Despidiendo 2020

Despidiendo 2020
road-ahead-2021
Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la Gare d'Austerlitz.

Canta Sabina 'Peces de Ciudad', con ese comienzo enorme y eterno, mientras escribo el último post de este año. Vamos allá.

Mi hermana Bea mandaba el otro día unas fotos. No eran unas fotos cualesquiera. Eran unas fotos que su pareja hacía desde su móvil fotografiando la pantalla del suyo. Unas fotos horribles en calidad y maravillosas por lo que mostraban.

En ellas aparecíamos toda la familia junta, pero separada. En una perfecta cuadrícula 4x4, riéndonos y disfrutando de un ratito de videoconferencia que nos daba la oportunidad de contarnos qué tal nos iba.

Creo que (al menos en parte) recordaré este año por eso: por ver a mi gente en un recuadrito en la pantalla de mi móvil. Esa ha sido la norma en este 2020 que acaba y que nos ha tenido confinados. Un año especial y distinto. Para muchos, supongo, un año horrible. Algunos lo califican como 'El año perdido'.  Es lo que hace The Guardian Weekly en el ejemplar que cierra estos doce meses.

A mí no me lo parece.

Me atreveré a decir algo más. Ha sido un año bueno.

Muy bueno, si tenemos en cuenta las circunstancias. Mi familia y mis seres queridos estamos bien, hemos tenido más (y mejor) trabajo que nunca y hemos pasado buenos ratos con la gente que nos importa. Han sido como decía ratos distintos, claro: unos cuantos los hemos vivido a través de esas videoconferencias en las que la conversación es a menudo atropellada y en los que unos nos pisamos a otros porque la tecnología no parece preparada aún para detectar que a los seres humanos nos encanta interrumpirnos.

Lo comentábamos esta mañana tempranito mi mujer y yo. Acurrucaditos en la cama, haciendo balance. Extrañados por ver en Twitter tanta gente que manda a la mierda el 2020, que querrían no haberlo vivido jamás. Para muchos es justo y lógico hacerlo, porque para ellos ha sido un año terrible: hay quien ha perdido a seres queridos y hay quien ha perdido trabajos y negocios. Desgracias personales y profesionales que ciertamente justifican maldecir la pandemia y todo lo que ha traído consigo. Para todos ellos entono esa misma frase. A la mierda 2020.

El problema es muchos de los que quienes reniegan tanto de este año, o al menos esa es mi sensación, es gente a la que le ha sentado muy mal que le quiten sus derechos adquiridos. Yo quiero irme de vacaciones, yo quiero cenar y tomarme un copazo, yo quiero reunirme con mis colegas, yo quiero salir a dar un paseo si me da la gana. Niños malcriados que parecen tener todos los privilegios y ninguna obligación. Niños para los que el sentido común es el menos común de los sentidos.

Me alucina y me entristece ver a toda esa gente que no ha entendido que este año tenía que ser distinto y que había que adaptarse. No por lo que dijera un presidente, sino por lo que decía la ciencia. Y aún así, lo de siempre. Daban igual los contagios y las muertes: yo soy inmortal y a mí no me toca. Hasta que llega el maldito segundo —muy distinto al bendito maldito segundo— y te toca. O le toca a alguien que quieres, o que al menos está ahí cerquita.

Pero la gente erre que erre, como si pasarse en casa tres meses trabajando, viendo series y haciendo la compra online fuera como vivir la III Guerra Mundial. Por favor. No digo que no haya sido un rollo o que no haya sido cansado. Digo que ha sido un rollo absolutamente soportable.

Yo, insisto, solo puedo dar gracias por un 2020 en el que no me ha pasado nada realmente malo. De hecho la mayoría de las cosas han sido buenas, tanto en lo personal como en lo profesional.

Y por encima de todo, insisto, todos estamos bien.

Al 2021 solo le pido eso. Por favor. Que estemos todos bien.

No quiero nada más.

Luego podemos soñar, claro. Soñar que las vacunas funcionan, que conseguimos arrinconar a la pandemia, que podemos volver a la vida normal. Que podemos darnos la mano, abrazarnos, besarnos. Tomarnos algo juntos, sin recuadritos en la pantalla. Eso sería maravilloso, sin duda.

Pero lo importante es que estemos todos bien.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Feliz 2021.

Imagen  | Unsplash