El Xiaomi Mi 6 ya es mío (hasta siempre, Galaxy S7)

El Xiaomi Mi 6 ya es mío (hasta siempre, Galaxy S7)
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El título lo dice todo. He cambiado de móvil cinco meses después de que el Galaxy S7 (el definitivo, no el primero, que salió rana) llegara a mi vida. Durante estos meses he estado sufriéndolo y disfrutándolo a partes iguales.

Sufriendo sus defectos, y entre ellos especialmente ese botón de inicio físico que nunca acabó de convencerme por tener que estar pulsándolo como si fuera el botón de un ascensor. En mis sensaciones tras cinco meses con el Galaxy S7 dejaba claro que ese botón y el maldito sensor de huella que nunca se llevó bien con mis pobres dedos —que no le habían hecho nada malo— eran pequeñas condenas a las que estaba sometido día tras día. Menos importantes era ese diseño para blandengues (funda obligada) y alguna que otra debilidad hardware.

A su favor, por supuesto, estaba esa cámara prodigiosa de la que no puedo más que seguir diciendo que es (insisto) prodigiosa. Dudo que haya una cámara mejor en el mercado para casi todos los ámbitos, pero es que ahora he descubierto el maravilloso mundo del bokeh móvil. Pero me estoy adelantando.

Todo empezó con Sally, a la que un buen día se le cayó su OnePlus One. Pantalla a la porra que intenté reparar como hice con mi propio OnePlus hace tiempo. Lo logré, pero tras aplicar un truco adicional que creí que mejoraría el apaño acabé haciendo que la reparación acabase durando dos telediarios. Sally, que envidiaba mis fotos, dijo que pasaba de intentar reparar su móvil, y que quería convertirse en una fotógrafa móvil top, como su maridete. Eso significaba una cosa: quería un móvil igual que el mío.

Tras barajar la opción y consultar precios, se me ocurrió la idea. El Xiaomi Mi 6 acababa de aparecer y los análisis lo ponían muy bien. Eso, unido al precio rompedor al que se estaba vendiendo, hacía que se convirtiese en una buena opción... pero no para ella, sino para mí.

Dicho y hecho. Pedimos el teléfono un 2 de junio a través de GearBest por 373 euros y llegó justo dos semanas después, el viernes 16 de junio, sin problema alguno, sin sustos en aduanas y en perfecto estado. La idea, le dije a Sally, sería probarlo un par de días a ver si me convencía, y si lo hacía, ella se podría quedar con mi Galaxy S7. De no hacerlo, ella se quedaría con el Mi 6, que seguramente cumpliría con creces en tema fotos para sus aspiraciones de fotógrafa móvil top. 24 horas después ya tenía claro que Sally no iba a oler el Xiaomi Mi 6.

Era mi tesssoro.

Tan solo llevo unos días con el Xiaomi Mi 6, pero ya no hay vuelta atrás, y no la hay porque sin ser perfecto (¿qué móvil lo es?) en conjunto es un smartphone que me gusta mucho más que el Galaxy S7. Pero vayamos por partes, como diría Jack.

Copiar es bien

El diseño del Xiaomi Mi 6 es, como en muchos otros casos en los últimos tiempos, una copia bastante flagrante del iPhone 7 y del Plus. El lector de huella del frontal es un rectángulo ovalado, vale, pero los marcos inferior y superior son igual de pronunciados, la posición de altavoz y cámara frontal es súper parecido, y los laterales curvados son también seña de identidad de los móviles de Apple.

A mí, la verdad, me

la refanfinfla

importa un pimiento que sea tan parecido. El diseño es totalmente secundario en mi escala de valores móviles, sobre todo porque con esa trasera de cristal que también es protagonista en el Mi 6 lo primero que hice fue ponerle la funda de silicona que (atención) el fabricante incluye con cada teléfono vendido. Eso es un puntazo, y más fabricantes deberían seguir ese ejemplo. Sin garantizar protección total, a mí me da algo más de tranquilidad tenerlo así ahora que me he vuelto blandengue. El cristal resbala, y no tengo ganas de estar cambiando de móvil cada tres por cuatro.

En ese diseño hay algunas pequeñas diferencias con el iPhone, claro. La posición de los botones laterales de volumen y encendido es distinta, y la verdad es que a mí me gustaría (por costumbre) tener los de volumen a un lado y el de encendido a otro. No es el caso en el Xiaomi Mi 6, pero no es un problema insoportable: creo que puedo vivir con ello.

En el diseño de la cámara dual, no obstante, Xiaomi le ha ganado la partida al iPhone 7 Plus, sobre todo porque no hay protrusión ninguna, algo que hace que el diseño sea más elegante. No es que tampoco vaya a ganar ningún concurso por ello, pero a mí personalmente me gusta que la trasera sea totalmente plana.

El conector USB-C domina la parte inferior flanqueado por los altavoces, y en la parte superior tenemos el puerto de infrarrojos (por probar, aún no he trasteado con él), mientras que en el lateral izquierdo está el puerto con ranura dual SIM, que en mi opinión es una opción desaprovechada porque ya puestos los diseñadores de Xiaomi podrían haber dado la opción de meter una tarjeta Micro SD en esa bandeja para la nano SIM como hacen otros fabricantes. No es el caso, y aunque me molesta bastante (diría que es el gran fallo del terminal), también puedo vivir con ello.

Con lo que creí que no podría vivir mucho es con la ausencia de la toma de auriculares. Ya sabéis que nunca entendí esta tendencia a hacer desaparecer los minijacks de 3,5 mm en los móviles, y sigo sin entenderlo. No me gusta tener que usar un adaptador para mis auriculares, pero al menos Xiaomi incluye uno para que puedas tirar millas si no quieres comprarte unos que usen conector USB-C directamente o unos Bluetooth. Me molesta, no veo que haya beneficios para el usuario y sí molestias, pero al menos el impacto con el adaptador es medio reducido. Puedo vivir con ello a tope, sobre todo cuando no uso los auriculares en mis oídos de corchopan todos los días.

Y ya está. Demasiado he hablado del diseño. Por dios, que esto es un rectángulo de cristal, como todos los demás.

Bendito lector de huella dactilar

Si recordáis mi análisis del Galaxy S7, maldije desde el principio hasta el final ese lector de huellas con el que me llevé a patadas desde el minuto cero. Con el Xiaomi Mi 6 ha ocurrido lo contrario. Hay amor.

De hecho, después de la tragedia griega sufrida con el móvil de Samsung, encontrarme con un lector que funciona a la primera siempre y que lo hace de forma instantánea es como ver la luz tras recorrer un túnel infinito. Es algo que cambia totalmente la experiencia de usuario, una de esas tonterías que había vivido en pruebas con otros terminales pero que nunca había usado a gusto en mi día a día con un terminal propio.

Poder desbloquear el móvil con un mecanismo tan eficiente es algo que para los que no lo han hecho de forma cómoda cambia el esquema de uso. Una de esas opciones (repito) tontas que demuestran ser cruciales porque cuando no las tienes las echas demasiado de menos. Bendito lector de huellas. ¿Cómo es posible que Xiaomi pueda hacerlo tan bien y Samsung tan mal? Sé que aquí hay experiencias de todo tipo, pero aunque he oído y leído cosas buenas y malas del lector en los S7, no he oído o leído nunca cosas malas de los lectores que integra Xiaomi. Por algo será.

MIUI 8 mola

Lo de estar metido en este ámbito me permitió descubrir los dispositivos de Xiaomi hace bastantes años, cuando por aquí eran poco conocidos. En aquella época conseguirlos era más difícil y arriesgado que hoy en día, pero lo que sí que uno podía probar con facilidad era su ROM MIUI, que estaba disponible para otros terminales.

Yo probé MIUI en abril de 2011, y ya entonces aquella interfaz me causó una gran impresión. Lo hizo porque cogía buenas ideas de iOS —que en aquel entonces iba por delante de Android, algo que ya no ocurre— y las adoptaba combinándolas con las virtudes de Android.

La evolución de MIUI ha sido muy buena, y aunque hay opiniones para todos los gustos en temas de capas de personalización, MIUI es una capa que mola. No tanto como Android puro, lo admito, pero desde luego yo me siento cómodo con ella.

Hay algunas cosas curiosas que no recordaba en MIUI, como el hecho de que el gestor de tareas es bastante distinto del de Android. No hay botón de "Cerrar todo" (al menos de momento, que yo sepa), y no puedes cerrar la tarea "actual" desde la que invocas el gestor. Es raro e ineficiente, pero una vez más puedo vivir con ello. El no tener cajón de aplicaciones también es curioso, pero nunca he sido de tener muchas aplicaciones "escondidas" así que no es un tema que me preocupe.

Las notificaciones y el menú de acceso rápido también son ligeramente distintos a los de un Android puro, pero lo cierto es que al final visto uno vistos todos: en mi formato de uso esas pequeñas diferencias no suponen un gran cambio, así que acostumbrarme a esa interfaz no me ha costado nada. Eso sí, a ver si alguien me explica esto: en el Galaxy S7 cuando desactivaba el modo avión al levantarme solo se activaban los datos móviles, no la conectividad WiFi. En el Xiaomi MIUI lo hace perfecto y activa ambas conexiones, que son las que estaban activas cuando habilité el modo avión. Pequeñas tonterías que suman puntos.

Rendimiento sin fisuras, pero sin milagros

Una de las cosas que me atraía de tener el Xiaomi Mi 6 era poder disfrutar de esa bestia móvil que es el Snapdragon 835, el procesador tope de 2017 (al menos por ahora) y que me garantizará que aquí no pasaré por problemas en todo el tiempo que ande con este móvil a cuestas.

Como indiqué con el S8, esto no es un análisis al uso en el que las cifras tengan relevancia. Es un análisis de sensaciones, y las sensaciones, como en aquel caso, son muy buenas. No perfectas, ojo, porque por ejemplo (a falta de indagar) el modo ráfaga de la cámara es mucho peor que el del S7, que no tenía problemas para tirar 30 fotos en un pispas.

Aquí la conclusión —no es necesario explayarse mucho— es que el Mi 6 va sobrado para lo que yo hago normalmente con el móvil, que es relativamente poco. Todo va, eso sí, más fluido que en el S7, que tenía pequeños pero perceptibles retrasos al lanzar aplicaciones o cambiar de unas a otras. En el Mi 6 esas latencias existen, pero son más pequeñas, lo que ayuda a esa fluidez que uno percibe al usar un móvil que va suelto le eches lo que le eches.

A ese rendimiento le ayuda una pantalla fantástica, bastante más honesta que la del Galaxy S7 y que demuestra claramente que es absurdo tirar a resoluciones por encima de los 1080p en estos teléfonos.  Se ve muy, muy bien, y eso también se nota cuando uno ve las fotos que tiras con el móvil (más sobre esto más adelante) y cuando lees sin parar tanto el WhatsApp de turno como en el navegador (en el móvil sí que tiro de Firefox continuamente desde hace tiempo) como algún libro en la app de Kindle que para mí es una de las imprescindibles desde hace tiempo.

En batería, por cierto, más alegrías. El Snapdragon 835 no marca grandes diferencias con el 820 y el 821 en potencia (algo más se nota en gráficos, eso sí), pero donde sí la marca es en eficiencia. No he hecho pruebas concretas y no os puedo dar números, pero a mí la batería me aguanta día y medio sin toser, y mi sensación es que es sensiblemente mejor que la del S7. También en la carga, ojo, que es hiperrápida, así que aquí minipunto y punto para Xiaomi también en este apartado.

Lo cierto es que como decía en el titular de este apartado, al final lo de tener un Snapdragon 835 es una pijada para la mayoría de situaciones. No voy a ganar a nadie escribiendo WhatsApps, viendo Twitter o navegando por internet, pero donde sí ayuda (o debería hacerlo) ese procesador es en eso otro que tanto me importa en un móvil desde hace tiempo: la cámara.

Que viva el bokeh

Lo de las fotos con ese efecto tan de moda llamado bokeh no es algo ni mucho menos nuevo. Lo es un poco, eso sí, en fotografía móvil, donde el iPhone 7 Plus lo descubrió al mundo móvil. En realidad el precedente lo sentó primero Lytro con sus cámaras raritas y luego los fabricantes de móviles (recuerdo el maravilloso e icónico Lumia 1020), pero nadie había ofrecido ese efecto de profundidad de campo o bokeh en tiempo real hasta que Apple lo logró con su móvil tope de gama.

Xiaomi es una de las que ha copiado la idea, aunque yo ya la había probado en algún terminal fantástico como los Mate 9 o los P10 de Huawei. La ejecución es sencillamente fantástica, y aquí el mérito es tanto del hardware —con esa cámara dual que combina un "falso tele 2X" con un objetivo normal— como del software, que hace que combinar ambos objetivos permita obtener resultados tan destacables.

Eso ha hecho que de repente tenga en mis manos una versión bastante decente de mi DSLR a la hora de sacar retratos. He sacado algunas fotos de prueba para comparar el S7 y el Mi 6, pero en ninguna de ellas salen personas porque, sinceramente, no me gusta salir mucho por aquí (salvo haciendo saltos) y tampoco quiero sacar fotos de familia o amigos. Aquí podéis ver algunas de esas comparaciones inevitables en plan rápido, solo he tocado niveles con Photoshop para luego pegar cada foto del Galaxy S7 al lado de las del Mi 6.

Esta es una forma bastante pobre de comparar las capturas. De hecho al verlas a posteriori se nota que el Galaxy S7 captaba mejor el rango dinámico, pero creo que es porque no activé HDR en el Mi 6. Con esas capturas y sin ejemplos del modo retrato con personas —tenéis muchas comparativas por ahí, aquí un ejemplo— vais a tener que fiaros de mi palabra.

Básicamente podría resumirlo todo en un calificativo: fantástica. Así es la cámara dual del Xiaomi Mi 6. Es cierto que en según qué situaciones el S7 marca la diferencia. Por ejemplo a baja luminosidad, donde el Mi 6 pierde algunos enteros. El caso es que yo saco pocas fotos en esas condiciones y no entiendo la manía por sacar fotos de noche en esos análisis en profundidad de las cámaras móviles.

Aunque puede que el S7 esté un poco por delante en calidad final de las tomas y el sensor, es en el modo retrato donde el Mi 6 marca la diferencia, y eso marca la diferencia para mí, que como padre henchido de orgullo le saco fotos a mis niños cada tres por cuatro y ahora con el bokeh quedan aún más guapos de lo que ya de por sí son (que ya es decir). Las fotos son espectaculares con este efecto, aunque es cierto que a veces el resultado puede ser algo artificial.

Es cierto que el S7 tiene el modo de enfoque progresivo, pero los resultados (tendréis que creerme de nuevo) son, sin ser malos, peores que el Mi 6, y sobre todo más molestos de producir. Tienes que sacar la foto, ir a editarla y seleccionar enfoque cercano para luego guardar la nueva foto. Vamos, un tostón. En el Mi 6 todo es directo, y ya solo por eso (sin contar los resultados) la cámara me parece una pasada.

Conclusiones: hasta siempre, Galaxy S7

Como decía, en 24 horas ya tenía claro que iba a cambiar de móvil. El Mi 6 corrige buena parte de los defectos del Galaxy S7 y lo hace además portándose casi tan bien en el modo de cámara normal y superándole en ese llamativo y adictivo modo retrato.

Es cierto que no tiene resistencia al agua y que el valor del móvil se reducirá bastante más que el del S7 si algún día quiero revenderlo, pero todo eso queda ensombrecido por ese lector de huellas y esa cámara dual con la que da gusto juguetear.

Los defectillos tampoco son para tanto. Me molesta no poder tener ranura Micro SD, pero lo de los auriculares no es para tanto (me temo que es lo que acabaremos diciendo mientras despedimos al minijack) y llevarse un adaptador de Micro-USB a USB-C (además del cable de carga) no será problema por ejemplo en viajes porque Sally es infalible con los preparativos.

Total, que todo son buenas noticias, amigos lectores. Tengo un auténtico smartphone chollo, Sally tiene su ansiado Galaxy S7 y esto me ha servido para contar otra aventura en el blog, que no es poco.

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