El futuro de Apple, cómo no, es ARM

Os lo dije. No diréis que no os lo dije, ¿eh?. Lo hice en 2017 (dos veces), 2016, 2015 (dos veces), 2014 (dos veces), y 2012. Era algo tan impepinable que ya no era cuestión del "si lo hacen" sino de "cuándo lo harán". Os pongo en situación citando a Mark Gurman ayer en Bloomberg:

Apple Inc. is planning to use its own chips in Mac computers beginning as early as 2020, replacing processors from Intel Corp., according to people familiar with the plans.

Boom. Gurman es uno de los pocos periodistas tecnológicos que tiene contactos potentes en Apple, así que lo que dice suele ser verdad verdadera. Que yo sepa se ha equivocado poco en sus filtraciones, así que todo parece confirmarse. En un par de años veremos los primeros MacBook basados en procesadores ARM de Apple, que supongo que serán básicamente variantes súpervitaminadas de los actuales Apple A11 Bionic.

Para los que no lo recuerden, ese procesador móvil era capaz de presumir de un rendimiento similar al MacBook Pro de 13 pulgadas en ciertas pruebas, lo que volvía a dejar claro (una vez más) que estos procesadores podían ser una opción más que interesante para futuros portátiles e incluso sobremesas de la firma.

Ese logro se suma a muchas otras circunstancias que desde luego han tenido que ver con la decisión. La más importante de todas, no obstante, no tiene nada que ver con ese rendimiento, sino con control. Con ese bendito control que Apple busca tener en todo lo que hace.

A la empresa de Tim Cook nunca le ha gustado tener que depender de terceros, así que ha ido rascando donde ha podido para librarse de aliados que durante cierto tiempo le vinieron bien. Lo hizo cuando compró PA Semi en 2008 para diseñar sus propias CPUs para los iPhone e iPad, y también cuando el año pasado se deshizo de Imagination Technologies para diseñar también sus propias GPUs para estos dispositivos.

En The Verge Vlad Savov apuntaba a otra potencial razón, y es la de que Intel ya no avanza como hacía en el pasado. Aquí Savov tenía un poco de mala baba y criticaba la falta de novedades, lo mucho que nos están haciendo esperar con los 10 nanos o la falta de una hoja de ruta que no existe porque Intel "ya no tiene secretos que guardar". Es cierto que se han quedado atrás y que escándalos como los de Meltdwon y Spectre no ayudan, pero como digo la razón de que Apple pase de Intel es, insisto, la de tener aún más control. La de no depender de nadie para sacar sus MacBooks o iMacs cuando les venga en gana.

Ya puestos, a tirar de MacBook casi sin marcos. Imposible diseño si la cámara está ahí abajo, Apple nunca lo haría. El notch afortunadamente está ahí para salvarnos la vida. O no, claro. Fuente: Behance

Hace tiempo que no es difícil pensar en un MacBook basado por completo en un procesador ARM, y la gran duda no está en el hardware, que básicamente podrá cumplir sin problemas con las necesidades de los usuarios. La gran duda está en el software. ¿Qué sistema operativo gobernará esos equipos? ¿Qué pasará con todo el software actual?

He escrito largo y tendido sobre ello en Xataka así que no me repetiré demasiado, pero aquí dos claves: iOS y Marzipan. Creo firmemente que a macOS se le acaban las pocas papeletas que tenía para subsistir. Es un sistema operativo que está en fase de mantenimiento, pasando ITVs y esperando a convertirse en histórico. El futuro de Apple es iOS, punto.

Eso sí: puede que esa nueva era en la que tendremos un sistema operativo para dominarlos a todos éste tenga que cambiar de nombre. Si macOS desaparece e iOS no es del todo apropiado porque estaba orientado a dispositivos móviles, quizás nos encontramos con un AppleOS con un diseño tan espectacular como el que planteaba Aurélien Salomon en Behance. Venga, por inventar que no quede.

Pero claro, si usan iOS en esos equipos, ¿qué pasa con todo el software actual? Pues de eso van las transiciones, queridos lectores, de hacer que el pasado desaparezca lenta pero inexorablemente. Bloomberg ya desveló el proyecto Marzipan en diciembre de 2017, y el objetivo está totalmente relacionado con ese futuro ARM: Marzipan no es más que una plataforma que permitirá crear binarios universales (a lo Windows 10) para que se puedan ejecutar esas aplicaciones tanto en iOS como en macOS.

¿Y eso cómo funciona, JaviPas? Pues fácil. Yo desarrollo un cliente de Twitter como aplicación universal y compilo dos veces, una para ARM y otra para Intel. Pongo a disposición ese binario en la App Store y el usuario no tiene que pensar en nada porque la App Store descargará e instalará el binario para su plataforma en cada momento. Si usas uno de los "antiguos" MacBooks (por ejemplo) descargarás y ejecutarás el binario compilado para Intel x86. Si usas uno de los nuevos, descargarás y ejecutarás el binario compilado para ese "Apple C10" (por diferenciarlo de la familia A para móviles, venga).

Eso permitirá que ambas arquitecturas coexistan cierto tiempo. ¿Cuánto? Pues el que decida Apple, que supongo que dejará al menos un par de años de margen para que todos vayan migrando a los nuevos equipos. Aquí seguro que me saltan los talibanes de macOS y dicen aquello de "pero qué burrada JaviPas, yo voy a seguir queriendo usar mi Final Cut Pro X en mi iMac Pro diez años más".

No, no vas a querer majo.

Y no vas a hacerlo porque en 2021, o 2022, o 2023, va a aparecer el Recojo-iMac-Pro. Así lo veremos anunciado, claro, con Schiller poniéndonos los dientes largos y Federighi contándonos lo bien que va Final Cut Pro XI en ese maquinón basado en sus nuevos Apple C20 NuclearFusion.

Puede que te resistas un tiempo, pero caerás como todo el mundo acabó pasando de aquellos maravillosos PowerMac G5, por ejemplo. Lo harás porque la tecnología avanza y tarde o temprano acabarás avanzando con ella. O puede que no lo hagas y te conviertas en un frikazo de aquella época vintage en la que todo el mundo usaba Macs con Intel. Y comentarás cómo molaba todo y la traición que sentiste cuando Tim Cook anunció la migración a ARM en la WWDC de 2018 o en la de 2019. O más bien no.

No sé vosotros, pero yo tengo unas ganazas importantes de que llegue 2020. No tanto por las máquinas en sí, sino por poderlas poner a parir por aquí. O quién sabe, igual acabo comprándome una de ellas y afirmando que son las mejores de la historia. No sería la primera vez.