El jugador imposible

El jugador imposible
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Mi padre tuvo claro durante mucho tiempo que Di Stéfano había sido el mejor futbolista de la historia. Lo decía de forma contundente. No había discusión. Da igual que le preguntaras por Pelé. Nah, tampoco era para tanto. El problema, claro, es que no lo vio jugar.

Eso fue hasta 1986. Hasta que llegó el barrilete cósmico.

Ahí a mi padre se le acabaron las certezas. No recuerdo que lo dijera de forma tan contundente, pero si hablábamos del tema no recuerdo verlo ya tan seguro. Maradona era demasiado especial. Demasiado inigualable, para lo bueno y para lo malo.

Yo no vi jugar a Di Stéfano ni a Pelé. Supongo que vi algo de Cruyff, pero era pequeño y no me acuerdo. No creo que Johan tuviera mucho que ver con ellos dos, y estaba más bien en un escalón intermedio. Pero a todos ellos los superaba Maradona. Lo hacía de largo. Era, para mí —y reconociendo que me faltaba probablemente perspectiva— el mejor futbolista de la historia.

Lo decía de forma tan contundente como mi padre antes que yo. Sin aceptar demasiadas discusiones o querer perderlas. Y entonces, a mediados de los 2000, empezamos a ver a un futbolista de otra galaxia. Messi parecía tan especial como Maradona. Más incluso que otros cracks a su alrededor.

Mira que había habido genios, ojo. Hay unas cuantas listas por todos lados que tratan de agrupar a los más grandes —en esta de 2014 The Guardian le pone en el puesto 51, jarl—, pero como digo, Messi era diferente. Lo era incluso al compararlo con Cristiano Ronaldo, su eterno rival en ese olimpo. Messi no es nada mediático, y de hecho su timidez parece que casi molesta. No es un jugador especialmente esforzado —se mueve menos que todos los demás—, y seguro que a los argentinos les reventaba que pareciera jugar como los ángeles en F.C. Barcelona y como un jugador de segunda en la selección nacional, pero todo eso da igual: como decían en FiveThirtyEight hace años, Messi es un jugador imposible.

Fuente: @Barça_Pictures

Yo no tardé demasiado en tenerlo claro. Eso suele ser difícil para alguien del Real Madrid, pero es que yo soy un madridista desencantado y, sobre todo, pragmático. Uno que cada vez ve menos fútbol, y que cuando lo veo, o lo veía, lo hacía esbozando una mueca al ver a Cristiano Ronaldo —mira que es bueno, y mira que es chulo—y un gesto de "no puede ser" al ver a Messi. El jugador de dibujos animados. El que parece un personaje del videojuego de FIFA, que todo lo hace bien y al que no ha forma de quitársela.

El jugador imposible.

Uno que es incomparable y que ayer volvió a hacer algo tan increíble como lo que había hecho Maradona aquel domingo en el estadio Azteca en Ciudad de México.

Qué final. Qué partido.

Mira que Mbappé lo intentó. Tardó en hacerlo, pero vaya si lo intentó. En la final, y durante todo el campeonato. Parecía imparable. Parecía el nuevo jugador imposible. No sé si llegará a tanto, pero lo cierto es que ayer la suerte no lo acompañó. A Messi sí, y quizás después de todo era lo adecuado: no es probable que Lionel vaya a tener otra oportunidad como esta. Me da a mí que Kylian sí la tendrá. Mientras lo intenta, eso sí, yo lo tengo aún más claro de lo que lo tenía entonces.

Messi es el mejor futbolista de la historia.

Mi padre estaría de acuerdo conmigo. Seguro.