El reloj que no mató al Fitbit

Lauren Goode en The Verge:

NPD estimates that nearly 33 million fitness trackers were out there in the wild by the end of the fourth quarter of 2015 (though, not necessarily being worn —see earlier point), compared with 13 million smartwatches. And Fitbit still holds a whopping share of the activity tracking market, accounting for 79 percent of sales.

Ahí lo tenéis: las pulseras cuantificadoras están a la orden del día, y aunque es evidente que su precio medio (NPD lo estima en 109 dólares) es  muy inferior al de los relojes inteligentes, los relojes inteligentes no se las han cargado como hubiera podido pensarse inicialmente.

En realidad cometí el mismo error dos veces. Pensé que las tablets acabarían haciendo desaparecer al lector de libros electrónicos -no lo han hecho- y también que los relojes inteligentes acabarían con Fitbit y otros fabricantes de pulseras cuantificadoras.

Cuando pensaba sobre ello lo tenía aparentemente claro: asumía que los lectores de libros electrónicos no aportaban nada especialmente significativo a la ecuación. Pero lo hacían, claro: más agradables a la vista, nada de distracciones durante la elctura, y una batería eterna. Argumentos demasiado importantes para desestimarlos.

Lo mismo ha ocurrido con los wearables: se han convertido en algo que te puedes poner sin dar el cante, son dispositivos simples que no complican la experiencia de usuario y se centran en lo que tienen que hacer y, de nuevo, tienen baterías casi eternas -al menos si uno las compara con las de los relojes inteligentes-.

Espero no cometer el mismo error de nuevo. Un dispositivo que hace algo (relativamente bien) además de otras muchas cosas no es necesariamente mejor que otro que solo hace ese algo aunque lo haga muy bien. De hecho, la mayoría de las veces la experiencia de usuario es peor cuando uno simplemente buscaba que ese producto hiciese bien solo ese algo del que hablaba.

Bien por los dispositivos simples que hacen bien lo que tienen que hacer.


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