No me fío de los backups en la nube

No me fío de los backups en la nube
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No es un tema que pille de nuevas en Incognitosis (ya lo comentaba en 2007), pero de cuando en cuando me gusta insistir: haced backups. Metéoslo en vuestras cabecitas, poneos una alerta en el calendario (yo hago un backup manual de Incognitosis a mi NAS cada semana, por ejemplo), y aprovechad todas las opciones que os brindan los tiempos modernos. Que luego pasa lo que pasa.

Ahí son protagonistas los servicios tipo Dropbox, OneDrive, Google Drive y sus muchos competidores, que están tirando los precios continuamente o que regalan gigas y más gigas por las buenas. Todas esas propuestas están muy bien para tener sincronizados ciertos datos en uno y otro lado y poder acceder a ellos en todo momento, pero cuando se trata de cosas más sensibles y privadas la cosa cambia.

Personalmente no soy muy amigo de los servicios en la nube salvo para temas muy concretos. Por ejemplo, documentos e imágenes o vídeos de trabajo, cosas que me viene bien tener a mi disposición en cualquier lugar pero que se salen de mi ámbito privado. Aquí me temo que todo lo que he escrito sobre la NSA en estos dos años me ha hecho ser un poco más celoso de esos datos que las empresas aseguran que nadie puede tocar pero que, indefectiblemente, alguien toca. Está el debate de si mi vida puede o no ser interesante para alguien -aquí os recomiendo el tema que Guillermo Julián ya escribió en julio de 2013- o la simple necesidad de ser yo el que controle ciertos datos.

Y aquí es donde entran en juego los métodos tradicionales. En mi caso, dos. El primero, el NAS que puse en mi vida hace unos años y que ha sido toda una revelación, y en segundo, las copias locales que guardo fuera de casa. Aquí lo más socorrido es tirar de un disco duro externo y dejarlo en casa de tus padres o de algún familiar. Preferiblemente -ya sabéis- con uno con el que te lleves bien, que hay familiares y familiares (e incluso en esos casos, que viva el cifrado, je). Aquí no hay grandes requisitos pero sí recomendaciones. Los discos duros externos están a la orden del día y hay numerosas propuestas, pero si podéis yo tiraría a grandes capacidades y, desde luego, a una interfaz USB 3.0. Hace poco me hice con un Toshiba Canvio Basics de 2 TB (89,90 euros en Amazon) que es además compactito (benditas 2,5 pulgadas) pero aquí, para gustos los colores. En mis pruebas con CrystalDiskMark las velocidades de lectura y escritura son de unos 65 MB/s (aquí es crucial aprovechar el puerto USB 3.0, lógicamente si lo conectamos a un equipo USB 2.0 la cosa baja), más que aceptables sobre todo para esa primera transferencia en la que ocupé más o menos la mitad de la capacidad disponible.

A partir de ahí, hay varios métodos para actualizar la copia de seguridad. En mi caso BitTorrent Sync es una opción muy curiosa, pero al final acabo trayendo y llevando de nuevo el disco duro de un lado a otro cada par de meses sin más. No es un sistema perfecto, eso seguro, pero creo que es bastante aceptable si uno quiere tener ese control que yo busco en mis copias de seguridad.