Chapeau, Nintendo

Me descubro ante Nintendo. En octubre de 2016 hablaba de cómo para mí la Switch me parecía "un concepto gracioso. Y ya". De hecho no hacía más que ponerle pegas a ese concepto, que tachaba de incómodo, de que no iba a atraer a los jugones de nueva generación y que quedaba muy atrás en hardware y software.

En aquel comentario brillante (brillantemente erróneo, más bien) sí que acerté en algo: la gente quiere "poder jugar a los juegos de la Nintendo de toda la vida, pero en el móvil y de forma oficial". Creo realmente en que Nintendo desaprovecha una oportunidad en el móvil, aunque ha hecho tímidos acercamientos con el fenómeno 'Pokémon Go' y con 'Super Mario Run' que han sido un éxito aplastante.

Y sin embargo, ellos siguen a lo suyo con una filosofía que me recuerda a la de Apple (que parece escuchar poco a sus usuarios e ir a su bola). Puede que no siempre les haya ido bien (la Wii U no fue precisamente un éxito de ventas), pero precisamente por eso tiene aún más mérito lo que han logrado hacer con la Switch. Que no es ni más ni menos que triunfar, y hacerlo mientras de paso cerraban unas cuantas bocazas, incluida la de los chicos de Ars Technica y, por supuesto, la mía. Por listo.

De hecho insistía en lo mismo hace un año, cuando hablaba de la condena de la originalidad que parecía amenazar el futuro de la Switch. Como la Wii o la Wii U, la Switch era, ante todo, original, pero yo no veía claro que eso pudiera ser suficiente. Y una vez más me cerraron la bocaza. Por listo.

Doce meses después estamos ante una realidad deslumbrante: Nintendo convierte en oro todo lo que toca, desde su jugoso ataque frontal a nuestra nostalgia a las portátiles que parece que no se venden hasta que uno mira los números, pasando, por supuesto, por sus Switch.

No me lo estoy inventando: hoy leía en Forbes cómo la Nintendo Switch se ha convertido en la consola que más rápido se ha vendido en Estados Unidos en toda la historia. Los 4,8 millones vendidos en Estados Unidos se suman a las ventas globales, que superan los 10 millones de unidades. No solo eso, porque en su país de origen, Japón, Nintendo también ha triunfado de forma aplastante: ha vendido tantas Switch en 10 meses (3,3 millones según Polygon) como Wii U vendió en cinco años. Ahí es nada.

Las cifras son mareantes para esta generación de consolas, mucho más modestas en ventas que sus antecesoras. Por citar a la gran referencia histórica, la PS2 vendió 155 millones de consolas en todo el mundo, así que lo que ha conseguido Nintendo podría decirse que "no es para tanto".

Excepto que sí lo es, porque Nintendo ha logrado demostrar que afortunadamente la originalidad sigue teniendo mucho sitio entre los usuarios de estas consolas, y que no todos estamos cortados por el mismo patrón en la concepción de los videojuegos. Es cierto que la PS4 y la Xbox One X tienen también juegos maravillosos —muchos de ellos indie— que se apartan de los 'Overwatch' o los 'FIFA' de turno, pero el catálogo de la Switch, aun siendo ridículo en número en comparación con los de sus rivales, es brillante en calidad, o al menos eso es lo que leo una y otra vez a compañeros y a otros medios que no hacen más que poner a 'Super Mario Odyssey' (9,5 sobre 10 en Polygon) o a 'Legend of Zelda: Breath of the Wild' (10 sobre 10 en Polygon, ole) en el olimpo de los jugadores.

Lo que ha logrado Nintendo tiene todavía más mérito si tenemos en cuenta que la firma nipona sigue sin aprovechar (al máximo) uno de los argumentos críticos para muchos jugadores: el juego online. El servicio de suscripción que competirá con PSPlus y con Xbox Live sigue sin estrenarse con todas sus prestaciones (aun estando anunciado), y aún así ahí tenéis a los nintenderos, felices y contentos con unas consolas a las que ¡dios mío!

sólo

sobre todo se juega como antaño: tú contra la máquina o contra un amiguete o familiar al lado. Alucinante.

Podría decirse que todo lo que está pasando es casi mágico. Para alguien que como yo jamás ha sido de Nintendo, la sorpresa es mayúscula, y de hecho aun viendo los vídeos de los juegos no acabo de comprender el fenómeno. Diría que evidentemente la razón es que no los he jugado, pero si tanta gente habla tan bien de los Mario o los Zelda, será por algo.

Afortunadamente si por algo me caracterizo —aparte de mi depurada prosa tecnológica y mi chorro de voz, que empezáis a conocer— es por

ser un cabezón

aceptar mis errores. Me equivocaba con la Nintendo Switch, y me encanta haberlo hecho. Tanto, que si ahora quisiera comprarme una nueva consola, ésta sería la opción, tanto por su orientación también para los más pequeños como por esa victoria de la originalidad.

Bravo, Nintendo. Chapeau.