Esa incógnita llamada Chromebook
Se me está poniendo cara de cachopo de tanto comer y beber, pero entre rato y rato le echo un vistazo a Twitter en el móvil y me encuentro con cosas como esta. En ese artículo el autor explica cómo ha abandonado su MacBook en favor de un Chromebook de 250 dólares, y hace un buen alegato sobre un concepto que parece que cogerá más y más fuerza por dos razones.
La primera, que cada vez es menos raro para nosotros lo de trabajar "en la nube". Nada de guardar datos en el equipo, qué tontería: lo que mola es tenerlo todo siempre disponible en servicios y servidores de terceras partes que (casi) te aseguran que tendrás esos datos disponibles cuando los necesites por siempre jamás. Esa, como comprobó hace poco un artista al que le desapareció toda su obra de 10 años, es una de las grandes mentiras de nuestro tiempo, pero la gente no se pispa. Pero oye, lo de la nube mola que te mola, así que cedamos una vez más a la pereza y dejemos todo en manos de terceros. Ele.
La segunda, que las aplicaciones Android llegan a Chrome OS, así que de golpe y porrazo tenemos algo que se acerca mucho a la convergencia que Google podría ofrecer. No es Remix OS, pero parece una buena forma de resolver el problema aprovechando las virtudes de Chrome OS. Recuerdo esta entrada de 2010 (¡6 años!) en la que me preguntaba por el sentido que tenía mantener dos plataformas separadas, pero es que la pregunta volvía a surgir por aquí una, otra y otra vez. Chrome OS no parecía tener sentido.
Pues bien, ahora lo tiene.
De repente Google no solo tiene una de las plataformas software más poderosas de todos los tiempos -solo la App Store puede equipararse, con una Microsoft que se ha quedado curiosamente atrás en un segmento que dominaba- sino que ahora puede expandirla a un ecosistema en el que nunca había estado presente: nuestros PCs y portátiles.


En el artículo el chico daba ejemplo de algunas aplicaciones de OS X (pronto macOS) que cobraban sentido en Chrome OS gracias a sus versiones web, pero como decía eso es casi anecdótico cuando lo que podremos hacer es acceder a ese catálogo de más de 2 millones de aplicaciones -mucha paja ahí, por supuesto- para resolver nuestras necesidades sin que jamás volvamos a acordarnos de lo que era un sistema operativo de escritorio "puro".
Eso tardará en llegar, pero está claro como el agua para mí que es el futuro. Y mientras, por cierto, los chicos de Andromium siguen teniendo un éxito arrollador con el Superbook: 725.000 dólares conseguidos en menos de cuatro días, así que llegar a ese millón del que yo dudaba -yo pagaré 30 dólares más por la versión 1080p, creo- parece estar al alcance de la mano.
¿Por qué no comprarme un Chromebook y olvidarme de este accesorio para el móvil? Pues por dos razones. La primera, que como ellos mismos dicen al final el Superbook siempre será tan bueno como tu móvil: en cuanto cambies de smartphone notarás la diferencia también en este cacharrito. La segunda, que el Chromebook que me compraría seguramente sería -ya que estamos- el Pixel en su edición más reciente, y eso hoy por hoy sigue sin tener demasiado sentido. Bueno, hay una razón más de bonus: que el Superbook me mola como concepto, y hay que apoyar las buenas ideas que -espero- estén bien ejecutadas.
Con todo y con eso, parece que los Chromebooks efectivamente acabarán teniendo sentido después de todo. Y tras los Chromebooks, ojo, llegarán los Todo-En-Uno y los PCs de sobremesa. Yo tengo ganas de probar un poco CloudReady, que tiene buena pinta y permite instalar Chromium OS en muchos equipos (no todos) de forma sencilla.
Si os ha gustado el artículo, quizás queráis aportar (Atención: los 0,50 euros son solo una referencia, podéis modificar la cantidad antes de dar a “Siguiente”). ¡Gracias!
