Cenas, escotes, y holandeses

Tres grupos de amigos quedan para cenar por separado en el mismo restaurante. Son todos más o menos del mismo palo. Clase media, ingresos normalitos. Al llegar al restaurante se encuentran con tres situaciones diferentes:
- Mesa A: el grupo está obligado a pagar cada uno lo suyo
- Mesa B: el grupo paga a escote, todo a pachas.
- Mesa C: el restaurante invita.
Todos se ponen a cenar y disfrutan de una (suponemos) agradable velada, y al final, claro, llega la cuenta (aunque la mesa C no tenga que pagarla). ¿Adivináis cuánto le tocó pagar a cada comensal en cada mesa?
- Mesa A: 37,3 dólares.
- Mesa B: 50,9 dólares.
- Mesa C: 82,3 dólares.
El dato no está inventado. Es el resultado del trabajo de tres investigadores que publicaron un célebre estudio de 2004 titulado "La ineficiencia de dividir la cuenta". Las conclusiones eran obvias: si sabías que tenías que pagar solo tu parte tratabas de recortar gastos, pero si al final dividías el importe final entre todos te animabas a pedir más de lo que hubieras pedido tú por tu cuenta. Si encima el restaurante invita pues ele, fiesta.
Es un resultado interesante que entra dentro de la disciplina conocida como "Teoría de juegos" y que no tiene nada que ver con jugar bien al ajedrez o, ya puestos, al FIFA. Esto va de estudiar estrategias óptimas y las interacciones en "estructuras formalizadas de incentivos", como dicen en Wikipedia. Esta disciplina se hizo especialmente famosa tras la peli de 'Una mente maravillosa', pero es además centro del pequeño vídeo de Derivando, que hace años nos hablaba de cuál es la mejor forma de pagar la cena. No os lo perdáis.
El debate se ha vuelto a poner de moda estos días, y la causa, como contaban en Magnet, era un tuit de Google Pay en el que animaban a la gente a pagar cada uno por lo suyo porque oye, esta aplicación lo facilitaba. Y ahí, como decía Andrés Mohorte, se abría un melón: el de los que prefieren pagar a escote frente a los que prefieren pagar cada uno por lo suyo.
El tema es delicado, desde luego, y seguro que cada uno tiene su visión. Lo comentábamos esta mañana en Slack los compañeros y la mayoría contaban cómo con sus amigos siempre pagan a pachas todo o como mucho van invitando cada uno a una ronda cuando se van de copas. Eso es lo natural, y ciertamente cuando estás con amigos pagar a pachas es lo suyo. No importan ni el sitio ni la comida: importa la compañía, y vas a disfrutarla igual en el StreetXo o en Le Cocó (caray, tengo que hacer alguna crítica culinaria pronto) que en el Burger King.
Eso está clarinete, pero el problema está con esas reuniones en las que igual estás con gente con la que no tienes tanta confianza o tanta amistad. Son esas cenas un poco de compromiso que haces porque oye, ya no puedes quedar tanto con tus mejores amigos. Ahí suelen surgir situaciones medio incómodas porque puede apetecerte una cosa que a los de al lado no, y claro, aparece la visión de los tendrámorro y de los menudoagarrao.
Unos y otros se criticarán mutuamente tras el encuentro, y lo que es probable es que ninguno haya acabado cenando del todo a gusto. A los primeros igual les hubiera gustado pedir la mejor botella de vino del restaurante (aunque por lo visto pedir la segunda más barata e incluso la más barata es un acierto) y a los segundos agua para todos, y así con todo. Pero al final, insisto, dará igual, porque pagarán a pachas y se irán probablemente quemados porque no han podido pedir lo que les hubiera gustado.
Seguro que os ha pasado, y seguro que eso os ha hecho pensar que cosas como Bizum era genial para apañar ese tipo de cuentas en ese tipo de encuentros. Bizum (o lo nuevo de Google Pay) pueden facilitar una solución tecnológica, pero el problema es que hay detrás un tema social y cultural muy fuerte. En España lo normal es pagar a pachas, o hacer fondo, o como digo turnarse para pagar una ronda. Es algo también habitual en nuestra hermana, Portugal, y además en países mediterráneos como Italia o Grecia. Pero cuidado, porque eso no es lo habitual en todo el mundo.
Es ahí donde entran los holandeses, que por lo visto son mucho más de pagar cada uno lo suyo. Tanto es así que hay una expresión en inglés que se usa mucho para ese tipo de escenario. 'Going Dutch' es justo esa forma de dejar claro que cada comensal se va a pagar lo suyo. Es lo contrario de pagar a escote o a pachas. De repartir gastos nada, majo. Aquí cada cual se las componga.
En Wikipedia hay una estupenda página dedicada al tema y las particularidades de distintas naciones e incluso regiones. Por lo visto en Cataluña son un poco holandeses, pero eso del going dutch es especialmente común en los países escandinavos y también en India o en Alemania. Una chica llamada Janina Lieser contaba cómo en Alemania pagar a la holandesa era lo habitual hasta que acabó viviendo en Londres y cenando con gente de distintas nacionalidades. Fue entonces cuando descubrieron Venmo, una de las aplicaciones en las que más tarde se inspiró Bizum, y que para ella "destruyó el tabú cultural" de esas situaciones.
No sé si será verdad, pero que yo sepa aquí Bizum no ha servido (de momento) para cambiar nuestra cultura. Dudo que lo haga, pero lo cierto es que el debate, me temo, seguirá ahí por siempre jamás. Seguro que aquí alguno tenéis consejos y experiencias de qué hacer en esas cenas con tendrámorros y menudosagarraos, así que tanto si estáis en uno como en otro grupo, me encantará saber qué opináis de esto.