Atracón de Juegos Olímpicos

Os prometo que yo quería hacer más cosas este mes de agosto. En el trabajo disfrutamos estos días de jornada intensiva así que las tardes iban a ser de lo más entretenidas. Nuestra idea era la de hacer excursiones y aprovechar estos días largos.
Pero claro, está el calor madrileño, que te aplatana y te hacer querer refugiarte en tu rinconcito con tu ventilador de techo (por favor, Nobel al inventor) en lugar de cumplir tus promesas de actividad incesante. Y luego lo otro.
Los Juegos Olímpicos.
Estoy viendo un montón de cosas tumbadito en la habitación. Normalmente solo usamos la tele del dormitorio para ver series o alguna peli antes de quedarnos sopinstant, pero estos días me he hecho profesional del tumbing. Voy saltando de deporte en deporte con una soltura inigualable, y estoy disfrutando como un enano de la ocasión de ver deportes que normalmente no vería.
Me está pasando como hace tres años, con aquellos tristes Juegos Olímpicos de Japón que lo fueron por la maldita pandemia y que aún así disfruté a tope. En lugar de Eurosport, eso sí, lo he visto casi todo en Max, (antes HBO Max), plataforma que desde hace unos meses se ha fusionado con Eurosport y que por tanto me ha ahorrado la necesidad de la suscripción para ver todo lo que quería. La interfaz de Max es bastante curiosa, aunque la de Eurosport, que tenía tablas en esto, tenía detalles útiles como la del medallero.


Pero en esencia es todo lo mismo. Faltan comentarios en muchos deportes porque es inviable tenerlos en todos, pero la calidad de las transmisiones es altísima. Yo me he visto ya unas cuantas horas de esgrima, tenis de mesa, gimnasia artística, voley-playa, voleybol, boxeo, judo, bádminton, natación, tiro con arco, tiro, baloncesto, atletismo, tenis o golf.

Queda alguno por debutar al que le tengo muchas ganas (taekwondo, sobre todo), pero por ejemplo no he visto prácticamente nada de fútbol (mi cupo se cubrió con la Eurocopa, considero la competición de los JJOO como una copa del rey amateur) o de deportes que me parecen más aburridos, como la vela en general, el remo o el ciclismo.

Y en todos y cada uno de ellos, momentos épicos y también terribles. Fotazas por todos lados (las recopilaciones de algunos medios son estupendas, buscad y encontraréis) y, como digo, alegrías y tristezas. Yo me emocioné especialmente con la final de tenis de ayer, el Djokovic - Alcaraz, que me pareció un partido asombroso. Me dio rabia que no ganase Carlitos —si llegan al tercero, otro gallo hubiera cantado, creo yo— pero me alegro mucho por Nole. No es un tipo que haya logrado hacerse querer como Federer o Nadal —chulo esto que escribió Joan Tubau sobre eso mismo hace tres años—, pero los números no mienten. Es el más grande de la historia.

Pero ha habido otros momentazos. El drama también ayer domingo de Carolina Marín —es oro para todos nosotros—fue terrible. En general los españoles estamos viviendo una vez más muchas decepciones. Somos el Atleti de Madrid de los Juegos Olímpicos, diría yo. Es normal: nos hacemos demasiadas ilusiones y no nos enfrentamos a una realidad: las medallas cuestan mucho dinero. Dinero que no se invierte en España, y no podemos competir casi nunca con eso salvo por excepciones maravillosas que dan la sorpresa.

También hay injusticias. Hoy, viendo un poco a Biles en gimnasia rítmica, me preguntaba cómo ha podido quedar segunda en el concurso de suelo. O como los boxeadores españoles no han logrado más, también gracias a los jueces. Me pregunto si no sería útil superponer con IA una cara genérica y un traje genérico a boxeadores y gimnasas para que fuesen juzgados por lo que hacen, no por lo que han ganado antes (o peor aún, por el país al que pertenecen y los inevitables prejuicios de los jueces).
Son pequeñas chorreces que estropean un poco el panorama de unos días espectaculares y que están dando momentos fantásticos. Y los que quedan. Que los disfrutéis.
Os dejo, que voy a practicar el tumbing.