Hazte indispensable: el dinero vendrá después
Vuelvo tras unas (merecidas, como siempre) minivacaciones y un pequeño parón en Incognitosis y en los Incognichollos que espero no os haya causado demasiada ansiedad. Lo hago rodeado de un bitcoin que ha superado ya los 50.000 dólares y de un panorama tecnológico que (afortunadamente) no ha cambiado demasiado en los últimos días.
Pero claro, siempre tiene que haber algo especialmente notorio incluso en un periodo corto de tiempo. Para mí la noticia de estos días ha sido el anuncio de LastPass, cuya modalidad gratuita ya no es tan gratuita. Antes tenía una versión gratuita que permitía usar el servicio en los dos tipos de dispositivo, móviles y ordenadores. Ahora esa versión gratuita solo se podrá usar en uno de esos tipos (algo que curiosamente ya fue así hace años durant una breve etapa): si quieres mezclar su uso entre tu móvil y tu ordenador (que es lo que hace prácticamente todo el mundo) tendrás que pagar.
Eso, claro, ha generado un buen montón de quejas por lo mismo de siempre. Cuando algo te ha salido gratis o barato, que deje de salirte gratis o te salga menos barato es muy mala noticia. Ha ocurrido en numerosas ocasiones, y el de LastPass no es ni el primero ni el último de los servicios que cambian sus modelos de pago. Fijaos por ejemplo en lo que pasó hace poco con Google Photos, que en unos meses eliminará el almacenamiento ilimitado y gratuito en alta calidad. Ya comenté que para muchos eso era una puñalada trapera, y convertía a Google (otra vez) en la mala de la película cuando antes había sido esa empresa ideal de la muerte que no podía cometer fallos.
El caso es que lo de LastPass es un ejemplo claro de esa filosofía que estamos viendo una y otra vez en servicios de internet y que nos sigue sorprendiendo: un servicio estupendo se lanza a buen precio o a precio gratuito, empieza a ganar volumen y más y más usuarios y se hace viral. Todo es fantástico, muy proletario, con música de violines rusos detrás y todos los usuarios felices de poder disfrutar del servicio by the face.
Pero es que el todo gratis no existe, queridos lectores, y los creadores de ese servicio acaban cayendo en los dos modelos de negocio rentables hoy en día.
- El de la publi: usas el servicio, pero todo lo que haces con él queda registrado y puede ser utilizado
en tu contracon fines (normalmente) publicitarios. Es aquello del célebre 'si no pagas por el producto, tú eres el producto'. Google funciona así y usa esa información para su inmenso negocio publicitario, como también hace Facebook. Robinhood es otro caso reciente: no te cobra comisiones por las operaciones de compraventa de acciones porque identifica tendencias de mercado gracias a toda esa información que le ceden sus clientes. Luego vende información sobre esas tendencias y se saca un pastizal por ello. - El de la suscripción: usas el servicio, pero pagas por él. Aquí el truco está en lograr un volumen de usuarios lo suficientemente alto para que el modelo de suscripción pirule. Aunque tu servicio sea la pera, es difícil que no haya alternativas gratuitas válidas, así que la idea es lograr acostumbrar a toda esa gente a tu servicio para que 1) sea muy cómodo de usar y estupendo (a ser posible más que la competencia) y 2) cambiar de servicio sea tan costoso que la gente pague —aunque sea— por no tener que enfrentarse al cambio.
Es ese segundo modelo el que más daño está haciendo ahora mismo a mucha gente que creía en el gratis para siempre o en el barato para siempre. Pero no es así, queridos lectores, porque nadie regala nadie y todos queremos ganar más pasta con lo que hacemos, yo incluido.
Con lo de LastPass pasa exactamente eso: han visto que ya tienen volumen, así que cambian las reglas del juego: si quieres usar nuestro estupendo y cómodo servicio, paga por él, majete. Te dejamos usarlo un poco, claro, pero si quieres hacer todo lo que hacías (y más), apoquina.
Como en esos tuits de ahí arriba, me sorprende por tanto ver que la gente se queja tanto de estos movimientos que vemos constantemente. Amazon subió (y seguirá subiendo) las cuotas de su suscripción a Prime, Netflix subió (y subirá más próximamente en España) la suscripción a su servicio, Google subió su suscripción a Photos y muchos periódicos que antes se leían online ahora comienzan a poner muros de pago para que pagues por lo que antes leías gratis.
Qué desfachatez, ¿no?
No.
Es, insisto, ley de vida. Y me resulta algo hipócrita quejarse de que alguien te cobra por algo que él crea, cuida y mantiene para que puedas usarlo y disfrutarlo. Eres muy libre de irte a otras alternativas como 1Password o Bitwarden que sean mejores o más baratas (o gratuitas, yo uso KeePass, por ejemplo, y aunque no es mejor que LastPass, es gratis), pero si realmente valoras ese servicio o contenido, paga. Después de todo, ¿a ti te gusta que te paguen por tu trabajo, no? Pues lo mismo todas esas empresas desalmadas que nos cobran por servicios que usamos y disfrutamos a diario.
Luego están las otras, claro. Las que "regalan" cosas como Gmail o Facebook y luego nos roban el alma en forma de datos: no nos cobran dinero, pero yo casi preferiría que lo hicieran. El truco en uno y otro caso es siempre el mismo, insisto, y si puedes replicarlo —lo que no es nada fácil— te aseguro que te harás igual de rico que toda esta gente. Por si no te habías dado cuenta, es básicamente el del titular.
Primero consigue usuarios y hazte indispensable.
El dinero vendrá después.