Audiófilos y el amor imposible a Spotify
No hace mucho hablaba de mi pequeña experiencia con equipos de sonido de alta fidelidad (y calidad) y me declaraba oficialmente un hombre trompeta. Mi sensibilidad auditiva es la de una patata, y no lograría diferenciar un MP3 de un FLAC en la mayoría de los casos.
Pero hay oídos para todos los gustos, y probablemente muchos de ellos hayan asistido con cierto estupor a la aparición de servicios de streaming de audio que presumían de mejores o peores calidades de sonido. El último en saltar a la escena ha sido Apple Music, y eso ha hecho que en The Verge hayan tenido una idea curiosa: un test ciego para valorar si este nuevo servicio (AAC, 256 kbps) sonaba mejor que Spotify (
MP3OGG, 320 kbps) o el llamativo Tidal (ALAC/FLAC, 1.411 kbps) que precisamente parece tener ventaja en este apartado.
La idea es simple: se les ponen tres canciones de tres géneros distintos a varios redactores del equipo sin decirles desde qué servicio de streaming se está emitiendo, y ellos eligen la que creen que es superior en calidad.
En el vídeo la verdad es que uno no se entera mucho de cuáles son las conclusiones de la gente (maldita manía de los yanquis de hablar con el chicle), pero al final el editor principal lo deja claro: no hay ganador claro, y Tidal no solo no muestra ventaja clara, sino que en realidad parece perder en la mayoría de las valoraciones.
El problema no está tanto en la calidad de la emisión como en el público objetivo de estos servicios: la mayoría de los que pagan por ellos los utilizan en el móvil, y cuando lo hacen suelen llevar unos cascos que no son precisamente de audiófilos. Vamos, que son rollo Beats -seguro que visteis el famoso despiece, aunque luego dijeron que era un fake-. El caso es que con un móvil, por muy de gama alta que sea, y unos cascos normalitos, parecía bastante difícil apreciar las diferencias, y eso solo nos puede llevar a una conclusión: que la calidad de audio no debería ser un parámetro si estáis estudiando apuntaros a uno de estos servicios. A no ser, claro, que los utilicéis en equipos de escritorio conectados a sistemas de sonido del copón, claro. Ahí la cosa podría posiblemente cambiar.
Lo que sí que deberíais tener en cuenta es qué aporta cada servicio en otros apartados, y aquí me gustó mucho el artículo que Miguel Ángel Uriondo publicó en su casi recién estrenado nuevo medio, Sabemos Digital, hace unos días.