Cámaras de eco y pizzas con piña

Cámaras de eco y pizzas con piña
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Y cito:

En los medios de comunicación de masas, una cámara de eco (en inglés echo chamber) es la descripción metafórica de una situación en la que la información, ideas o creencias son amplificadas por transmisión y repetición en un sistema «cerrado» donde las visiones diferentes o competidoras son censuradas o están prohibidas o minoritariamente representadas.

A los seres humanos nos gustan las cámaras de eco. Nos encantan. Las adoramos. Estámos cómodos en ellas. Calentitos y confortables con los de nuestra tribu. Los buenos, por supuesto. Los guays.

¿Todo lo demás? Para los demás, claro. No quiero escuchar (demasiadas) opiniones contrarias a las mías. Es imposible que esa otra gente tenga razón. Yo sé positivamente, como todos los de mi tribu, que tengo la razón en mis gustos y preferencias. La pizza mejor con piña, por ejemplo. Verdad absoluta e inamovible.

¿Con quién os arrejuntáis cuando conocéis a nueva gente? Dudo que lo hagáis por gusto (que tengáis que hacerlo por obligación ya es otra cosa) con gente que tenga opiniones y preferencias muy distintos a los vuestros. Que hay casos, claro. Tengo amigos a los que no les gusta la pizza con piña, pero yo soy magnánimo. Perdono esas cosas. Pero al final, insisto, nos unimos a rebaños con los que nos sentimos cómodos, y aceptamos a gente en el rebaño que nos refuerza en lo nuestro. Yo estoy, por si no lo habéis notado, en el rebaño de las pizzas con piña.

Bromeo sobre ello, pero es un tema delicado e inquietante. El problema no es que nosotros nos construyamos nuestra cámara de eco —que lo hacemos—. El problema es que hace años que internet se ha convertido en una gran cámara de eco personalizada para cada usuario. Facebook nos muestra lo que queremos ver, Google nos muestra lo que queremos ver, y por supuesto Twitter nos muestra lo que queremos ver.

No lo que quizás necesitamos ver. Lo que queremos ver.

Es algo de lo que se habla desde hace años. Al escribir este tema me he encontrado con una charla TED estupenda en la que Eli Pariser, emprendedor y activista, hablaba del término "filter bubble", que es básicamente lo mismo que la cámara de eco. Una burbuja en la que todo está filtrado para ajustarse a nuestras preferencias. La charla, por si queréis verla, está aquí:

Pero me estoy desviando. Lo cierto es que en mi caso esa misma actitud de refuerzo de mis preferencias la llevo (bastante) involuntaria e inevitablemente a todos los ámbitos de mi vida, y desde luego mi cuenta de Twitter es un reflejo de ello. Es mi particular cámara de eco. Sigo a gente y medios que suelen reforzar mi visión de las cosas. A veces pruebo a seguir gente y medios que la desafían de una forma inteligente y se quedan por ahí. Otras, la mayoría, pruebo a seguir a gente y medios que la desafían torpe o irrazonablemente y enseguida dejo de seguirlas.

En realidad estoy exagerando un poco: soy enemigo de extremismos y no creo demasiado en blancos o negros, así que sé perfectamente que puedo estar equivocado en muchas cosas. Soy esa persona que está abierta a que le convenzan (con argumentos razonables) de que lo está. Diría que soy un cabezón que trata de perder discusiones, algo que al menos en mi opinión se ve bastante poco por ahí porque claro, a todo el mundo le mola llevar la razón.

El caso es que hoy escribía una noticia sobre Twitter. Por si no lo sabéis, esta red social va a ofrecer en el futuro —al menos esa es la intención— herramientas para que el usuario que tuitea elija quién puede responder a ese tuit. Puedes elegir que no pueda contestar nadie, que lo hagan solo aquellos a los que mencionas, que lo hagan a los que mencionan y a quienes sigues, y puedes elegir que te pueda contestar todo el mundo, que es la forma actual en la que Twitter funciona.

Me parece una idea estupenda. Convierte al usuario en moderador, sí, pero lo hace de una forma en la que probablemente muchos de nosotros ni siquiera utilicemos porque no tenemos a demasiados trolls en Twitter. Diría que es más para gente con muchos seguidores que suelen tener sus cuentas pobladas de discursos de odio y mensajes bastante infernales, y será en esos casos en los que esas opciones de controlar la conversación serán más útiles.

En Twitter Alejandro me contestaba diciendo que esta opción al final servirá "para tener solamente respuestas que vayan en la misma [línea] editorial de uno". Conversaciones más endogámicas en lugar de esa "magia de Twitter" de la que hablaba y que permitía, según él, enriquecer un debate.

No veo que eso no se pueda conseguir en Twitter con estas medidas. Puede que para ciertos temas quieras incluir en la conversación a cierta gente por que sabes que te apoyan, pero también puedes incluirles porque sabes que no lo hacen: la modalidad de dejar responder a quienes sigues es perfecta para eso: que tú les sigas no significa que piensen lo mismo que tú o que refuercen tu cámara de eco.

Se lo decía a Alejandro al responderle y eso me ha dado la idea del post de hoy. El problema con las cámaras de eco no es que Twitter las refuerce. Twitter es una herramienta como otra cualquiera, así que si uno se construye allí su pequeña cámara de eco —y creo que casi todos lo hacemos— es porque el problema es nuestro. Nos las construimos a todas horas, en todo tipo de escenarios, y en nuestra mano está abrirlas y dejar pasar un poco de aire fresco que abra nuestra visión del mundo con —espero— perspectivas diferentes, razonables y que nos convenzan de que estábamos equivocados. Que nos hagan perder discusiones, insisto.

Dicho lo cual, la pizza, mejor con piña.

Si no gustan las hawaianas ni os molestéis en contestar. Os meteré en el saco de spam sin dudarlo. A ver qué va pasar. Es mi Scattergories cámara de eco y me la llevo.