Halt and Catch Fire, temporada 2
Ayer por la noche acabé de ver la segunda temporada de Halt and Catch Fire, esa serie que me conquistó hace un año y que de la que no estaba muy convencido de que tuviera que haber una segunda temporada.
Y lo cierto es que los temores se han cumplido un poco. La segunda temporada no es mala, ojo. El problema es que no está al nivel de la primera. Es, simplemente, pasable. Van destripes (spoilers), así que cuidado si no la habéis visto.
Lo es por muchas cosas: los protagonistas de la serie ahora siguen caminos demasiado distintos, y cada uno es casi parte de una trama independiente. Lo que antes se entremezclaba ahora se separa, y los hilos argumentales se multiplican. No solo eso: se complican con temas que no estoy seguro de que fueran necesarios para añadir interés (o alguna otra cosa) al desarrollo de los acontecimientos.
Está por ejemplo la enfermedad de Gordon Clark, que de repente da lugar a un affaire y una forma bastante rara de sacarse los temores de encima. O eso de que tanto Joe como Cameron tengan otras relaciones sentimentales bastante cogidas con pinzas.


Pero lo que no acabo de entender es esa aparente obsesión por los paralelismos con las startups actuales. Parece que estuviésemos asistiendo al relato de la creación de Facebook o de cualquier otra empresa medio potentilla hoy en día en lugar de una de mediados de los 80.
Ese rollo perrofláutico del que de repente salen ideas demasiado geniales (como un predecesor del IRC, o de la banda ancha, o, alucinad, de los juegos online) cansa un poco, y a mi me resulta especialmente chocante que en la serie todos ellos basen esa revolución tecnológica en el Commodore 64 cuando era evidente que la microinformática era para lo que era. Existían máquinas mucho más capaces en aquella época en ese ámbito, y sobre todo plataformas mucho más capaces. Sin poder asegurarlo, yo diría que si alguien hubiera planteado todas esas alternativas geniales en aquella época, no lo hubiera hecho en un C64 -que conste que fue mi ordenador de la adolescencia y lo disfruté a tope-, sino más bien en algún PC, algún Mac o, ya puestos, tirando de máquinas Unix -hay un guiño a esto cuando Gordon saca de un montón del libros el manual de C de Kernighan y Ritchie-.
No sé. Es todo como demasiado actual, pero reconcebido para tener estética ochentera. No tengo ni idea de la gente que usaba las BBS y las primeras redes de datos, pero estoy bastante seguro de que en 1985 eran muy, muy poquitos. Y que nos quieran vender que ahora cualquier hijo de vecino en EE.UU. se conectara a ellas me parece un poco fantochada. Que yo sepa lo que pasaba con el C64 en el 85 era básicamente que intentaba convertirse en el referente en el segmento a base de videojuegos. Sin más. Cierto que existían BBS para el C64 -lo explican en la Wikipedia– pero por ejemplo el primer juego online fue Club Caribe y no apareció hasta 1988. Yo jamás oí hablar de él en aquella época. ¿Vosotros?
No sé. Quizás deberían haber enfocado el argumento por otros derroteros, porque a mi ese giro hacia ideas tan revolucionarias me ha pillado un poco desprevenido. Parecía otra serie, en realidad. Lástima. Veremos si hay tercera temporada -de momento no sueltan prenda- y cómo la enfocan en ese caso. Habrá que verla, aunque solo sea por curiosidad.
