Como si no hubiera un mañana

Como si no hubiera un mañana
tapia-2021

Algo está pasando. Yo no sé qué es, pero algo está pasando. Lo he comentado ya con varios amigos y conocidos, y todos coinciden. Quienes han ido ya de vacaciones o están en ello no paran de contar lo mismo: los sitios están petaos.

Da igual donde se hayan (u os hayáis) ido. Que puede ser a Benidorm, a Sanxenxo, al pueblo. O a Italia, o a Tailandia. O a las Maldivas. Lo que se oye, lo que se ve, es que todo está petao. Los aviones van petaos, los trenes van petaos y en los cruceros no hay sitio.

Y mejor no hablar de restaurantes, queridos míos. En los normales, los de andar por casa que están en destinos turísticos, mejor llamar con algo de tiempo. Si sois de probar restaurantes tipo Le Cocó la cosa es mucho peor: o reservasteis hace semanas/meses, u os encontraréis con un amable "estamos completos" cuando lo intentéis. Porque, insisto, esos restaurantes, chiringuitos, bares, terrazas, locales, discotecas, garitos, están total y absolutamente petaos.

Da igual donde vayas, porque prácticamente todo está (o parece estar) petao. Gente consumiendo y disfrutando, porque para eso España es el país con más multimillonarios del mundo. El Insta está echando humo con escenas de #felicidadmáxima de gente disfrutando de viajes y comidas inolvidables y de vidas de ensueño. Yo no uso esa red social, ya sabéis, pero aquí a mi vera tengo a Sally que me cuenta dimes y diretes. Ambos alucinamos y nos solemos hacer la misma pregunta a cada poco.

¿De dónde saca la pasta la peña?

Yo no lo entiendo. La vida está más cara que nunca y nuestro dinero ya no da para tanto como daba. Lo decían ayer en El País: el IPC se ha disparado al 10,8% en julio, y los sueldos han subido un 2,56%. Los precios suben, pero nuestras nóminas lo hacen mucho menos (si es que lo hacen). Es inexplicable y alucinante. Es, de hecho, como si hubiera dos realidades. Dos multiversos, ahora que están tan de moda gracias a Marvel.

En uno, al que llamaré el multiverso trágico, el de los telediarios y periódicos, todo son malas noticias. La cosa ya estaba complicada tras la pandemia, pero la Guerra de Ucrania ha sido un verdadero desastre que ha provocado que la luz, el gas y el petróleo se conviertan en productos de lujo. De momento el agua no lo es, pero con esta olita de calor que estamos teniendo ya es imposible descartarlo. Da igual, porque probablemente a estas alturas sería simplemente un tortazo más. Supongo que a vosotros también os pasa (como a los del telediario): todo ha subido, así que lo que antes os costaba 60 ahora os cuesta 100. En casa parece que estamos comprando todos los días ostras y champán, y os lo prometo: hace un montón que no como de las primeras y no me gusta lo segundo. Algo falla, porque en ese multiverso trágico todo está mal fatal. Y muy caro.

Luego está el otro. El multiverso de la felicidad. El que ves por la calle o el que te cuentan esos amigos y conocidos que se han ido de vacaciones. O el que ves, claro, en Instagram y otras redes sociales. El de la gente que no para de hacer cosas, ir a sitios y gastar pastuki como si no hubiera mañana. Porque o realmente la tienen o, como decían en Twitter estos días, porque están a dos nóminas de la indigencia. Da igual: el multiverso de la felicidad es también el multiveso del viva la Pepa, el multiverso del Carpe Diem. El multiverso de vivir como si no hubiera mañana.

Lo que pasa es que a mí no me cuadra todo esto. No puede ser que tanta gente pueda ser tan feliz y gastar tanta pastuki. No cuando en el multiverso de la tragedia se masca la ídem. Al comentarlo con la gente mi sensación y la suya suele ser siempre la misma.

La de que nos vamos a dar un tortazo colosal.

Y como vamos a dárnoslo y todo el mundo presiente que va a pasar, están (estamos) tirando la casa por la ventana y dándolo todo. Gastando lo que tienen y lo que no porque oye, al menos podremos decir eso de que nos quiten lo bailao.

Hace tiempo yo entoné también el Carpe Diem e intenté forzarme a disfrutar de la pasta ahora (un poco más) y no cuando sea demasiado tarde. Es de hecho lo que voy a hacer en mis vacaciones, que comienzan justo ahora. Van a ser más largas y caras que de costumbre —ostras lo de ir de vacances en agosto cómo sube la factura, chavales—, y en casa estamos un poco medio temblando ante este experimento. Sobre todo con cosas como lo de nuestra particular pesadilla con el coche. Por cierto: a día de hoy siguen sin solucionarlo y en el taller también cogen vacas, veremos ya en septiembre. Ante el panorama que se nos presenta con esto y el que se presenta en general, la cosa pinta, como poco, curiosilla.

Pero oye, que estoy de vacas. A disfrutar.

Como si no hubiera mañana.