Dos semanas con Linux en el Dell XPS 13
Mi relación con mi Dell XPS 13 está siendo agridulce. Aunque el equipo tiene muchas virtudes, no está exento de problemas. Cuando conté aquí mi experiencia algunos comentasteis que las cosas cambiaban si uno hacía uso de una distribución Linux en este equipo.
Dicho y hecho. Tras aquella breve experiencia con Linux en mayo, hace aproximadamente dos semanas instalé una Ubuntu GNOME 15.04 -prefiero este entorno de escritorio a Unity- y quise probar cómo se portaba durante un periodo prolongado en mi rutina diaria.
La instalación no es especialmente compleja -hay algunas guías específicas como esta, y este repo en GitHub ayuda a resolver dudas- , y al poco ya estaba trasteando con Linux como en los viejos tiempos. La distro me hizo un poco la puñeta porque las extensiones de GNOME no se podían instalar de forma fácil -se quejaba de que no detectaba GNOME, tócate- pero aún así las cosas fueron relativamente bien desde el principio.
Como muchos dijisteis, la sensación es la de que todo va bien en el equipo si uno usa Linux. El monitor externo con el que trabajo se detectó en todo momento -también tras la suspensión del equipo- e incluso el touchpad parecía ir más suave. No del todo fino para mi gusto -aquí sería cuestión de toquetear ficheritos de configuración-, pero no iba mal.
La ventilación parece ir también aceptable aunque de nuevo saltaba con situaciones no especialmente intensivas, pero nada demasiado preocupante. Recuperar la potencia de la consola era un plus añadido -hay que ver lo que uno gana en ciertos momentos con un par de comandos- y hasta tenía mi cliente de Slack para Linux recién salido del horno para el chat interno del trabajo. Todo estupendo.
Y sin embargo, echaba de menos Windows. No por nada en especial, o quizás sí. En algunos momento Chromium se quedó atontado cuando abría Asana o alguna otra pestaña -quizás porque tenían scripts un poco raros, no logré deducir la causa-, y debo reconocer que no poder usar Photoshop -no me hago a GIMP- e incluso Office -un día tengo que escribir sobre la “compatibilidad” con formatos en LibreOffice- de forma nativa me acabó molestando. Incluso Shutter, una maravilla para sacar capturas, no me convencía al lado de pequeñas herramientas como SnagIt o LightShot que son compañeras inseparables en mi día a día. Sí que tuve algún problema con la tarjeta de sonido, que dejó de funcionar tanto en Ubuntu como en Windows 10 (mantuve arranque dual), y solo podía escuchar el audio a través de los altavoces del monitor vía la conexión mini DisplayPort a DisplayPort.


Otras muchas cosas no dieron problemas. Por ejemplo, montar mis unidades de red permanentes (mi NAS, ya lo he dicho en muchas ocasiones, es el destino final de muchas de las operaciones con archivos que realizo a lo largo del día), y probar alguna que otra pijadita también me daba ese regustillo rebelde o friqui que un linuxero veterano nunca quiere dejar del todo atrás. Pero esa vena linuxera ha quedado en segundo plano hace ya tiempo. No pasa nada, son cosas de la vida.
De hecho, no es que no se pueda trabajar en Linux. Ni mucho menos. Es que a mí me gusta más trabajar en un entorno Windows.
Así que ayer decidí volver a probar con Windows. La salida de los nuevos Dell XPS 13 con Skylake -manda
huevosnarices que en apenas seis meses de disponibilidad hayan renovado la gama, qué perros- y alguna que otra mejora adicional me abrió la puerta de la esperanza. Incluso Joanna Stern afirmaba en WSJ que los Dell XPS 15 ofrecían un touchpad comparable al de los Macs. Miré en soporte en Dell, pero nada, no había drivers actualizados, y aún así, no importaba: quería darle una nueva oportunidad a un Windows 10 pero esta vez con instalación limpia, algo que según algunos foros podía resolver los problemas.
La única duda era la de si la instalación haría que acabase con una correcta activación del sistema operativo o no. Tenía mis dudas pero un lector que ya había pasado por esa agonía (¡Hola Ignacio!) me estuvo comentando cómo en principio no debería haber problemas, algo que Microsoft también explica en su página de soporte.
Al final cero problemas salvo por la tarjeta de sonido de marras, que seguía sin acabar de funcionar. El truco aquí -no recuerdo en qué hilo de discusión de Dell lo vi- pasaba por entrar en la BIOS y cambiar el modo de inicio de “Fastboot” a “Thorough” (creo recordar). Tras ese cambio, todo listo: ya tenía el equipo de nuevo funcionando como debía.
¿Ha funcionado el cambio? Bueno, solo llevo un día y no puedo contaros mucho, pero de momento todo parece ir medio bien. Menos el touchpad, claro, que en Chrome se niega a ir como debe. Y yo es que soy muy de Chrome, maldición.
De momento parece que aguantaré, pero lo cierto es que todos estos sinsabores han hecho que este equipo no esté siendo el portátil definitivo que esperaba. Maldición.
Igual el Microsoft Surface Book lo es, je. Esperando como agua de mayo los primeros análisis en medios USA estoy. Si me da el yuyu tocará vender el Dell XPS 13 y hacerme con uno de estos prodigios. Pero bueno, sin prisas, que estas maquinitas no son baratas y está claro que la pasta no sale de los matorrales.
Menos mal que mis patrones de Patreon me cuidan. Por cierto lectores, lo de invitarme a un café al mes sigue siendo muy importante, ¿tan mal lo estoy haciendo últimamente? Mpf.
