Black Mirror, todo un descubrimiento

Hace tiempo que oía hablar de algunas series británicas que apunté en el debe, pero curiosamente nadie me había recomendado Black Mirror, que acabé comenzando a ver sin tener ni idea del argumento o el tipo de serie que sería. Y menudo sorpresón. A toro pasado descubrí que la serie había sido una de las grandes revelaciones desde que apareció a finales de 2011, y lo cierto es que no me extraña.
Black Mirror es, sobre todo, original. Y corta, la puñetera. Tres capítulos en la primera temporada, y otros tres en la segunda, que en mi opinión es mucho más floja. Quizás porque precisamente la primera temporada es difícilmente superable, y porque la temática de esos tres primeros episodios es especialmente friki. Muy de aficionados a la tecnología. Y muy merecedora de al menos un post por capítulo.
Si eres usuario de cacharritos y fan de redes sociales o servicios web varios, seguramente le saques mucho más jugo. Sobre todo porque cada uno de los capítulos es una clara crítica a la realidad que vivimos y en la que esos cacharritos y esos servicios web -y algún que otro reality- parecen poseernos (al menos, a algunos) cada vez más. Cada uno en su estilo y cada uno con una temática independiente, lo bordan. Al menos en la primera temporada. Esa, como mínimo, que no os deberíais perder.