Es hora de vetar portátiles con resolución 768p
En febrero de 2017 alguien preguntaba en Quora por qué la resolución 1.366 x 768 píxeles era tan popular en portátiles. La respuesta era sencilla: la era VGA y el formato 4:3 con el que nuestros abuelos sobrevivimos durante décadas impulsaron resoluciones míticas como 640x480, 800x600 o la legendaria 1.024 x 768 (XGA) que fue estándar de facto en la industria durante años. Nadie aspiraba a mucho más porque aquello del FullHD era para la mayoría lo que el 8K supone hoy para mucha gente.
Pero ocurrió que a alguien se le ocurrió la idea de dejar de hacer monitores cuadrados y comenzar a adoptar el formato panorámico en monitores de ordenador y televisores. El 4:3 moría para ser reemplazado por el 16:9 que se ha convertido en el nuevo estándar de facto. Eso hizo que las resoluciones tuvieran que adaptarse, y así fue como de 1024 x 768 pasásemos a 1.366 x 768, algo curioso teniendo en cuenta que esa resolución no respetaba el formato 16:9, sino una extraña relación de aspecto 683:384. ¿Qué pasó ahí?
Pues como explican en Howtogeek, que se fueron a la resolución más cercana que respetase ese ratio de aspecto. Como 768 no es divisible entre 9 Debía haber sido 1365,33 píxeles, los ingenieros parecieron tomar una decisión muy española. "Bueno, da igual, le añadimos un píxel horizontal más al panel y a tirar millas". Y así fue como nació esa resolución que durante unos años acompañó a muchísimos portátiles y que de hecho hoy en día seguimos viendo en equipos con precios atractivos.
Yo mismo he incluido alguno que otro en los Incognichollos, pero siempre lo aviso: la resolución 768p debería estar vetada por los fabricantes. Y si no la vetan los fabricantes, deberíais hacerlo vosotros, porque trabajar a esa resolución es trabajar en el pasado. Entre otras cosas, porque no aprovecharéis ese maravilloso espacio vertical adicional que os ofrecen los portátiles Full HD, normalmente algo más caros pero que desde luego recomiendo siempre a quien me pregunta. Bueno, el espacio adicional horizontal también mola, pero lo importante es que de repente podéis ver más en el mismo espacio.


Aunque la relación de aspecto no cambia, lo que cabe gracias a esos píxeles de más crece a lo bestia, y al menos en mi caso —trabajo a 2560 x 1440 en mi Dell UP2715K con un escalado del 200%— esa búsqueda de más resolución vertical es esencial porque trabajo con dos ventanas enfrentadas (una a cada lado) y con esta resolución caben un montón de cosas en cada ventana. La cosa empeora sensiblemente si paso a una 1080p, y se vuelve casi inaguantable a 768p, algo que de hecho experimenté de forma más o menos cercana con las pruebas del Modo PC en el Huawei P30 Pro hace poco.
Lo curioso es que los fabricantes tradicionales suelen tangar a los usuarios con esos paneles. Portátiles bastante pintones sobre el papel, con pantallas de 15,6 pulgadas, procesadores relativamente potentes, 4 u 8 GB de RAM y 128 GB de SSD que tienen un precio brutal y que nos hacen mosquearnos. ¿Qué tienen de malo? Pues normalmente esos paneles con resolución HD (que no Full HD) con los que trabajar es, como digo, una condena.

Ahí tenemos un buen ejemplo. Ese Lenovo de 15,6 pulgadas pinta medio bien para usuarios modestos, cumple (parece) en todo, no es brutal pero oye, no está mal por ese precio. Hasta que uno se fija en esa resolución de pantalla que está ahí medio escondida. No es un dato al que muchos usuarios inexpertos probablemente presten atención, pero de repente el portátil pierde (para mí) muchos enteros por ese dato.
Es cierto que estos equipos tienen salvación: siempre puedes conectarlos a un monitor externo 1080p (o superior) y trabajar a esa resolución en el monitor: las gráficas integradas en esos procesadores soportan eso sin problemas, pero los fabricantes quieren cortar costes donde pueden, y el panel es una buena opción. Luego meten un buen procesador , una cantidad decente de memoria, un buen SSD y ale, a tirar millas.
Lo curioso es que tenemos también el otro extremo: fabricantes que integran paneles Full HD en portátiles de 15,6 pulgadas, pero también de 14 o incluso de 13,3 pulgadas, y que incluso así tienen precios asombrosos. Aquí los chinorris son especialistas y ganan en pantalla pero pierden en todo lo demás.

El ejemplo de este Chuwi HeroBook es revelador: el diseño mola un montón, muy Ultrabook, y la pantalla de 14,1 pulgadas con resolución 1080p es desde luego muy buena opción. Pero claro, el resto de los componentes van justitos: un Atom X5-E8000, 4 GB de RAM y 64 GB de capacidad (eMMC, que no mola mucho) se quedan cortitos, aunque por 219 euros a mí me parece que el equipo es mucho más recomendable que el Lenovo. Sobre todo porque el Chuwi tiene un ranura M.2, así que le puedes meter un SSD barato (sirven tanto los 2242 como los 2280) como este de 120 GB Western Digital por 29 euros y tirar millas.
Es curioso cómo los fabricantes juegan con esas opciones para ir planteando equipos y precios más o menos atractivos para los usuarios. Me decepciona un poco que a estas alturas los portátiles con pantallas "HD" (1366 x 768) sigan estando tan extendidos, pero también me revienta que la ocpión de equipos con 16 GB de RAM suponga una diferencia de precio tan inmensa en portátiles cuando los precios de la memoria RAM llevan cayendo desde hace años y esa mejora es —en mi opinión— una de las más relevantes para un equipo tras la de contar con un SSD rapidito. Luego están otras decepciones, como la falta de puertos USB-C con conexiones Thunderbolt 3 (esto está cambiando ya), y en general mi percepción es la de que la industria nos está tangando a todos bastante salvo en contadas excepciones: los portátiles hoy en día podrían deberían ser mucho más potentes con los mismos precios actuales: nos están cobrando componentes de otra era (procesadores de 8ª generación de Intel, 8 GB de RAM, unidades SSD de 128 GB como norma) a precios de esta.
Pero lo que no tiene pase, al menos para mí, es lo de las pantallas "HD" con resoluciones de 1.366 x 768 píxeles. Si podéis huid de ellas. Corred. Lejos a tope.