La única revolución del iPhone X es su precio

La única revolución del iPhone X es su precio
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Es una lástima ver cómo una y otra vez asistimos a ese espectáculo en el que un dispositivo que lo cambió todo se ha convertido en un argumento que demuestra que a Apple ya le importan poco las revoluciones prácticas.

Son muchas las pegas que le veo a este iPhone X (veremos cuánta gente dice "diez" en lugar de "equis", que suena cutre a más no poder), pero ya me conocéis, sería raro que pudiese quedarme callado ante una propuesta que básicamente copia lo que había y lo vende como si de repente todo lo que hace Apple valiese mucho más de lo que valía en otros terminales.

Empecemos por la pantalla, argumento fundamental de un iPhone X que una vez más quiere entrarnos por los ojos (y lo consigue, ciertamente). Esa pantalla es de nuevo un canto a la irrelevancia que Apple da a la función sobre la forma. Todo es diseño, así que si puedes poner una pantalla sin marcos rara, hazlo.

https://twitter.com/thomasfuchs/status/907773207268220928

La famosa muesca de la parte superior permite que el nuevo sistema Face ID pueda funcionar sin problemas, pero acaban siendo un elemento que aunque queda muy bien en las fotos es una condena para la experiencia de usuario y, supongo, para los desarrolladores.

Una de las demostraciones la tenéis en ese tweet de arriba. Adiós a ver las páginas web ocupando toda la pantalla, a no ser que uses un fondo negro para disimular todo.

Los vídeos no se verán completos porque esa muesca, y si quieres disfrutar de la imagen podrás cambiar el aspect ratio y que aparezca todo enmarcado entre barras negras verticales y horizontales. El horror, como se puede ver aquí. Que sí, que la pantalla es OLED y que tienes más diagonal en menos tamaño, pero todo eso ya lo tienes en otros terminales no Apple sin estos problemas.

Luego está Face ID, un sistema biométrico sobre el que tengo serias dudas porque su integración no solo afecta a la autenticación, sino a otro componente esencial de la experiencia de usuario: el botón de inicio que Apple integró de forma magistral en los primeros iPhone y que se convirtieron en la clave de su usabilidad. ¿No sabes cómo te has metido ahí? No hay problema, botón de inicio y todo resuelto.

De repente perdemos eso en favor de un sistema de gestos táctiles que en la demo de Apple parecían interesantes, pero que en ningún caso podrán igualar a todo lo que ofrecía ese botón, siempre accesible, siempre dispuesto, y siempre eficiente. Con uno o dos toques resolvías tu problema. Ahora lo harás con gestos que podrán salirte a la primera o no, y que además complican otra operación: el desbloqueo del terminal que tendrás que hacer en varios pasos. Primero encenderlo, luego mirarlo, y luego deslizar el dedo hacia arriba para acceder al inicio. Insufrible, y todo para poder integrar una pantalla sin marcos que como digo no es superior funcionalmente a las de sus competidores. En Apple descartaron la solución obvia: poner el botón de inicio detrás.

El funcionamiento de Face ID como sustituto de Touch ID es también una incógnita por el momento, y aunque Apple promete que será tan rápido y estupendo (y mucho más seguro) como Touch ID, no tengo claro que ganemos en usabilidad, sobre todo porque la propia naturaleza de un móvil el lector de huella es más adecuado que el reconocimiento de cara o iris, algo de lo que también hablé recientemente. Mi percepción me dice que la seguridad es inferior al menos en un punto: es más fácil convencer a alguien de que mire a un punto concreto de que toque un punto concreto en un dispositivo.

https://www.youtube.com/watch?v=sjlHnJvXdQs

Más cositas: atentos, amigos que pagáis 1.159 (por un móvil de 64 GB no ampliable en capacidad, ahí es nada) o 1.329 euros por el iPhone X: Apple dedicó 10 minutos a hablar de los animojis, una característica efectista, estúpida y absurda que deja claro que en Apple siguen tratando de despistar con fuegos artificiales. ¿Cuál es el valor de esta característica? ¿De verdad es necesario en tu vida poner tu voz a un perro de dibujos animados que imita tus expresiones? ¿Es eso una prioridad a escala mundial? Por dios.

Algo más interesante me pareció la característica Portrait Lightning, que tampoco es nueva —los efectos sobre el desenfoque ya eran fantásticos en el Huawei Mate 9 que probé hace tiempo, por ejemplo— pero que al menos puede tener cierto sentido práctico. Complicando eso sí la experiencia de usuario de la aplicación de cámara del iPhone, que destacaba por su sencillez y que poco a poco se va contaminando de esa afición por llenar de chorradas herramientas en las que normalmente menos es más.

Queda casi como anécdota la integración de carga inalámbrica (poder usarla no saldrá barato, solo el cargador rondará los 60 euros) y la carga rápida que llevamos años disfrutando en smartphones Android. Mucho más interesante (de lo poco destacable, diría yo), es ese procesador Apple A11 Bionic que de repente da el salto a los seis núcleos, que integra un neural engine que es especialmente llamativo —puede que sea la joya de la corona por lo que apuntan aquí— y que además integra por primera vez una GPU de tres núcleos (número raro) que según Apple es un 30% más rápida que la que Imagination Technologies puso en los iPhone 7. Por cierto, veremos cómo acaba el culebrón, porque habrá demanda.

El diseño no es algo que me llame la atención en ningún móvil, pero está claro que si hay un apartado fuerte en el iPhone X es este, tanto por la citada pantalla sin marcos como por la trasera de cristal. El acabado final no me convence (soy muy fan del diseño de los iPhone 5, por ejemplo), y tampoco lo hace el cristal que sufro en mi Xiaomi Mi 6, aunque eso sí, siempre protegido por la carcasa que el fabricante chino incluye en el paquete.

La última gran pega es lógicamente la que más ha dado que hablar. Acabo de publicar 'El iPhone X inicia la era de los móviles de gama súper alta: exclusivos y muy, muy caros', y no puedo añadir mucho más al respecto, así que me cito a mí mismo, que mola:

El móvil se ha convertido en una commodity, en un producto que ya es accesible a todos los públicos, pero como ocurre con la ropa o los coches, hay un elemento que va más allá de las prestaciones o el diseño. Como en estos mercados, al final cuenta tanto o más la imagen y percepción que tenemos de un producto que su calidad o sus prestaciones reales. El argumento es "ya que me gasto el dinero" —y cada uno se lo puede gastar en lo que quiera, que para eso es suyo— "me lo gasto en el tope de gama porque seguro que es mejor que el resto".

Y lo que Apple consigue es precisamente: que percibamos que el iPhone X tiene que costar 1.400 euros. Aunque no los valga. Aunque ningún móvil los valga. Qué locura.

Una locura que es la única verdadera revolución de este iPhone X. Hace un ratito comentábamos entre los compañeros de Xataka ese alto precio, y aun siendo desorbitado ya hay quien está esperando a hacerse con él. Al preguntarles si me podían dar un argumento racional para hacerlo, no pudieron dármelo. Para ellos, como para todo el que compre el iPhone X, este móvil y este precio simplemente logra que tengas la percepción de que no hay nada mejor (siquiera igual) en el mercado. Eso, lógicamente, no es así. Hay cosas iguales y mejores —y hablo objetivamente— a precios (mucho) más bajos. El problema es la percepción de que no lo son.

Pero oye, hay gente para todo. ¿Que quieres gastarte 1.400 euros en un móvil? Perfecto, porque cada uno se gasta el dinero en lo que le da la gana, y si al final te compensa, aquí paz y después gloria. Lo que lamento, como decía al principio, es que en Apple envíen un mensaje engañoso. Anuncian el iPhone X diciendo "Dile hola al futuro", pero como apuntan en Bloomberg, yo diría más bien que si esto es el futuro, es más bien aburridillo.