Arruguitas

Arruguitas
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Aviso: recupero este post, escrito hace ya unas semanas (editado ahora ligeramente), y que en realidad no tenía muy claro si publicar o no. Un tema muy fuera del tono habitual, pero que tiene su razón de ser, como comprenderéis al final del post.

Llevo un rato tratando de buscar tema para el post de hoy, pero en realidad tenía uno ya pensado que, eso sí, se sale bastante de la línea habitual del blog. Nada que comentar pues de lo de Vogue o Vanity Fair, que ahora se dedican a hacer (buenas) hagiografías a gurús tecnológicos -Ive en Vogue, Nadella en Vanity Fair, dentro de nada tendremos a Jenaro García en el Hola!- o del singular post que acabo de leer en The New Yorker titulada ‘In Spain, Politics via Reddit‘, y que habla de cómo Podemos utiliza y ha utilizado mucho y bien Reddit para contar con una herramienta de debate y discusión muy asentada y que que yo sepa no es muy conocida por estos lares.

No. Este post va de un tema -más bien deprimente, me temo- que no se me ha ido de la cabeza desde que ayer vi ‘Arrugas‘, una película de animación dirigida por Ignacio Ferreras y basada en la novela gráfica del mismo nombre creada por Paco Roca que podéis comprar en Amazon.

La película es absolutamente honesta, real, conmovedora, dura, cruel y, como decía, deprimente. Y por eso mismo es fantástica a la hora de retratar -como la novela gráfica, supongo- la realidad de los que son los grandes olvidados de la sociedad: las personas mayores. Vaya ese apelativo con mención especial a mi madre, que siempre será la más guapa de todas las madres de los niños del cole, y que no aguanta el ‘Tercera Edad’ que desde hace no mucho ya figura en su Abono Transportes.

Uno de los temas tratados es el del Alzheimer. En mi familia ha habido ya varios casos: dos de mis tíos (hermanos de mi padre) la sufrieron, y aunque mi padre murió por otra causa, estamos bastante seguros de que probablemente hubiera acabado afectado. De hecho, me da la sensación de que yo tengo algunas papeletas, así que tarde o temprano (más bien lo segundo) puede que acabe haciéndome alguna prueba con la que tratar de detectar el tema de forma prematura.

En la película también hay otro protagonista central: el de las residencias

para la tercera edad

de mayores, una realidad que también viví de cerca a través de mi abuela materna -que era una señora abuela-, y ese retrato es, como decía, duro, real, y temible. Porque la misma visión que transmite 'Arrugas' es la que me transmitían a mi aquellas visitas a un tipo de sitio en el que creo que jamás me gustaría acabar.

Tenía guardado un artículo que publicaron hace algo menos de un mes en The Atlantic. Su título, ‘Why I Hope to Die at 75‘,  ya deja clara la temática de un reportaje en el que se valora cuál es la calidad de vida que uno espera tener a esa edad, y si realmente merece la pena seguir dando guerra. Y cito:

Living too long is also a loss. It renders many of us, if not disabled, then faltering and declining, a state that may not be worse than death but is nonetheless deprived. It robs us of our creativity and ability to contribute to work, society, the world. It transforms how people experience us, relate to us, and, most important, remember us. We are no longer remembered as vibrant and engaged but as feeble, ineffectual, even pathetic.

Supongo que lo de los 75 era por decir algo, pero la esencia del artículo era la de que su autor quería asegurarse de que hasta el final de sus días disfrute de su vida. En ese artículo se menciona la eutanasia -difícil debate, pero yo me inclino algo más a su favor-, y ahí vuelve a ser inevitable volver a 'Arrugas' y a esa crítica despiadada a una sociedad que ‘aguanta’ a las personas mayores cuando debería hacer mucho más que eso. Yo soy parte de esa sociedad y tengo tanta culpa como cualquiera, y me pregunto si la tecnología no propone formas de hacer que la vida de nuestros mayores sea mejor. O que la nuestra -y la mía propia- sea algo mejor si conseguimos sacarle algo de partido con algún proyecto que se aproveche del hecho de que al menos los ordenadores ofrecen una herramienta muy accesible para las personas mayores.

Sé de buena tinta que por aquí pasa gente ya madurita (saludos a Pablo, que se anima a comentar a menudo), y me pregunto si esta tecnología que nos rodea y envuelve no podría hacer que nuestros mayores también tengan ahí una forma más de seguir dando guerra. En The Wall Street Journal hablaban este fin de semana de cómo nuestras suposiciones sobre esos señores y señoras ya con mucho camino andado podrían estar equivocadas, y es un texto que gracias al cielo contrasta con esa visión habitual de que esa parte de nuestra vida no parece demasiado halagüeña.  Como otro artículo reciente que, maldita sea, no logro recuperar, y que hablaba de un proyecto en el que personas mayores en Estados Unidos se han unido a una organización con un objetivo curioso: ayudar a estudiar a los más jóvenes, algo que por lo visto tiene un impacto súper positivo en su autoestima y en esas ganas de seguir dando guerra a las que sigo aludiendo. En 'Arrugas' el mensaje es crudo y real, pero solo muestra una cara de la moneda. La otra, espero, es igual de real, pero mucho menos cruda.

P.D.: Va por mi padre, que hoy hubiera cumplido 73 años. El regalo, cómo no, habrían sido libros. Pero de los de papel. Acierto seguro.