El fin de la obsolescencia programada

El fin de la obsolescencia programada
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Genial el artículo ‘The End of the Throwaway Appliance‘ de ayer en Wired en el que el autor cuenta cómo se le estropeó el lavavajillas y la situación que se le planteó en ese momento. Tras una breve investigación detectó que el problema estaba en el panel de control (aunque también podía ser de su la placa de control), así que las opciones que se le presentaban eran las siguientes:

  1. Comprar un nuevo panel de control (100 dólares) y colocarlo. Si el problema no era de aquí, tendría que devolver ese componente y volver a intentar con la otra opción. Demasiado tiempo (y dinero) perdido.
  2. Llamar al técnico de turno para que la repare, lo que costaría desplazamiento y mano de obra para presupuesto, y solución del problema. Fácilmente 200 dólares.
  3. Comprar un nuevo lavavajillas por 300 dólares.

Con esas tres opciones parece claro el éxito de esa condena que vivimos con la obsolescencia programada. Todos los fabricantes sin excepción -nombradme uno que no- fabrican productos que tienen fecha de caducidad -algunos más lejanas que otros-. Y eso hace que esos dispositivos de usar y tirar se hayan convertido en la opción perfecta para no tener que invertir tiempo y dinero en reparaciones.

Pero puede que esa era toque a su fin, porque como comenta el autor, hay opciones cada vez más prometedoras para tratar de recuperar el control sobre nuestros dispositivos y hacer que esas reparaciones caseras estén a nuestro alcance. YouTube, proyectos como Arduino y las prometedoras -aún verdes- impresoras 3D se postulan como soluciones a esos problemas.

Eso me hace preguntarme qué pasaría si apareciera una empresa que fabricara dispositivos para toda la vida, o que al menos ofreciese -si se estropeasen, que no deberían- opciones de reparación mucho más asequibles a día de hoy. Esa empresa, creo yo, se forraría. Pero como eso parece improbable en este mundo en el que mirar al futuro de forma cortoplacista (ingresos ya) es la norma, tendremos que aguantar un poco más la respiración.