Google Docs y las nuevas generaciones ante el fin de Microsoft Office

Google Docs y las nuevas generaciones ante el fin de Microsoft Office
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Dudo que mis hijos utilicen Office de forma regular algún día. Que igual sí, ojo, pero mi impresión es que a Office se le acaba la fiesta. Durante décadas la suite ofimática de Microsoft se ha beneficiado del efecto red. Todos lo usaban, así que tú también. Si había que mandar algún documento, lo mandabas en DOC, en XLS o en PPT.

Yo fui durante mucho tiempo un officedependiente. Escribía en Word documentos de todo tipo, y me gustaba eso de poder tenerlos a buen recaudo en mi equipo. Lo mismo con las hojas de cálculo de Excel e incluso las presentaciones de PowerPoint. Todas esas aplicaciones siguen siendo útiles en muchos escenarios, pero mi sensación es que cada vez menos gente las aprovecha porque ya no (o apenas) las necesitan.

Yo mismo me he convertido a la googledocdependencia, pero en realidad me serviría cualquier otra cosa. El otro día tuve que reinstalar Windows 10 en mi equipo por una historia que no viene al caso. Cuando fui a abrir una nota de prensa de trabajo que estaba en formato DOC me di cuenta de que se me había olvidado instalar Office, y quise darle una oportunidad a LibreOffice para ver qué tal pirulaba. Aquello funcionaba estupendamente, pero ni siquiera hubiera necesitado eso: podría haber cargado el DOC en Google Docs, que desde hace años convierte y adapta esos documentos casi a la perfección.

De hecho Google Docs ha ganado la partida por esas ventajas fundamentales que esgrimen todos los servicios web decentes. Son cómodos, son rápidos, son eficientes y además los puedes usar donde y cuando quieras. En el móvil o en el escritorio, da igual: tu hojita de cálculo está ahí, como tu presentación o tu guión para ese podcast que vas a grabar por la tarde.

En mi caso la cosa va más allá, y si os pasa como a mí el navegador es ese sistema operativo del que hablaba ayer sin llegar a serlo. Antes abría el explorador, me iba a la carpeta que tenía el archivo y lo abría. O abría Word, que me sugería los documentos recientes, y los abría desde ahí. Ahora solo tengo que empezar a escribir el nombre del documento en la barra de direcciones, como si fuese un blog o un medio más. Tengo una hoja de cálculo para las pruebas que voy pasando a los equipos en Xataka que no está en Excel y un documento que me sirve para ir anotando ciertas cosas importantes: basta con comenzar a escribir los títulos de esos documentos ("Prueb..." y "Cosas...", por ejemplo, aunque esos no son los títulos) para que en el navegador aparezcan sugerencias basadas en el historial. Elijo la adecuada y ale, a seguir trabajando en el documento.

A hacerlo además sin instalar nada, sin actualizar nada, sin ocuparme de nada. Esa es la batalla que ha ganado Google Docs, que tiene todo lo que tiene Office o que tiene al menos todo lo que yo necesito de Office. Que Microsoft siga vendiendo licencias perpetuas de Office (son las que yo usaba en el pasado) o que venda suscripciones a Office 365 es para mí algo asombroso: ninguno de esos productos tiene ya competencia con Google Docs para buena parte de los mortales.

Es cierto que hay gente que como decía sigue necesitando el Office de toda la vida. Microsoft se ha encargado de proteger su feudo y de hacer que ciertas cosas funcionen bien solo si uno usa Office. Pequeñas trampas que te encierran un poco en un jardín amurallado ofimático. Otras no son trampas: otras son simplemente cosas que puedes hacer en Word, Excel (sobre todo Excel, diría, que permite cosas alucinantes) o Powerpoint que no puedes hacer en sus análogas en Google Docs (o en cualquiera de sus alternativas, y hay unas cuantas).

Pero el problema real para Office no soy yo, sino las nuevas generaciones: esas para las que Office es un producto anacrónico. Uno que igual se encuentran implantado en la empresa en la que acaben trabajando en unos años porque oye, Microsoft es Microsoft y sigue cobrándose favores. Y sin embargo, esas mismas generaciones son las que ya no piensan en la ofimática, y si lo hacen no piensan como lo hacía Office. Es cierto que con Office 365 el enfoque es distinto y totalmente competitivo con Google Docs, pero ahí está el otro gran problema. Uno con el que ni siquiera Microsoft puede luchar.

Google Docs es gratis. Microsoft Office y Office 365, no.

Es, supongo, lo único que al final importa. No entiendo qué hacen las empresas gastándose dinerales en licencias o suscripciones de Office, y salvo que haya de por medio intereses y esos favores mutuos que cobrarse, diría que a Office le quedan uno o dos telediarios. Desde luego, no le quedan ni una ni dos generaciones. Esta nuestra, creo, será la última que mantendrá un poco la fidelidad a Office. O lo que queda de esa fidelidad, que en mi caso es poco.