Big Little Lies: la serie del año

Big Little Lies: la serie del año
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Leí algo de esta serie a principios de año y me quedé con la copla. A Nicole Kidman la tenía un poco atragantada, pero el trío con Reese Witherspoon y Shailene Woodley parecía prometedor.

Lo cierto es que no tenía ni idea de la trama, así que cuando empecé a verla iba sin ninguna perspectiva. ¿Sabéis esa sensación en cuanto empieza una película o una serie de que la cosa promete? Pues es justo la que desde el primer momento me inspiró 'Big Little Lies', que en mi opinión es la serie del año. Sencillamente fantástica.

A partir de aquí, spoilers.

Repito, spoilers, si no la habéis visto, no sigáis.

Spoiler Alert! Spoiler Alert!

Si os habéis saltado las alertas, o la habéis visto ya, o no os importan los spoilers, allá vamos. Para empezar, el guión es prodigioso. Mordaz y repleto de frases ingeniosas de unos personajes aún más ingeniosos. Diría, de hecho, que no hay ningún personaje que me haya decepcionado en la serie. Es como si el reparto realmente se hubiese convertido en un conjunto coral en el que nadie desentona. Ni siquiera los secundarios, que con sus pequeñas intervenciones siempre aportaban algo.

Aquí las tenéis. Tres estupendas y fabulosas marujis modernas. Excepcionales todas ellas, excepcionales sus locuras.

El desarrollo de la trama es igualmente alucinante. Que todo empiece con la escena de una muerte en la que nunca ves quién ha muerto (no lo sabes hasta los últimos 10 minutos de la temporada) ya es un golpe genial, pero es aún más sorprendente el uso de esos flashbacks a los interrogatorios que van haciendo a los testigos, con declaraciones que no hacen más que centrar o desviar la atención a partes iguales sobre potenciales culpables y víctimas. Ese ir y venir de la trama principal y de todo el desarrollo que acompaña a la historia es sencillamente genial.

En esa trama central es donde encontramos a nuestras tres protagonistas, cada una de su padre y de su madre, cada una con una vida totalmente distinta, y cada una viviendo su particular pequeña gran mentira. Porque eso es lo que transmite la serie: lo de cómo esas vidas aparentemente perfectas no son más que una gran mentira en la que lo de aparentar es lo único que importa. El mensaje es efectivo y aterrador, pero es que ni siquiera lo tienes muy en cuenta hasta que no piensas en ello, porque el desarrollo es pura diversión.

Uno no para de alucinar ante lo estupendamente locas que están y lo fabulosas que son las mujeres de la serie (o la inmensa mayoría para ser más exactos) y lo razonablemente calmados y racionales que son la inmensa mayoría de los maridos y resto de personajes masculinos que actúan en ella. Las situaciones, los diálogos, las distintas formas que tienen cada uno de enfrentarse a sus vidas... es como un micromundo en el que ves buena parte de lo que ves fuera, en la vida real. Es asombroso. Bueno, un micromundo de ricos —esos casoplones con vistas al mar dan mucha, mucha envidia—, pero un micromundo no tan distinto del resto al fin y al cabo.

¿Una familia feliz? Atentos a Adam Scott, el padre, qué crack. Muy como yo, vaya ;)

De hecho 'Big Little Lies' es de esas series en las que uno se ve reflejado en lo que ve a su alrededor —cualquiera que sufra los grupos del cole de WhatsApp coincidirá conmigo—, y sorprende que algo tan cercano quede tan bien transmitido en una serie de ficción que además es extranjera. Como suele suceder, al final todos somos básicamente bastante parecidos, así que nuestras miserias, sean en la ficción o en la realidad, no distan mucho unas de otras.

Lo sorprendente también es lo bien hilado que está todo. Cómo cada conversación, cada pelea, cada encuentro aportasen a la conclusión final, con un golpe de efecto importante —nosotros no nos dimos cuenta de por dónde iban los tiros hasta casi el final del todo— que era como el cierre perfecto para una temporada excepcional.

Y luego, claro, están los personajes. Excepcionales todos ellos, como decía, de principio a fin. Hasta me he "reencontrado" con Nicole Kidman, que hace un verdadero papelón junto a Alexander Skarsgard (hijo de Stellan, algo se le ha pegado, desde luego). Esa primera pareja ya podría dar para una película o serie por sí sóla, porque tanto su interpretación (aquí no se cortan en cuanto a la crudeza de las imágenes) como la trama que hay detrás es fantástica. Como también lo es la segunda pareja protagonista, formada por una Reese Witherspoon hipercontroladora, hiperhistérica e hiperestupenda de cara a la galería, y un Adam Scott con más paciencia que el santo Job y con una capacidad para aguantar a la Witherspoon alucinante. Shailene no tiene pareja como tal en la serie, es madre soltera, pero también borda un papel difícil. Diría que quizás se queda un poco atrás, o al menos yo esperaba más de ella, pero es cierto que su propio personaje luce menos porque es un poco la lúser del grupo.

Guapos y estupendos. Papelazos de él y ella. Espectaculares en la serie, de verdad.

A esas interpretaciones se suman las de Laura Dern —espectacular y en un registro totalmente distinto al que le conocía—, y unos desconocidos para mí Zoë Kravitz, Jeffrey Nordling o James Tupper, que están también excepcionales y que hacen algo muy difícil: que te creas el personaje. Que lo ames o que lo odies. Hay algunos secundarios más menos relevantes, pero aquí también he alucinado con el papel del hijo de Shailene Woodley, Iain Armitage, que me ha parecido que lo bordaba. El enano —que se parece mucho a nuestro Javi, qué cosas— tiene una soltura estupenda, y su papel también ayuda. Los otros niños lucen menos, como la hija mayor de Reese, una tal Kathryn Newton que quizás es la que más flojea de todo el elenco sin hacerlo tampoco mal.

Uno se fija además en cosas como el montaje, igualmente llamativo por esos flashbacks de los que hablaba antes, o la música, con una selección bastante brutal que empieza ya en los créditos. Por cierto, hipnotizados nos quedábamos los dos con la canción del inicio y el particular pase de modelos de las madres y los niños al final de esos créditos. No recuerdo muchos créditos de ninguna serie, pero creo que de esos me voy a acordar mucho tiempo.

No se me dan muy bien las críticas de series, pero si habéis leído hasta aquí y no la habíais visto, la conclusión es clara. Vedla. Todo un descubrimiento. Por el momento, por cierto, no parece nada claro que vaya a haber una segunda temporada, algo normal teniendo en cuenta que la miniserie la adaptación de una novela de Liane Moriarty sin segunda parte.