El Xiaomi Mi 9 y la infidelidad

El Xiaomi Mi 9 y la infidelidad
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A Xiaomi la tengo fichada desde tiempo inmemorial. En diciembre de 2012 la mencionaba por primera vez en Incognitosis. Era una época mágica aquella (bueno no hace tanto, pero me gusta ponerme épico), y nos asombrábamos con móviles con pantallas 1080p que dejaban en ridículo a las Retina de los iPhone. El Xiaomi Phone 2 era uno de los exponentes de aquella tendencia que tardaría en llegar a occidente.

Desde ese momento estuve atento a una Xiaomi que año tras año iba haciendo las cosas mejor. Era difícil conseguir los móviles aquí: las tiendas que los importaban eran bastante menos fiables que ahora, y solo los pedidos en grupo de algunos foros daban acceso a unos dispositivos que desde el principio destacaban por una cosa: su relación precio/prestaciones.

Mi interés personal por esos dispositivos se convirtió en profesional, claro. Xiaomi iba haciendo las cosas cada vez mejor mientras copiaba sin pudor a Apple e iba anunciando planes de expansión internacional. Tardaron, pero acabaron expandiéndose y el acceso a sus terminales se ha vuelto mucho más sencillo. Personalemente sigo prefiriendo tiendas chinas por el ahorro que suponen y no me importan demasiado las desventajas (tiempos de envío, garantías, etc), pero ciertamente lo de poder comprar un Xiaomi en Amazon era hace no mucho impensable.

Xiaomi lo ha hecho bien (o medio bien) en el terreno comercial, pero donde sigue petándolo es en su filosofía de trabajo. Pueden no ser los más originales a veces, pero hay que reconocer que sus productos son el paradigma del bueno, bonito y barato en el ámbito de los smartphones. Yo mismo acabé comprando (por fin) un Xiaomi Mi 6 hace cerca de dos años y quedé enamorado por sus prestaciones o por ese bokeh de mi vida y de mi corazón.

El problema con Xiaomi y con el mundo de los móviles es que algunos (muchos, creo) usuarios somos unos traicioneros, hipócritas e infieles. Al poco de comprar un móvil ya estamos mirando de reojo a ese otro modelo que nos hace tilín. Es más potente, tiene mejor cámara, mejor diseño, y es más nuevo. Y luego es más nuevo y está más barato, así que nos empiezan a dar teleles consumistas y nos planteamos si cambiar el móvil. No después de dos años como dicen los estudios, no, sino después de dos meses.

A mí me han tentado muchos móviles desde que me compré el Mi 6. Algunos de la propia Xiaomi (como el Mi Mix 3 o el PocoPhone) y otros de la competencia. Tengo el ojo puesto en el Huawei P20 Pro desde que lo tuve un minuto en mis manos, pero siempre me decía lo mismo. "Jopes JaviPas, que son 800 eurazos". Luego me decía que eran 700, o 600, o 550, que es a lo que los veo ahora. Y me sigo resistiendo porque creo que sigue siendo un pastizal para un rectángulo de metal y cristal. Y lo mismo con tantos otros como el Pixel 3, que también me tienta porque, como habréis notado, lo que me importa de un móvil sobre todo lo demás es la cámara.

Así que aquí me encuentro de nuevo, mirando con ojitos al Xiaomi Mi 9. Por todo, pero especialmente por esa triple cámara que promete a tope. Ya sé que DxOMark no es precisamente una referencia, pero lo han puesto al nivel del P20 Pro y por encima de los iPhone XS Max, Pixel 3 o Mi Mix 3, por ejemplo. Muy mal de cámaras seguro que no está el cacharro, pero como digo, eso no es lo único.

Estamos ante un terminal casi irresistible y que de nuevo pone el listón muy alto en precio/prestaciones. Altísimo. Lo tiene todo, o casi. El Snapdragon 855, los 6 GB de RAM, los 128 GB de capacidad, los 3.300 mAh de batería (un poco escaso aquí, diría), la carga inalámbrica, el lector de huella bajo la pantalla (¡sí!) y esa pantalla de 6,39 pulgadas que reduce el (maldito) notch a la mínima expresión. Casi prefiero eso que andar con cámaras deslizables o periscopios. Incluso creo que lo prefiero a los agujeritos que también se han puesto de moda, así que... ¿qué falla?

Pues no sé, la verdad. Que no tiene ranura de MicroSD, supongo, pero tampoco la echo (mucho) de menos en mi Mi 6. Diría que de fallar algo, me fallan los 500 euros que cuesta en AliExpress ahora mismo. Es gracioso, porque ese es un precio arrollador si lo comparamos con los de otros gama alta que han llegado y llegarán. Y aún así, me duele. ¿Qué hago?

Pues resistir de nuevo. Me he planteado una segunda opción, claro: el Xiaomi Mi 9 SE que cuesta 337 euros en AliExpress y que es una versión ligeramente recortada en procesador (el Snapdragon 712 es súper reciente y se acerca mucho al Snapdragon 835 de mi Mi 6, ojo). Aún así mola especialmente porque es algo más compacto que el Mi 9 (5,97 pulgadas para  un tamaño global que es 2 mm má salto que el Mi 6). En cámaras recorta también un poco: 48 f/1.8 (principal) + 13 f/2.4 (gran angular) + 8 f/2.4 (tele) en lugar de 48 f/1.8 (principal)+ 16 f/2.2 (gran angular) + 12 f/2.2 (tele). Eso me tira un poco para atrás porque precisamente si soy infiel y traiciono a mi Mi 6 que se a lo grande, ¿no? La idea es dar el salto es con garantías de tener mejores cámaras, y aunque no parece mala combinación, creo que invertiría en el Xiaomi Mi 9 estándar.

Pero insisto, me toca resistir. Sobre todo porque de repente se nos juntan un montón de móviles candidatos a encandilarnos y hacernos ojitos. Ayer, por ejemplo, los Galaxy S10 (tengo post pensado también para ellos aquí), y en los próximos días y semanas el resto de competidores de esta hornada pre-primaveral que marca un poco el devenir del año.

Dudo que ninguno de ellos, eso sí, pueda superar el Xiaomi Mi 9 en precio/prestaciones. Ni uno solo. Y si esa cámara se comporta como debe -y tiene pinta de que lo hará- podemos estar ante un verdadero éxito de Xiaomi, que ha logrado no contagiarse del resto de fabricantes y sigue poniendo etiquetas de precios coherentes a sus dispositivos. Demasiado coherentes, diría.

Ale, a hacer ojitos. No pasa nada por mirar, dicen.