Criticad a WhatsApp si podéis
No es que yo sea muy fan de WhatsApp, pero debo reconocer que desde ayer voy a tener mucho más complicado criticar a esta compañía. La integración del cifrado extremo a extremo que anunciaron sus responsables es todo un hito para una empresa a la que siempre la estábamos criticando por esto o por aquello. Ahora lo de echar pestes de WhatsApp será mucho más complicado.
Lo explicaba esta mañana en plan un poco más técnico en Xataka. Allí hablaba de cómo el mérito no es de WhatsApp -ya la pifiaron varias veces al intentar proporcionar un cifrado medio decente- sino de Open Whisper Systems, una empresa que entre otras cosas es responsable de Signal, un cliente de mensajería recomendado -redoble de tambores- por Edward Snowden.


Precisamente el protocolo bajo el que funciona ese cliente es el mismo que el utilizado ahora en WhatsApp. Comunicaciones cifradas punto a punto que no podrán leer más que el emisor y el receptor. Nada se queda en los servidores de WhatsApp -ni siquiera metadatos que identifiquen a ambas partes-, así que por lo que parece tenemos ante nosotros una solución bastante brutal en lo que se refiere a la protección de nuestra privacidad.
Esa era una de las pegas que se podían achacar a WhatsApp, pero ahora nos quedamos sin poder machacar a los responsables del servicio por el tema. Existen algunas pegas más, desde luego: el cliente web mola por poder escribir en el ordenador, desde luego, pero sigue siendo una patata en cuanto a implementación.
En Wired hacían ayer una pequeña hagiografía de Jan Koum y Brian Acton en la que aparecen datos curiosos, como el hecho de que cuentan con 50 ingenieros, y solo 15 se encargaron de llevar el cifrado a los 1.000 millones de usuarios de WhatsApp. No me extraña que así tarden en llegar tanto las cosas, pero lo que es curioso -por decir algo- es ver las pinturris de Koum y Acton en las fotos. Si veo a Koum en el metro intentaré acordarme de dejarle un eurillo para que pueda comer algo, si eso. Madre mía.
El mérito en el proceso puede no ser de estos dos desgarramantillas, pero lo cierto es que esta decisión logra algo que parece fácil de hacer, pero que debe ser enormemente complejo de conseguir. Lo decían en Forbes:
All of this is now coming to a billion people’s pockets without them having to do anything about it
Ahí le has dado. De forma transparente, sin historias, de repente tenemos acceso a un nivel de privacidad que hasta ahora no existía en la aplicación. Hacer eso para cuatro gatos no tiene por qué ser tan complicado. Hacerlo para 1.000 millones de gatos debe complicar el problema un pelín. Que es precisamente por lo que esto es tan importante. Un milagrito, diría yo, si lo comparo con aquello que escribí de 'El milagro Microsoft'.
Qué fuerte. Jamás pensé que diría esto, pero bien por ti, WhatsApp.
Puede que no lo sepas: puedes colaborar con una propinilla en Incognitosis a través de Patreon: suscríbete y aporta una cantidad mensual si esto de leer mis entradas te compensa. Y si no lo hace, ¡pues también, hombre!
