De PDFs y hervores tardíos

De PDFs y hervores tardíos
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Me considero un tío capaz delante de un teclado. Llevo bastante más tiempo con él que sin él, así que cuando afronto algún reto tecnológico lo hago con cierta confianza en mis aptitudes. He montado servidores e infraestructuras de cero para empresas, y aparte de usuario avanzadillo soy sysadmin ocasional, algo que me viene de perlas para que podáis leer esto sin que me cueste apenas un duro y con una velocidad que ya la quisiera el Marca el País la web de la Renfe.

Lo mismo para tareas cotidianas que surgen y por las que familiares, amigos y conocidos me preguntan de cuando en cuando. Soy el informático de la familia, y tengo claro que en cada familia debería haber además un abogado y un médico. A los que les toca serlo, eso sí, que sepan que les acompaño en el sentimiento.

Dicho lo cual estoy lejos de ser infalible. Hay cosas estúpidas que se me siguen resistiendo, pero a veces no es desconocimiento o torpeza mía, sino una serie de catastróficas desdichas que se unen para hacer que algo que debería funcionar bien funcione mal. No hablo aquí del servicio web de una empresa o una aplicación medio cutre y salchichera. No.

Lo que no funciona bien, queridos lectores, es el estándar PDF. El maldito estándar PDF, a partir de ahora.

¿Qué misterios insondables se ocultan en ese estándar? Lo ignoro, pero lo cierto es que a día de hoy parece mentira que algo teóricamente tan sencillo como editar un PDF sea algo tan difícil. "Pero JaviPas, eso no es difícil", diréis.

Probad a editar un formulario PDF oficial. De verdad, hacedlo. Con herramientas gratuitas. Si lo hacéis o lo habéis logrado, contadme cómo lo habéis hecho, porque aquí tenéis a un sufridor que lleva dos días tratando de averiguar cómo hacerlo.

Todo empezó esta semana cuando por motivos que no vienen al caso tuve que rellenar y firmar uno de estos formularios oficiales. "Bah, esto lo hago en dos minutos", pensé. Ja.

Total, que me descargo el formulario y me digo: uy, si solo tuviera que firmarlo lo haría con Photoshop. Eso es ya de por sí una castaña, porque 1) Photoshop es de pago (pero al menos ya lo tengo) y 2) Photoshop considera cada página del PDF como un documento independiente.

¿Qué significa eso? Que para firmar en la última página tengo que cargar todas, guardarlas por separado como PDFs, insertar la imagen de la firma en la última, guardarla como PDF y luego juntar todos los PDFs con alguna herramienta o con servicios como la de ilovePDF, que la verdad es que en esto se porta estupendamente. Pero con todo y con eso, ese proceso es una verdadera castaña y ni siquiera era suficiente porque además tenía que rellenar el formulario.

No hay problema, chavales. Estamos en 2019 y el estándar PDF es un formato abierto (ISO 32000) desde 2008. Ya no hay que pagar royalties por su implementación, así que además de poder verlos es de suponer que haya editores que funcionen bien. Los hay, supongo, pero el problema es que ninguno de ellos es gratuito. (O sí, porque acabo de encontrar uno que los apaña, pero caray, justo a última hora, cuando ya estaba abandonando toda esperanza. Pero sigo)

Lo de la versión Pro durante la instalación ya mosquea, pero resulta que en este caso no hace falta. Viva PDF-Xchange Editor.

No al menos los que yo he probado. Empecé con extensiones como PDFfiller o PDF2Go para Firefox (el horror, son atajos a servicios web que funcionan mal o muy mal), el servicio web de DocHub y seguí con aplicaciones como ApowerPDF. Pongo los enlaces pero no debería ni hacerlo. Qué leches. No los pongo. Encima van a ganar posicionamiento gracias a mi insigne blog. En ambos casos todo es prometedor hasta que te das cuenta de que para que no te meta marcas de agua o te conserve la edición del formulario tienes que pagar por la versión completa. Es de hecho algo como muy normal por lo que veo, pero no lo aclaran demasiado y me parece un poco engaño traicionero. Para eso me compro Adobe Acrobat DC. O no, que es una suscripción y cuesta como 200 euros al año. Mon dieu.

Incluso me bajé LibreOffice y probé con Draw, que ciertamente te permite editar PDFs y rellenar formulario. El problema es que al hacerlo te descaraja absolutamente todo, y cuando vas a guardar el PDF aquello se convierte en un frankenpdf. No sirve para nada.

Tenía algo de prisa, así que me rendí a la evidencia y acabé acudiendo al método antediluviano: imprimir el formulario, rellenarlo con un boli (el de Xiaomi, claro, hay que sacarle partido), firmarlo y escanearlo otra vez. Tardé como media hora, más el tiempo perdido probando esas alternativas previas.

¿Cómo es posible que no haya soluciones populares, universales y conocidas? ¿Cómo es posible que nadie —Google, Amazon, las grandes de internet— hayan creado una herramienta que se pueda usar para este propósito y sea fiable? No sé, a ver, que estamos hablando de un formato universalmente conocido, muy extendido y muy, muy, muy utilizado en comunicaciones y trámites oficiales. ¿Por qué no plantear soluciones al respecto con las que no solo ver documentos, sino editarlos, firmarlos y guardarlos?

Todo esto me parecía tan de risa que no me lo podía creer. A los PDF les falta un hervor, pensé. Hasta dudé si escribir este post porque ahora es cuando todos me decís: "Caray JaviPas, pareces nuevo, con EsteEditorMaravillosoQueNoConocías™ puedes hacer todo lo que dices y mucho más. Y gratis". Y luego me diréis que sois gestores financieros o administradores de fincas o funcionarios de Hacienda. Así cualquiera. Pero venga, compartid esa sabiduría, porque igual soy yo, pero a mí esta situación me parece absurda.

Sobre todo cuando, atención, no hay alternativas válidas al formato PDF. Es tan bueno en lo que hace que solo han ido apareciendo opciones en nichos muy concretos y con un uso muy restringido a esos nichos. Por ejemplo, el de los libros electrónicos, con los ePUB, MOBI o AZW ya conocidos. En el ámbito del PDF solo conozco una alternativa válida muy linuxera: LaTeX, que merecería su propio post y que siempre, siempre, siempre me recuerda a un compi de facultad que llegó a dominarlo de una forma magistral y que entregaba unas memorias de sus prácticas que eran para encuadernar y vender en Amazon. Qué prodigio aquel. Teníais que verlo.

Pero LaTeX está donde está y PDF está donde quizás no debería. Qué cosas.

Epílogo: Y mientras escribía esto, como digo, hice una última prueba exitosa. La aplicación PDF-XChange Editor que encontré como una de las mejores para editar PDFs resulta que sí funciona. Lo hace con una interfaz que además está traducida al español y que es bastante apañada, copiando la "Cinta" de MS Office y con un funcionamiento al que tardé un poco en cogerle el punto pero que efectivamente da los resultados esperados: los campos para rellenar se rellenan sin modificar el resto de la estructura, como si se tratara de un formulario web (tabulador para moverse entre uno y otro, oh milagro) y los cambios se salvan conservando toda la estructura, tipografías y diseño del documento. Maravilloso. Seguro que hay más opciones, así que os dejo que compartáis aquí vuestra sabiduría. Conmigo y con el resto de usuarios frustrados con sus PDFs, claro.

Ale, que vivan un poco los PDF. Pero solo un poco.