El quinto poder

El quinto poder
pabloherreros
€œI believe in equality for everyone, except reporters and photographers.€

La cita es del bueno de Gandhi, que probablemente hubiera querido modificarla si hubiera visto más programas de cierta cadena televisiva de nuestro país. Una cadena que forma parte del llamado cuarto poder, y que como otros medios de comunicación masivos tiene una influencia real y directa sobre todos los que ven los telediarios, escuchan la radio y leen la prensa. Es prácticamente imposible -bueno, salvo en The Newsroom- lograr ser objetivos en un medio de comunicación, pero mucho me temo que nuestra realidad sea totalmente lo opuesta. Lo difícil ahora es encontrar un medio de comunicación masivo que sea mínimamente objetivo. O quizás si lo haya. Pero ya no hablaríamos de un cuarto poder, sino de un quinto poder.

Internet.

La red de redes tiene una gran diferencia con los medios de comunicación tradicionales: es casi absolutamente anárquica. No importa que esos mismos medios de comunicación tradicionales traten de hacer de Internet su particular feudo: probablemente no lo lograrán, porque afortunadamente Internet es -al menos de momento- una entidad incontrolada e incontrolable, en la que sobre esos medios se imponen por primera vez las voces individuales de los internautas, algo de lo que no hace mucho hablaba también el bueno de Daniel Cuñado. Puede que muchas de ellas no se escuchen nunca lo suficientemente alto, pero estamos asistiendo constantemente a casos en los que una sola voz individual puede cambiar las cosas.

Es el caso de un chico muy majete llamado Pablo Herreros. Un chico que hace unas paellas más que decentes, que baila flamenco de forma muy aceptable -según nos ha contado un pajarito-, que es muy salao y muy buena gente,  y que hace poco más de un año inició casi sin quererlo una particular cruzada contra uno de esos programas que echan en cierta cadena televisiva de nuestro país. Un programa que pagaba a ciertas personas por su asistencia cuando lo éticamente correcto y lo moralmente correcto hubiera sido no hacerlo. Aquella iniciativa le supuso a este chico muchos quebraderos de cabeza, muchos mensajes con dedicatoria -tanto buenos como malos- y muchas horas dedicadas a una causa que muchos considerábamos justa.

Un año después y con todo prácticamente enterrado y olvidado, esa cadena televisiva tuvo la mala idea de devolver aquella iniciativa y toda la polémica que la acompañó a primera plana. La demanda judicial contra ese chico que lo inició todo provocó seguramente el efecto contrario al que esa cadena hubiera querido. Porque como sucedió hace un año, decenas de miles de voces individuales volvieron a unirse para ser escuchadas. Uy no. Fueron aún más. 170.319, para ser exactos. ¿La consecuencia, por fin adecuada y a tiempo? La retirada de esa demanda que afortunadamente devolvería las aguas a su cauce y dejaría a este chico tan majete recuperar a tiempo completo su rutina, sus paellas, su flamenco y su salero. Ole. Bien por el quinto poder.