De censuras y caos
Vuelvo de unos días de desconexión tranquilo y con las pilas cargadas y me encuentro con todo el pitote que se ha montado con el estreno de 'Capitana Marvel'. La película ha magnificado algo que nos veníamos oliendo desde hace tiempo: la internet que ha unido a tanta gente ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros.
Entonad conmigo el mea culpa. Corrompemos buenas ideas para convertirlas en malas. Facebook, Instagram o Twitter eran fantásticas hasta que dejaron de serlo. Empezamos a usarlas de formas sucias y tóxicas, y por si fuera poco quienes las crearon aprovecharon sus buenas ideas para lograr lo de siempre: más dinero y más poder. Los ejemplos están por todos lados porque no hay comunidad online que no tenga esos tintes.
En los últimos tiempos lo estoy viendo por todos lados con servicios especialmente importantes y de los que uno esperaría mucho más control. YouTube Kids da miedo, Instagram es un pozo de vanidad y postureo, Facebook y WhatsApp se usan para engañar e influir y Twitter, con todo lo que la admiro, también es un lugar potencialmente prodigioso que se ve contaminado por quienes lo usan para lo que nunca debió usarse.
Y en estas se estrena la peli en cuestión y antes incluso de hacerlo aparecen los de siempre. Los que gritan y hacen ruido y logran contaminarlo todo. En este huequito de Internet que es Incognitosis no hay problema: hace tiempo que alcancé el zen y me resbalan los trolacos, pero este es un lugar pequeño y poco atacado: la dimensión de esos ataques es tan enorme y deprimente que hace que la gente acabe rindiéndose ante la evidencia de que internet no mola como antes. El maravilloso caos se ha convertido en un caos descontrolado y tóxico.
Algunas veces eso no importa: 'Capitana Marvel' —aquí una estupenda crítica— ha arrasado en taquilla y es el sexto mejor estreno de la historia del cine, y sea buena, mala o mediocre, ha servido para demostrar que a veces el troleo (afortunadamente) no funciona.
Pero ese problema ha tenido un efecto curioso del que hablaba Antonio Ortiz ayer. YouTube de repente no era un YouTube de todos para todos, sino que era un YouTube con censura. Si alguien hacía búsquedas de Brie Larson y de la Capitana Marvel, aparecían resultados de los medios profesionales, dando mucha mayor relevancia a los "clásicos" frente a toda esa pléyade de influencers que con más o menos acierto y talento dominan ahora nuestra visión del mundo. La gente ya no se fía de la CNN, se fían de Casey Nestat. No se fían del Telediario. Se fían de El Rubius.
Y ahí está Google tomando cartas en el asunto. Diciendo "no, chavales, si esos y otros youtubers y creadores de contenido están en esos resultados también, pero muy al final". YouTube ha discriminado y, como decía Antonio, ha posicionado arriba a los medios fiables que teóricamente no contaminan (tanto) la conversación.
Aquí hay un discurso y un debate muy potente. Y muy delicado. Y muy peligroso. Viendo el caos tóxico en el que se está convirtiendo todo y esa mala baba que parece reinar en internet, ¿es el momento de censurarlo todo?
Yo pienso en YouTube Kids y digo que sí. Me paro a pensar en las burradas que se han llegado a ver en esos canales para niños y no puedo aceptarlo. Y entonces me pongo en plan talibán. O dictador benevolente, si queréis. Erradicaría YouTube Kids para empezar de cero y con un enfoque muy distinto. Uno con moderación humana y un sistema de confianza y karma en el que la gente tuviera mucho menos poder. Uno controlado totalmente por mí (o Google, en este caso) y que tuviera como máxima absoluta la calidad sobre la cantidad. Si quieres publicar un vídeo para niños, más te vale que sea para niños. Y si el primero está bien, igual ganas un poquito nuestra confianza y te dejamos poner uno al mes. Y si lo haces bien durante un año, igual uno a la semana. O algo así. Nada de despiporres. Control absoluto sobre el tono.
O lo que es lo mismo, censura al caos.
Como es un poco tarde, estamos de lunes y ando cansadete igual estoy diciendo una burrada. "Pero bueno JaviPas, no seas burro, te estás cargando la libertad de expresión", me diréis.
Pues si con eso evito que un tipo enseñe a cortarse las venas a los niños en YouTube Kids, me la cargo. Que sí, que hay una historia detrás de ese clip, que el que lo hizo jamás lo orientó a niños y era un meme de su canal. Lo que queráis. Al final es imposible controlarlo todo y ponerle puertas al campo. Lo saben bien quienes trabajan moderando burradas en Facebook, como contaban de forma magistral en The Verge. Pero insisto, igual no estaría mal poner algunas.
Igual no nos iría mal con un poquito menos de libertad de expresión. Lo difícil, claro, es determinar cuáles son los límites. Igual el señor censor decide que esto que acabo de escribir no le gusta y no lo podéis leer. Tragedia griega al canto, queridos lectores.
Mal asunto.