Dictaduras y democracias (tecnológicas)

Ayer ya mencioné lo de los debates entre firmas de medios tecnológicos, y hoy aprovecho de nuevo esa idea pero cambiando un poco de tercio. En esta ocasión el artículo que ha originado la discusión ha sido What the Heck is Happening to Windows?, una diatriba de Paul Thurrot en su famoso blog dedicado a Windows en el que pone a caer de un burro las decisiones que se tomaron y se están tomando con Windows 8 y con Windows 8.1.
Thurrot no se corta un pelo criticando el desastre de diseño que ha sido Windows 8, pero para mi lo más interesante es la idea en el trasfondo de esa crítica: la de que las dictaduras tecnológicas pueden funcionar mejor que las democracias (también tecnológicas). (Aviso: Me ha salido un post algo largo, así que si queréis seguir leyendo, ya sabéis, pinchad un poquito más abajo y a la derecha)
Y cito:
Windows 8.1 Update 1 again proves that design by committee never works, and that by not strictly adhering to a singular product vision, the solution that is extruded out to customers on the other side is messy, convoluted, and compromised.
Qué bien suena eso de design by committee, y qué difícil traducirlo de forma que quede igual de bien en español. Da igual. Aquí la comparación es obvia, y es la misma a la que alude Thurrot. Por un lado tenemos la forma de operar de Steve Jobs, ese singular genio que dejó claro desde el principio que todo lo desarrollado por Apple eran lentejas. Ya sabéis, las comes o las dejas. My way or the highway. O como dijo el propio Jobs en una frase que resume buena parte de su política de desarrollo de productos:
People don't know what they want until you show it to them
Qué frase más cojonuda. Pocos podían decirla, claro, pero desde luego Jobs --la personificación de las dictaduras tecnológicas-- era uno de ellos. Solo había una visión, y lo que opinasen los usuarios importaba (o eso ha parecido siempre) poco o nada.
Y luego tenemos el otro lado. Una actitud mucho más disciplente con los usuarios. La de una Microsoft que en los últimos tiempos no solo escucha a los usuarios: les hace caso y atiende sus demandas. Está pasando con Windows 8, Windows 8.1 y el Update 1 de esa última versión, que precisamente trata de responder a las críticas de muchos usuarios. Casi todas ellas, como sabéis, relacionadas con el protagonismo que la interfaz Metro tenía respecto al escritorio clásico. Pero lo importante en esa reflexión de Thurrot es esa certificación de que en Microsoft tenemos un buen ejemplo de democracia tecnológica. Al menos en los últimos tiempos, porque como explica Thurrot en su post, Windows 8 fue en realidad el "bebé" de Sinofsky, otro genio con una actitud muy Jobsiana (mon dieu, qué palabro) al que el fracaso de este SO probablemente le haya costado no ser ahora mismo el próximo CEO de Microsoft.
Thurrot tenía una idea muy clara de cómo debería ser Windows. Básicamente menciona que debería ser lo que era hasta que salió Windows 8. Deberían, dice este analista, centrarse en lo que funciona. En los usuarios empresariales y en los usuarios que lo utilizan con un único objetivo, la productividad:
But given the way things are going, Windows should evolve into a system that is laser targeted to the customers who will in fact continue using it regularly. That's mostly business users, but even when you look at the consumers who will use Windows, that usage is almost entirely productivity related. Windows should focus on that. On getting work done. On an audience of doers. Job one should be productivity.
Argumentos poderosos que parecen convincentes hasta que uno se encuentra con la respuesta de WinBeta, redactada por Mark Wilson, y que concede mucho valor (¿quizás demasiado?) a esa democrática actitud de Microsoft. No le falta razón en su penúltimo párrafo:
There is absolutely nothing wrong with presenting users with choice, and there is even less wrong with listening to them and adopting Windows to meet requirements. The claim that Microsoft is "trying to please everyone" is one that sticks. Of course Microsoft wants as many people as possible to like and use Windows -- this just makes sense -- and it follows that their product would be adapted as deemed necessary.
Así es: escuchar a los usuarios suele ser lo acertado, porque son ellos los que acaban utilizando tu producto. Hay excepciones raras en que las dictaduras tecnológicas funcionan, y Apple era (atentos al tiempo verbal) una de ellas. Y lo era (insisto, en pasado) porque tenían a alguien que además de ser un gestor fantástico, tenía un don irrepetible: el de saber qué productos funcionarían y cuáles no. Esa visión ha desaparecido en Apple en mi opinión --el incoherente iOS 7 es un buen ejemplo-- y aunque no dudo de la capacidad de innovación e incluso disrupción de esta compañía, sí que tengo serias dudas sobre si esa visión que tienen de sus futuros productos llegará siquiera a ser minimamente acertada.
Y cierro con mi opinión personal sobre ese debate, ya que estamos. Ambos puntos de vista vuelven a tener argumentos contundentes: estoy de acuerdo en que Microsoft debería centrarse en los usuarios que seguirán usándolo de forma habitual, pero también me parece esencial el otro punto: las opciones son importantes, y facilitar a los usuarios un método de trabajar en modo táctil o no ha sido y es un acierto de Windows 8. De hecho, Windows 8 me parece también un acierto por esa mirada a un futuro en el que lo táctil parece que conquistará irremediablemente nuestro mundo.
El único error (grave) de ese sistema operativo ha sido cederle de buenas a primeras todo el protagonismo a la interfaz Metro. Si lo hubieran hecho al revés y la hubieran dejado casi como un campo de experimentación, otro gallo hubiera cantado. Seguro.