Cheers

De cuando en cuando le pega a uno un sopapo la memoria. Al enfocar esta entrada me ha venido uno fuerte.

Sicilia, 1922

. Facultad de Informática de Madrid, 1993. Fernando Limón, uno de los responsables de su Centro de Cálculo, escribía de cuando en cuando correos electrónicos a los alumnos en aquellas cuentas @zipi.fi.upm.es. Siempre acababa con la misma despedida chorra con pseudotufillo friqui: “Salu2“.  (Curiosidad: conserva la misma dirección de correo de entonces, que no el cargo).

Y es que podría parecer que con ese título esta entrada iba a ser una oda a esa legendaria serie ochentera (Curiosidad 2: fue cancelada en su primera temporada para luego triunfar como la Coca-Cola) que muchos por aquí no conocerán. Pues no. Buscando inspiración me he topado con un curioso artículo en Bloomberg en el que nos hablan de todas esas fórmulas que usamos para terminar de escribir correos electrónicos.

Para los americanos, tan amigos ellos de la especialización en cualquier disciplina, lo de despedirse en los correos electrónicos es un pequeño arte. Hay docenas de posibilidades -aquí 57 ejemplos-, algunos más apropiados y otros menos según el caso, pero según la redactora del artículo original lo mejor que puedes hacer al despedirte en un correo electrónico es, irónicamente, no despedirte.

Todo acaba sonando a falso, según ella. El célebre “Best” es impersonal, demasiado manido. Insincero, vaya. Pero es que no parece haber demasiadas opciones en ese idioma que valgan la pena (“Thanks” es aceptable si realmente tienes que dar las gracias por algo a alguien), y acabo de descubrir que mis dos muletillas en este campo no es que tengan muy buena fama. Tiro mucho del “Regards” que por lo visto es anodino, pero también de ese “Cheers” que debería usarse solo si tu interlocutor está en Reino Unido.

¿Y en español? Pues aquí la regla general es la de utilizar ese “Saludos” del que hablaba al principio, pero desde luego hay variaciones para todos los gustos. Yo suelo aprovechar también eso del “Ciao” con gente de confianza, pero para temas más formales está claro que no tenemos tantas formulas como en inglés.

Con el correo electrónico también pasa lo que ya comentaba hace tiempo: que da pie a confusiones sobre el estado de ánimo del interlocutor. Tengo buenos amigos que jamás lo serían si tuviera que mantener una correspondencia electrónica frecuente con ellos, y gente que por e-mail es de lo más chisposa y que en el cara a cara se merecerían una yoya (“¡Despierta hombre, despierta!”). Así que me pasa lo de que me fallen las despedidas en contactos profesionales ya de cierta confianza (“¿Saludos?” “¿Abrazos?”, “¿Besos?”) y la otra parte te corte el rollo (o parezca que de repente quiera yo que sé, ¿ligar?) respondiendo de distinta forma. Qué estrés.

Con lo cual puede que la redactora en cuestión tenga razón. Quizá la mejor forma de despedirse en un correo electrónico sea, simplemente, no despedirse.

Podríamos hablar también de otro apartado clave de esa parte final de los correos electrónicos: la firma. Hay toda una ciencia en esta rama del postureo digital -para muchos esa firma es casi una tarjeta de visita- y aunque en ciertas ocasiones creo que las firmas pueden ser útiles, mi máxima es la de la simplicidad. Nada de firmas HTML, nada de imágenes, y datos claros y concisos. Nombre y apellidos, quizás cargo y empresa (sin flipadas, que aquí hay mucha estupidez con cargos estrambóticos en inglés) y si tenéis móvil y fijo del trabajo, se puede poner. Repetir el correo electrónico o la página web de la empresa me parece un poco ya chorra, pero para gustos los colores.

Lo que no aguanto son los avisos de confidencialidad finales que el 99% de las veces ocupan más que el propio correo y que no sirven absolutamente para nada. De verdad: te los puedes saltar a la torera. Si tenéis responsabilidades en vuestra empresa en este tema, por favor, dejad de hacer el ridículo. Ya lo decía Enrique Dans hace un porrón y no parece que le hayan escuchado, porque a día de hoy seguimos recibiendo esas advertencias legales que de primeras pueden amedrentar un poco. En Wikileaks no parecen haber hecho mucho efecto con los emails de Sony, que apuesto a que tenían tales advertencias y mirad, todos ahí a cascaporrillo, con motor de búsqueda y todo para cotillear a destajo.

A ese peñazo de las advertencias legales se les suman otros horrores como los de esas empresas que se empeñan en adjuntar por sistema diversas pequeñas imágenes que forman parte de esas firmas. A menudo me encontraba (afortunadamente la cosa ha mejorado) con correos con 20 o 30 ficheritos de 1K que Gmail gestionaba como adjuntos, cuando en realidad eran elementos partenecientes casi siempre a la firma. Y luego tocaba responder esos correos en el hilo de Gmail y a ver quién era el guapo capaz de seguir la conversación y de contestar sin perderse en esa maraña de basura que las empresas añaden al texto en sí. Argh.

Así pues, buscad el zen. Minimalismo. Pensad un poco en el destinatario, almas de cántaro.

Cheers. O Saludos.

Lo que sea.