En busca de la próxima Google
Las últimas tres décadas tecnológicas han estado protagonizadas por un dominio absoluto -casi dictatorial- del mercado por parte de empresas gigantescas. A ese dominio de IBM en los 80 le sucedería el de Microsoft en los 90, y a éste último, el de Google en los 2000. Esa posición dominante no es tan clara desde hace años: Facebook, Apple o Amazon (y quizás en menor medida una Samsung a la que parece que se le acaba el chollo) reclaman su lugar en la historia, pero ninguna de ellas -ni siquiera la propia Google- parece destinada a dominar el mercado en los próximos años.
En cierto modo aquellos gigantes lo tenían algo más fácil. IBM había conquistado el mercado informático empresarial, pero no parecía considerar al usuario de a pie como relevante. Microsoft lo hizo acercando la informática a todo el mundo, y Google logró lo mismo con una Internet que hasta que llegó parecía cosa de friquis. La siguiente revolución sería mucho más competida: el smartphone fue coto privado de Apple durante un par de años, pero hoy en día el duopolio iOS/Android está consolidado, y se nutre de productos y servicios (redes sociales, comercio electrónico, mensajería y comunicaciones) que a su vez están dominadas por otras empresas.
La tarta ya no es la que era. Ahora muchos quieren su pedacito -por pequeño que sea-, y curiosamente no hay un candidato evidente a tomar el testigo de esa empresa amada, respetada, temida y odiada que identificamos como el referente de toda una época.
Apple parecía poder lograrlo cuando lanzó de forma sucesiva el iPhone y el iPad, pero hace tiempo que esa capacidad disruptiva parece alejada de Cupertino. El caso de Facebook es aún más significativo: la red social más poderosa del planeta parece incapaz de mantener el protagonismo de su desarrollo, así que últimamente ha dado algunos bandazos y se ha comprado lo que ellos creen que serán los tickets de entrada al futuro. La todopoderosa Amazon parecía tener capacidad de cogerle el testigo a una decepcionante Apple, pero ni siquiera el peculiar Jeff Bezos parece haber acertado en sus últimas apuestas -al Fire Phone muchos le vemos poco futuro-. Microsoft ha logrado -a priori- adaptarse a un
futuropresente que se le escapaba, y es la única de las grandes que quizás (sólo quizás) podría en mi opinión volver a la relevancia absoluta, sobre todo gracias a esa idea de la convergencia de dispositivos que a mi me tiene bastante obsesionado.
A ellas les acompañan otras muchas que aún siendo descomunales no parecen capaces de dar ese salto. En la lista de ingresos en 2013 disponible en la Wikipedia la lista le deja a uno más bien con pocas esperanzas. En ella están Samsung, Foxconn (en un sorprendente tercer lugar), HP, IBM, Hitachi, Amazon, Sony, Panasonic, Dell, Toshiba, LG e Intel. Ninguna de ellas parece preparada para convertirse en un gigante de dimensiones históricas o de recuperar ese puesto (como en el caso de IBM). Todas ellas dicen apostar por la innovación, pero sus pasos son lentos y conservadores. Defensivos.
A la ofensiva, por supuesto, están esas miles de startups que surgen a diario y que tratan de captar el interés del usuario, la industria y, por supuesto, los inversores. No parece que tampoco muchas de ellas puedan dar ese paso adelante, aunque sí se conviertan en absolutas referencias en sus segmentos. Las Tesla, Oculus, ¿Valve?, Xiaomi, Square/Paypal y otras tantas que presentan desde hace tiempo sus credenciales animan un mercado que parece predestinado a estar dividido en parcelitas, cada una con sus reyezuelos.
Esas parcelitas parecen cada vez más pequeñas, y si no echadle un vistazo a Product Hunt, una joya que he descubierto recientemente y que permite descubrir qué servicios y desarrollos quieren ser la próxima Facebook/Google/Twitter (otra que parece estancada) y del que entre otras cosas uno se queda alucinado ante la cantidad de ideas que tiene la gente, sean originales -que las hay, aunque ahora no me salen, porras-, variaciones de ideas exitosas -como Airpnp, "el Airbnb de los baños"-, o variaciones de gilipolladas -como el absurdo fenómeno del Yo y todas sus ramificaciones-. Probablemente la inmensa mayoría se queden por el camino, pero por intentarlo, que no quede.
Y en esas estamos, en busca de la próxima Google. Si es que alguna de las grandes no la compra primero y la sumerge en el olvido, claro.