Llevando la cuantificación al absurdo
Guardamos todo por el mero hecho de que podemos hacerlo. Esa es la gran realidad de esa nube digital que nos rodea y nos envuelve. Los servicios que nos permiten acceder a nuestros datos y aplicaciones en cualquier momento y cualquier lugar son fabulosos en muchos aspectos, pero tienen ese problema de ser ¿casi? ilimitados en su capacidad de tragarse nuestros datos.
Al menos en el PC o portátil sabías a qué atenerte. Borrabas cosas de vez en cuando para liberar espacio y poder reaprovechar el disponible. La cosa cambia en la nube, donde cada vez más servicios prometen espacio infinito y donde guardarlo todo es tan fácil que ni nos planteamos las consecuencias. Como el hecho de que guardamos muchas cosas que deberíamos haber borrado hace mucho tiempo.
En estos trasteritos 2.0 cabe de todo, claro, y uno de los ejemplos más curiosos últimamente es el de los servicios de cuantificación personal. Esos que miden nuestra actividad física y permiten ir registrando pasos, ritmo cardiaco, calorías quemadas y escalones subidos día tras día. Porque vaya usted a saber: igual me da por preguntarme cuántos pasos di hace un año.


Esa cuantificación está saliéndose un poco de madre y ahora hay opciones de llevarla a otros ámbitos casi tan absurdos -mi opinión, que conste- como el original. Entre ellos me ha sorprendido el que nos permite cuantificar nuestra actividad sexual, algo de lo que hablaban en uno de esos artículos imperdibles que he encontrado en The Kernel. Allí el autor contaba en tono simpático -difícil afrontarlo de otro modo- cómo había propuesto a su mujer lo de ir registrando sus encuentros para poder trabajar con datos reales. Dicho y hecho, porque tras unos días pudo emitir su juicio sobre tres aplicaciones para Android que permiten registrar esos datos y además sugerir nuevas posiciones por si uno quiere ponerse creativo. Por supuesto está el apartado de la valoración, y en una de las apps tras cada encuentro había que valorar el grado de satisfacción del acto, que probablemente nunca baje de 4,5 estrellas sobre 5 porque ya se sabe, todos somos unos fieras en este apartado.
El tema no solo me parece absurdo: me parece hasta peligroso. Lo apuntaba Bruce Schneier -súper crack del mundo de la seguridad informática- en un artículo reciente en Ars Technica cuyo título ya era lo suficientemente revelador: “The importance of deleting old stuff“. Eso le hubiera ahorrado muchos disgustos a Sony hace poco, y seguramente sea una buena política para prácticamente todos los ámbitos de la vida. Quizás no para Bárcenas, claro, al que sus cuadernitos le están dando mucho juego. Y sin embargo, en muchos otros casos, tener tantos correos, tantos documentos e incluso tantas imágenes guardadas (en local o, lo más terrible, en la nube) puede acabar siendo mucho más contraproducente de lo que creemos. Lo que probablemente sí es en la mayoría de los casos es absurdo.
Pero como en el trastero cabe todo, pues ale. A guardar.