Harry & Sally en autocaravana

Harry & Sally en autocaravana
autocaravana

—Ea, Harry, aparca ahí, que hay otra autocaravana al lado.

Harry vio el hueco y la autocaravana. Maniobró con destreza para aparcar en batería y situó la fragoneta en una perpendicular perfecta gracias a su pericia la cámara trasera de la autocaravana y a Sally, que se había bajado para ayudarle un poco.

—Níquel Harry. Ale, prueba superada. Nuestro primer aparcamiento exitoso, mira qué b... —Sally se interrumpió. Un chico que pasaba por allí le estaba diciendo algo. Harry, con la ventanilla bajada, no oía lo suficiente.

Sally siguió hablando con el chico, que hacía gestos señalando la caravana y una zona más alejada. Sally se despidió sonriendo y le contó de qué iba todo eso.

—Harry, que tenemos que aparcar en otro lado. Que aquí invadimos la calzada con el culo de la caravana y se nos cae el pelo como pase la policía. Mira bien la caravana de al lado.

Allí estaba, en primosoro primer plano, una receta estupenda que le había caído al propietario de la susodicha. El tipo había aparcado en una perfecta perpendicular, como Harry, pero se había ido sin la advertencia de nadie, y le habían colocado una multa estupenda en el parabrisas de su estupenda autocaravana.

—Joer, qué chaval más majo. Nos ha salvado de una buena.

—Sí. Es que él también venía en autocaravana. Qué buen rollo —dijo Sally.

Efectivamente pocos metros después había sitio en línea, justo detrás de otra autocaravana. Tras maniobrar un poco, Harry y Sally salieron con sus pequeños y celebraron su primer aparcamiento exitoso y sin riesgo de multas. Se estaban haciendo un selfie mientras Harry comentaba la jugada para inmortalizar el momento cuando un tipo que pasaba les confirmó la buena nueva.

—Ahí no os van a multar, no. Está perfecta.

—Ah, ¿sí? —Pregunto Harry para confirmar.

—Sí, sí, ahí no pasa nada. La gente un poco más allá está invadiendo la calzada y la policía se ha puesto las botas.

Resulta que el tipo también venía de otra autocaravana de por allí. Estuvo hablando un buen cuarto de hora con Harry y Sally, que se empezaron a dar cuenta de que el rollo autocaravana era como muy familiar, como muy de compartir truquitos y sabiduría. Se fueron felices de allí a visitar el pueblo donde estaban, Hondarribia (aka Fuenterrabía), que les dejó absolutamente asombrados.

—Madre mía Harry. Esto es una pasada. Qué bonito todo.

***

Y así termina la historia de Harry & Sally, porque no tengo muchas fuerzas para enrollarme contando todas las vacaciones de Semana Santa xD. Sí que quería compartir aquí la aventura, y tras la experiencia yo le daría un merecido siete y medio. ¿Por qué no un diez?

Pues por fallos de novato. Lo de la autocaravana tiene su encanto, desde luego, pero no es para todo el mundo. Yo puedo ser muy famoso, pero también soy comodón, y la cama de la autocaravana tenía un defecto y solo uno: la almohada. Era demasiado finita, y yo soy de almohada más bien gordita. Total, que dormí bastante mal esos días, y ahora entiendo mejor que nunca a esa gente que se lleva (¿os lleváis?) la almohada de viaje.

Luego está el tema de la planificación: es buena idea tener claro —antes del viaje— plantear la ruta para tener al menos un par de áreas de párking de autocaravanas buscadas. Nosotros lo hacíamos sobre la marcha y perdimos bastante tiempo en eso. Hay aplicaciones —con el alquiler nos dieron accceso a una versión premium de Caramaps— y también webs varias que ayudan, pero como digo, siendo novatos era un poco complicado buscar.

El salto del tigre con los flysch de fondo. Ele.

Eso, claro, te pone nervioso. Es lo primero que le pregunté al chico que me la alquiló, que era más majo que las pesetas. A ver compi, qué hago si llego a un área y está todo ocupado, y luego voy a otra y también. Pues nada, me dijo, es un vehículo privado: puedes aparcar como si fuera un coche, pero ni se te ocurra "expandirte" —abrir ventanas, toldos, dejar una mesa fuera, en fin, acampar— en la vía urbana porque te crujen. Y luego, claro, conviene aparcar donde veas cierta seguridad y, a ser posible, otras autocaravanas o campers. ¿Puedo aparcar en la playa? Pues hombre, que yo sepa lo normal es que no, así que sacarse la foto de Instagram igual es difícil salvo que la saques y te pires.

Total, que salvo esas dos cuestiones el viaje fue perfecto. La autocaravana era estupenda y muy cómoda —a ver, el espacio es el que es, pero te puedes apañar perfectamente— y de hecho la ducha era sorprendente buena. No cocinamos demasiado porque PINTXOS pero estaba todo súper bien pensado, como muy japonés.

Todos los armarios y cajones con seguros para evitar aperturas accidentales durante la marcha, todo en compartimentos súper bien organizados, las ventanas todas con cortinillas que doblaban como mosquiteras y oscurecedoras, y había incluso una tele con pelis instaladas que el propietario había colocado para que los enanos se entretuviesen en trayectos o mientras estabas parado allí descansando/durmiendo.

Luego está lo de las aguas grises, las aguas negras (el "poti", qué nombre tan gracioso) y lo de rellenar agua o enchufar para recargar baterías. Lo hicimos todo salvo lo último, porque no llegamos a pernoctar en un área con enchufe. Por resumir: no tiene misterio hacerlo, pero cuidado: hay que hacerlo con regularidad.

¿Y cómo está lo de las autocaravanas en España? Bueno, solo puedo hablar de la costa vasca y me temo que lo que nosotros conocimos es la sensación de que la gente de autocaravana y camper es un poco la apestada del turismo: te suelen mandar a cierta distancia de los núcleos urbanos. Eso tiene cierta lógica: evitas callejuelas —imagina el momento entrar en una calle demasiado estrecha y quedarte atascado, ays— pero también te obliga a estar un poco alejado.

Al final era una caminata extra, pero claro, esos días no vivimos ni una sola vez el momento "despertar en la playa" que uno asocia mucho con esto de las autocaravanas y las camper. ¿Que hay áreas de esas? Seguro. Nosotros no las catamos, pero intuyo que cuando vale la pena estar allí, la demanda debe ser brutal y probablemente haya gente dejando ya la autocaravana en esas zonas para luego poder ir en agosto a vivir en la autocaravana y surfear.

Por lo demás y si tienes cierta planificación —no llegar a las áreas más tarde de las 17 o las 18 por si acaso se llenan— es un invento, porque llegas, aparcas, te das el paseo y hala, a disfrutar del sitio con la tranquilidad de que luego estás en tu hotelito móvil. Tiene ventajas sobre el plan coche+hotel (haces probablemente menos kilómetros, entre otras cosas), pero no estoy seguro de que salga más barato: las autocaravanas rondan los 130-150 euros/noche (hablo de cuatro personas durmiendo) en esa temporada que las cogimos según modelo, así que probablemente nos hubiera salido más o menos igual coger hoteles e irnos desplazando (con las maletas a cuestas de un lado a otro, eso sí).

Yo ya me imaginaba que la cosa no me iba a flipar a lo bestia, pero me ha parecido súper gracioso. Sobre todo por hacerlo con mis niños, que se lo han pasado pipa y supongo que recordarán esto como un viaje diferente y especial. Yo lo hubiera hecho en su caso, porque recuerdo con cariño los viajes con mis hermanos enlatados en un Chrysler 180 hasta Galicia 8 horas y no eran ni mucho menos tan glamourosos.

La libertad que ofrece la autocaravana es también estupenda porque puedes ver con más tranquilidad más cosas. Nuestra idea era visitar pueblos de la costa de Guipúzcoa y Vizcaya y hemos venido absolutamente maravillados. Hondarribia, acoixonante. Zarautz (Zarauz), Getaria (Guetaria), Zumaia (Zumaya, ostras los flysch), Lekeitio (Lequeitio) y Bermeo, espectaculares también, aunque Hondarribia los gana a todos. Gente guay, sitios guay, pintxos superlativos. Aupa.

El caso es que no estaba seguro de escribir este post y tampoco de hacerlo en modo Harry & Sally —no compensa escribir esas historias, no parecen cuajar mucho salvo por algún que otro fan—, pero me he decidido a hacerlo porque 1) quería saber si alguno es aficionado a este mundillo (puede que alguno de los que me leéis tengáis autocaravana) y 2) he leído esta mañana algo que parecía destinado a que escribiera esto.

Se trata del reportaje de The New York Times titulado 'I Lived the #VanLife. It Wasn’t Pretty.' en el cual una redactora del periódico contaba su experiencia de una semana recorriendo Yosemite en una camper. Si sois del gremio el artículo puede que os duela un poco porque pone a parir la experiencia, pero es que lo hace con gracia y salero —que ya es difícil en inglés— y aceptando una realidad: que ella no estaba destinada a ese tipo de experiencia y ese viaje se lo confirmó.

Todo era incómodo, cutrillo y perrofláutico, decía. En una camper me imagino que la cosa puede ser más complicada, pero diría que en una autocaravana la cosa es mucho más llevadera porque hay bastante más espacio (y ducha sorprendentemente estupenda, insisto). Al final en uno de los comentarios hacían una reflexión bastante verdad verdadera: hay gente que es de autocaravana, y hay gente que no.

Yo diría que soy de los que no, pero oye, la experiencia ha valido la pena a tope. ¿Me haría ahora un viaje más largo con lo que sé?

Por supuesto. Ya tenemos pensado destino, por cierto. Y tengo otra cosa clarinete.

Me llevaré mi almohada.