aquello que no le interese. Vale, puede que en los vídeos puedes hacer algo similar, pero yo me entiendo.
Ayudadme a comprender lo que me estoy perdiendo, queridos lectores. ¿Tiráis mucho de YouTube? ¿Os pasáis el día viendo partidas en Twitch? ¿Sois adictos a los unboxings de cajas de zapatos? ¿O como estos 3,6 millones de usuarios, unboxings de huevos Kinder? Uf.