Cashless
Los yanquis tienen un talento especial para enriquecer su idioma. No soy de allí y juzgo desde otra perspectiva, claro, pero a mí todos los neologismos me suenan bien. Como el de cashless, esa economía en la que el efectivo dejará de existir (o al menos, de tener sentido) porque otros medios de pago lo habrán sustituido (casi) por completo.
Hablaba de eso precisamente hoy en un post en Xataka del que hay mucho que rascar. Por si no os apetece leerlo, la historia consistía en hablar de DC/EP, un horrible nombre para una criptodivisa que no tiene apenas nada que ver con los bitcoin o los Ethereum de turno.
Para empezar, se trata de una criptodivisa oficial (al contrario que bitcoin y otras) creada por el Banco Popular de China, centralizada (¡herejía!) y controlada por el Gobierno chino. Atentos a lo de "controlada", que es importante.
Como otras criptodivisas, hace uso de ciertos componentes criptográficos para proteger la información de las transacciones económicas, y también hace uso de una cadena de bloques o blockchain — que a mí me suena en inglés de nuevo, porras— para gestionar la trazabilidad de todas esas transacciones. El sistema tendrá totalmente controlado si Bruce Lee le mandó 10 yuanes a Jackie Chan, si de esos 10 luego Jackie le mandó 5 a Donnie Yen o a Jet Li y, por supuesto, si todos ellos acabaron pagandole unas copas a Michelle Yeoh, que ciertamente se las merece.
El sistema permitirá saber por supuesto dónde acabaron esos yuanes, cuándo se movieron de un sitio a otro y quiénes fueron los que enviaron y recibieron cada transacción económica. El anonimato —por lo que sé— desaparece, y lo hace así una de las virtudes de las criptodivisas "tradicionales". La otra que desaparece, aún más importante, es la descentralización, porque aquí el Gobierno chino tiene control absoluto de un sistema pensado precisamente para eso. Para controlar (aún más) a la peña. Sean expertos en kung-fu o no.
¿Y cómo se harán esos pagos? Pues con el móvil, claro. Una aplicación en nuestros smartphones servirá de monedero virtual, y allí podremos tener esas moneditas de DC/EP tras una conversión que mantendrá siempre una paridad 1:1 con los yuanes (o renmimbis, aunque aquí se usa más el otro término) chinos. El nombre desglosado, por cierto, es Digital Currency / Electronic Payment, que supongo que utilizan porque (esto no lo supongo) quieren convertir esto en una moneda global que compita con el dólar en cuanto a uso internacional. Querer hacerlo es una cosa; lograrlo otra muy distinta.
Lo que parece bastante claro es que el momento elegido por el Gobierno chino para mover ficha aquí es bastante estupendo. Con todo el mundo confinado lo de hacer las compras online es inevitable, pero no todo el mundo puede acceder a pagos móviles de forma sencilla. Un sistema así convierte la idea (bendecida por el Gobierno, recordemos) en una alternativa evidente para que Bruce, Jackie, Donnie y Jet se vayan a cenar y paguen todo a pachas (e inviten a Michelle, insisto) y se dejen de mandangas de Twyps, Bizums e incluso WeChats, que por mucho que sea de una empresa con la bendición del gobierno de allí no es del gobierno de allí. "Mejor usad la nuestra, queridos artistas marciales", dirá el bueno de Xi Jinping.
Hablaba de todo esto con un amigo que hace años que vive en China. Un tipo legendario que se quiso jubilar a los 45 y estuvo a punto de lograrlo. De eso quizás hable otro día. Lo importante es que este amigo me decía que esto de criptodivisa tiene poco de cripto (filosóficamente casi nada, cierto) y que al final lo único que quiere el Gobierno chino con esto es lo que decíamos al principio: control.
Así es. Quitarse de encima billetitos, moneditas e incluso pagos en otros sistemas como WeChat que hacen que el gobierno no tenga tanto control. El uso de efectivo invita al fraude chino, a los maletines chinos y al blanqueo chino. Que son iguales que los españoles, por supuesto, pero con yuanes en lugar de euros. Con una criptodivisa digital no hay (o no parece que sea fácil que haya) fraudes, pagos en B y blanqueos de capital. Todo yuan o DC/EP que pase por el sistema estará siempre localizado, así que tratar de trampear, intuyo, va a ser tela de difícil. Ni Miyagi, oigan.
Y mientras, claro, el espíritu de las criptodivisas se va al garete. Lo comentaba mi colega, el hombre que se quiso jubilar a los 45 y no lo hizo. Con lo que molaba la descentralización, el anonimato y la privacidad. Con lo que molaba que la moneda no estuviese controlada por los gobiernos centrales.
Y entonces yo le decía que es normal que se vaya al garete. Bitcoins, ethereums, XRB y demás criptodivisas se lo han ganado a pulso. Uno solo oye hablar de ellas cuando se producen ataques de ransomware, cuando se han robado millones de dólares en bitcoins en algún exchange —mercados de compraventa de criptodivisas, algo así como puestecitos de aeropuerto de cambio de divisa, pero a lo bestia— o cuando te enteras de que las criptodivisas molan porque te permiten comprar drogas o misiles aire-aire sin dejar (demasiado) rastro. O cuando sirven para financiar proyectos fantasma a través de ICOs y que luego no llegan a nada.
Sin contar que no hay muchas que estén pensadas para ser alternativa al efectivo y a la moneda fiat —la de curso legal en cada país, vaya— porque no soportan suficientes transacciones por segundo, algo que es crucial. Imaginad a todos los Bruce Lee de China queriendo pagar una pizza con bitcoins: no podrían porque esta criptodivisa permite 3,8 transacciones por segundo. Hacer ese pago con VISA es mucho más factible porque su infraestructura y diseño permite llegar a las 1.700 transacciones por segundo (Paypal ronda las 200, por ejemplo). Está claro que todos los Bruce Lee no podrían pedir una pizza a al vez ni con la tarjeta de crédito, pero estamos hablando de una diferencia brutal. Hay criptodivisas pensadas para este propósito (por ejemplo EOS -> 3.000 TPS, Ripple -> 1.700 TPS), pero su aceptación es testimonial, aunque Ripple sí ha cuajado un poco en la banca tradicional.
Y claro, así no hay quien logre tener éxito. Las criptodivisas me parecen apasionantes y ya comenté hace meses que para mí el proyecto de la Libra de Facebook es la pera. Es un poco un híbrido de las criptodivisas tradicionales y de esta propuesta del gobierno chino: hay cierta descentralización (controlada) pero no dependencia de un gobierno u organismo central. La propuesta está ahora congelada tras las críticas de diversas entidades y expertos, pero a priori diría que la idea toma lo mejor de ambos mundos —aunque no estoy nada seguro de que elimine lo peor—.
No sé si alguna de estas propuestas acabará cuajando, pero de una cosa estoy seguro: id despidiéndoos de los billeticos y las monedicas, chavales.
Vamos a un mundo cashless. Fijo.