Bienvenido al horario de los tristes

Bienvenido al horario de los tristes
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Muchos temas que se me han escapado estos días y que por falta de tiempo no me ha dado tiempo a plasmar aquí con mi impepinable prosa tecnológica. Hoy se supone que tengo más tiempo porque oye, nos cambian el horario y tenemos una hora más para dormir o hacer lo que sea. Que parece como un regalito, pero ese regalito sale muy caro

Personalmente no aguanto el horario de invierno. Es un horario de tristes. Uno en el que ya no apetece hacer vida fuera porque cuando puedes hacerla lo normal es que ya sea de noche y haga frío. En el miniresort burgués lo normal es que hibernemos: uno pasa de socializar en la piscina y quedar con amigos en tardes largas y luminosas a quedarse en casa porque fuera está oscuro (y frío) y no mola.

Es algo de lo que hablé en Magnet hace unos años en un breve interludio en ese medio hermano de Xataka. Cuando en la tele se habla del cambio horario siempre se destaca que la teoría es que ese cambio se produce por el ahorro energético, pero ese argumento es ya más un mito que otra cosa.

De hecho todo lo que leo parece indicarme que los beneficios son inexistentes para la mayoría de la gente. Probablemente hay escenarios en los que la cosa sí tiene alguna ventaja, pero para el común de los mortales eso de ir al trabajo de noche y volver al trabajo diría que no da muy buen rollo.

Salvo algunas excepciones mediterráneas, la mayoría de países de la Comunidad Europea votaron de forma aplastante por abandonar el cambio horario en la encuesta de 2018.

Ese parece ser de hecho el sentir popular. La Comisión Europea realizó una encuesta popular en 2018 y los resultados fueron aplastantes: el 84% de los 4,6 millones de votos confirmaron que no querían andar cambiando de hora dos veces al año.

La encuesta fue ratificada en marzo de 2019 en el Parlamento Europeo: 410 votos a favor, 192 en contra y 52 abstenciones dejaban claro que la mayoría de parlamentarios abogaban por elimilar el cambio de hora. Todo parecía hacer pensar que los cambios de hora desaparecerían pronto, pero entonces llegó la pandemia.

Total, que el plan inicial —abandonar los cambios horarios en 2021— quedó aplazado, y como cuentan en El Confidencial no parece haber prisa por retomar el tema ni en Europa ni en España.

El huso horario de España y el horario de invierno hacen que en España el 74% de personas salen de trabajar hasta 3 horas después de haberse hecho de noche. Muchos abogan por hacer que España se sitúe en el mismo huso horario que Portugal por esta circunstancia. Fuente: El Mundo.

Luego está la cuestión de con qué horario se quedaría cada país. Parece que en España tocaría el UTC+1, es decir, que nos quedaríamos con el horario de invierno que hoy ha comenzado. No me mola mucho y en El Mundo ya divagaban con la idea de qué pasaría si viviéramos con la misma hora de Portugal y de nuestas Islas Canarias y anochecería algo más pronto. Yo abogaría justo por lo contrario: por el horario de verano que nos daría más horas de luz por la tarde. El horario de los alegres.

Sea como fuere, hay algo curioso aquí que tardé bastante en descubrir: uno pensaría que los horarios de verano y de invierno duran lo mismo, seis meses, pero es mentira: el horario de invierno dura cinco meses y el de verano siete, algo que al menos nos da un respiro a los que nos gusta que las tardes se alarguen. Que vivan los anocheceres a las 21.00.

Hibernar no mola.

Actualización (01/11/2021): este estupendo hilo en Twitter explica un poco por qué tenemos el mismo huso horario que Francia y Alemania, y diría que apoya la teoría de mantener el horario de verano y no el de invierno.