Huawei se resiste

Huawei me recuerda un poco a los empollones del cole. Los que iban a clase, hacían los deberes, se aplicaban y sacaban buenas notas. Entonces, ineludiblemente, llegaban los matones. Los que por una cosa u otra eran los reyes del mambo: si querías estar a gusto en el cole, tenías que estar a bien con ellos. Soportar alguna colleja, dejar que te copiaran los deberes, darles tu almuerzo o reirles las gracias.

Los matones de esta historia, claro, son Estados Unidos y Google. En 2019 Donald Trump anunciaba el veto a Huawei y hacía su particular órdago a la guerra comercial contra China. Como dije entonces la estrategia, aunque la plantease este personaje, me pareció bastante decente. China lleva décadas haciéndole la puñeta a las empresas extranjeras (sean tecnológicas o no): si querían hacer negocios allí, tenían que plegarse a las exigencias del gigante asiático. Casi todas esas empresas lo hacían, pero Trump tuvo las santas narices de decir basta.

El caso es que aquí quien pagó el pato fue Huawei. La empresa, que se había convertido en la nueva Samsung, se encontraba de repente con barreras colosales. La mayor de ellas, que el veto se extendía a Google, algo que provocaba que desde ese momento Huawei no pudiera preinstalar Google Play ni las aplicaciones (Gmail, YouTube, Google Maps...) ni servicios de Google en sus dispositivos móviles.

Los matones habían hecho de las suyas.

La decisión ha sido terrible para Huawei, que ha perdido su posición absolutamente dominante tanto en Europa (esa gráfica de Statista proviene de esos datos) como en el resto del mundo. Incluso en China, ojo, pero es que el problema ya no es solo que no puedan meter Google Play, el problema es que tampoco pueden acceder a chips que eran clave para sus smartphones. Huawei, como indica esta otra gráfica de Canalys, está desangrándose.

Huawei, que en 2020 fabricó 170 millones de terminales, fabricará 45 millones en 2021. De ser el tercer fabricante por volumen (Samsung y Apple la superaron en 2020) se convertirá, si se cumplen esas estimaciones, en el séptimo del mundo. Es terrible.

Pero hete aquí que Huawei no se rinde. Lleva tiempo trabajando en su plan B, que se centra fundamentalmente en la creación de un sistema operativo multidisciplinar llamado HarmonyOS. En Huawei le dieron mucho bombo al tema, pero lo cierto es que HarmonyOS no es más que un fork de Android. La cosa no acaba ahí:

HarmonyOS 2
iPadOS

Es un poco de coña, pero me pregunto qué hubiera hecho yo si fuera el CEO de Huawei. ¿Hubiera tratado de reinventar la rueda? Probablemente no: probablemente hubiera hecho eso mismo: tratar de convencer a los usuarios de la tablet más popular del mundo de que oye, con mi tableta pueden hacer exactamente lo mismo (más o menos).

El caso es que la presentación de Huawei de hoy ha sido toda una declaración de intenciones: a esas tabletas se le suman los Huawei Watch 3 y Huawei Watch 3 Pro que oye, no están nada mal (aunque sean caros), un par de monitores bastante pintones (¡y con formato 3:2!) y también los Freebuds 4.

Muchos de esos dispositivos estarán gobernados por HarmonyOS 2, ese sistema operativo con el que Huawei quiere que nos olvidemos del Android de toda la vida. El problema seguirá siendo el mismo: sin Google Play la experiencia de usuario está bastante limitada en ciertos ámbitos (aplicaciones bancarias, por ejemplo), y eso hace que los usuarios tengan difícil optar por Huawei cuando otras marcas ofrecen cosas estupendas sin meterse en berenjenales.

La clave para Huawei no está en sacar dispositivos pintones como estos. Tampoco, diría, en el lanzamiento de ese fascinante Huawei P50 que ya ha anunciado brevemente (aún no se sabe cuándo lo lanzará) y que promete estar dotado de unas cámaras espectaculares. Todo eso es importante, sin duda, pero la clave aquí no está en el hardware, sino en el software.

Lo que necesita Huawei es que los desarrolladores la mimen. Que le den cariñito. Que ofrezcan sus aplicaciones en su tienda, la App Gallery, además de hacerlo en Google Play Store. No parece tan difícil, pero claro, si por ejemplo tienes pocos usuarios en España el BBVA no va a tener incentivos para poner su app en tu tienda. Y así con todo.

Así que ese es un poco el panorama. Con los matones arrinconando al empollón de clase. A él y a su plan B, llamado HarmonyOS.

Ahora queda por ver si ese plan B le da resultado. Veremos. Yo, de momento, espero que siga resistiendo. Reconozco que aquí estoy condicionado: sigo siendo feliz con mi P30 Pro, que me parece el mejor móvil que he tenido nunca, así que espero algún día poder sustituirlo teniendo la opción de hacerlo por otro terminal de Huawei.