Apple y las redenciones (I)

Apple y las redenciones (I)
imacprolarga

Habían pasado unas semanas desde que Harry había visitado al Sr. Cook en su residencia de ancianos en Cupertino, pero en realidad a Harry le pareció que había hablado con él ayer. Nada había cambiado en las modernas instalaciones que se mantenían a una temperatura perfecta y en las que el minimalismo era la norma.

—Buenos días, señor Burns —dijo una robot-enfermera tras un escaneo instantáneo de Harry— Me llamo Norma, ¿en qué puedo ayudarle?

—Vengo a ver al Sr. Cook, me está esperando. Por cierto, Norma, ¿qué tal, tienes noviete? —a Harry le gustaba poner a prueba a los motores de IA de estas últimas generaciones de robots.

—Pues sí. Se llama Mike y es un robot-policía que está cuadrado —contestó Norma adaptándose rápidamente a la conversación —. Igual quiere comentar este curioso interés suyo por mí con él.

—Ehm... no, gracias, Norma. En realidad soy un hombre felizmente casado. Era por tontear un poco.

—Lo sé. Sally Albright, dos hijos, viven un bajo con jardín en Palo Alto, y tienen unos ingresos anuales de...

—Oyeoyeoye para el carro, Norma. Hablar de dinero está muy feo. Sobre todo si uno habla de lo que gana un periodista tecnológico.

—Por supuesto Sr. Burns. ¿Quiere ir a ver ya al Sr. Cook?

—Por favor —dijo Harry.

Tim Cook, ex-CEO de la extinta Apple, le esperaba en su habitación,  que por supuesto tenía unas vistas especiales del Apple Park. El cuartel general que Apple inauguró en 2017 seguía siendo una de las atracciones turísticas de la zona, convertido ahora en museo y en recordatorio constante —el Sr. Cook se estremeció al pensarlo una vez más— de que incluso los gigantes pueden caer. Cuando Harry entró a la habitación, el Sr. Cook estaba de buen humor.

—Buenos días, Harry —dijo, estrechándole la mano.

—Buenos días, Sr. Cook. Le veo bien.

—Es que hoy me toca hablar de WWDC 2017, ¿no es así?

—Correcto, quería repasar aquel evento que por primera vez en años pareció por fin aportar algo de luz a la compañía.

—Sí. Lástima que aquello no acabase durando —comentó Cook con una expresión sombría. Se recuperó al instante —. Pero de eso podremos hablar otro día. Hoy toca recordar aquellos buenos momentos.

—Me parece fantástico. Recuerdo bien el comienzo de aquel evento vertiginoso. Usted empezó con un "Tenemos un montón de cosas de las que hablar hoy, insisto, un montón".

—Y las teníamos, desde luego. Lo demostramos a lo largo de toda la conferencia y de los meses siguientes.

—Aunque el principio de la conferencia fue un poco aburrido, debo decir. Actualizaciones menores de tvOS y watchOS.

—Como usted imaginará, esos dos desarrollos no eran el foco del evento, ni tampoco de nuestros esfuerzos. En tvOS llegaba el soporte de Amazon Prime Video, algo de lo que no podían presumir por ejemplo los dispositivos basados en Android.

—Sí, lo recuerdo. Por entonces no se podía hacer casting con el Chromecast: o te comprabas el Amazon Fire TV Stick, o lo tenías crudo. Desde el ordenador sí se podía, pero claro, era una gaita.

—Exacto. Aquello aumentó la propuesta de valor del servicio, aunque en realidad nuestra apuesta por la televisión era una vez más errónea. Llegábamos tarde para competir con Netflix, que dominaba el panorama de forma aplastante.

—Podrían haber hecho algo parecido. Por dinero no sería —comentó Harry.

—Puede, pero lo cierto es que nunca tuvimos interés en ello. Nunca fuimos una empresa productora de contenidos propios. Era mucho más fácil actuar como intermediarios de los de otros. Puede que perdiésemos una oportunidad ahí, pero actuar como puente a otros servicios no iba mal del todo. Sea como fuere, insisto, aquella no era nuestra guerra.

—Tampoco parecían serlo los relojes, por lo que recuerdo.

—Ahí se equivoca usted. El Apple Watch se vendía como churros. Al menos, relativamente, porque era el wearable más importante del mercado. Es cierto que en aquel momento no se le podía sacar mucho más partido, pero al menos seguíamos mejorando el software.

—Uy sí, lo recuerdo, en lugar de Minnie ya podíamos poner a Woody, Jessee y Buzz Lightyear —dijo Harry midiendo al Sr. Cook. A ver cómo respondía, pensó.

—Menos guasa, Harry. Para empezar, la relación con Disney era inmejorable. Y además, eso le daba un toque simpático a los relojes. Esa crítica es un poco cansina: uno podía poner cualquier otro diseño en el reloj, al fin y al cabo. Pero es que además el objetivo del Apple Watch se iba fortaleciendo.

—Por supuesto, lo decía para darle salsa a la entrevista, Sr. Cook, ya me conoce. Sea como fuere, watchOS 4 tampoco era nada del otro jueves, ¿no cree?

—Bueno, estaba claro que el segmento de los smartwatches estaba en un momento difícil: apostar más a ese sector era absurdo, así que reforzamos las áreas en las que estaba claro que el dispositivo se comportaba bien: notificaciones y seguimiento de la actividad deportiva.

—Y aún así, esos dos primeros anuncios eran los entremeses.

—Por supuesto. A partir de ese momento llegaban los platos fuertes, y entre ellos, el dedicado a los Mac.

—Los Mac, los grandes olvidados durante mucho tiempo. Les habían caído fuertes críticas por esos MacBook Pro que nadie entendía, pero también por la falta de renovaciones de sus Mac Pro.

—Nuestro error fue apostarlo todo al iPhone. El Mac ya no era importante, y eso se dejaba notar tanto en el sistema operativo como en los ordenadores de sobremesa y portátiles que lanzábamos. Jonny y su obsesión por el diseño no nos ponían las cosas fáciles.

—Supongo que se refiere a Jon Ive

—Por supuesto. Acabé un poco hasta las narices de él, la verdad . Tanto que ni siquiera salió en ningún vídeo del evento.

—Anda, es cierto. Curioso, desde luego, aunque no mucha gente se dio cuenta de la ausencia de esos vídeos "zen" del Sr. Ive.

—Bueno, hasta para eso quisimos dar un respiro a los usuarios y volver a un enfoque más convencional. Uno que sabíamos que muchos de nuestros usuarios buscaban en nuestros equipos.

—Pues no empezaban muy bien con High Sierra. Vaya con el nombrecito.

—Cuando Craig [Federighi] lo propuso, ninguno estábamos demasiado convencidos, pero al fin y al cabo, él era Hair Force One. Lo aceptamos.

—Pues en la audiencia se debieron creer que era una broma, porque en aquel momento hubo risas por doquier —comentó Harry.

—Cierto, lo recuerdo —respondió Cook esbozando una sonrisa —. Lo importante no era el nombre, aunque en realidad el sistema operativo ya estaba demasiado mascado. No había mucho que rascar, así que nos centramos en mejoras llamativas en algunas áreas. Safari volvía a ser estandarte de la velocidad y la privacidad (bloqueo de vídeos y de anuncios), y en Mail llegaba la vista dividida para responder a correos mientras veías los originales a un lado. Y en Photos teníamos un nuevo diseño y reconocimiento facial más avanzado y no tan intrusivo, además de una mejor edición de fotos.

—Como usted comprenderá, ninguna de esas mejoras era realmente espectacular para la gente. De hecho, no eran mejoras al sistema operativo, sino a algunas de sus aplicaciones nativas, muchas de las cuales no eran las herramientas por defecto para gente que usaba otro navegador y clientes de correo web como Gmail.

—Bueno, todo suma, ¿no cree usted? Y sí que integramos mejoras en el sistema operativo: el sistema de ficheros APFS hacía por fin su debut, y también iniciábamos el soporte a la realidad virtual con la ayuda de Steam VR.

—Me perdonará usted, pero eso son minucias.

—Eran avances. No especialmente llamativos, pero como le digo, macOS ya estaba muy maduro tras más de 15 años en el mercado. De nuevo, el foco no estaba tanto en el software como en el hardware. Esa era la verdadera sorpresa del evento.

—Lo recuerdo bien. Aunque la cosa no era especialmente sorprendente al principio.

—Bueno, nos gustaba ir de menos a más. Actualizamos los iMac y MacBook Pro con los procesadores Kaby Lake, mejorábamos el almacenamiento, e incluíamos dos puertos Thunderbolt 3.

—Sí, pero de entrada de vídeo para usar las pantallas como monitores externos de otros ordenadores nada.

—Qué le puedo decir. Así hacíamos las cosas en Apple.

—Sí, lo de las lentejas.

—¿Qué lentejas? —preguntó el Sr. Cook extrañado.

—Pues eso, que son lentejas. O las comes o las dejas. Con ustedes siempre era lo mismo.

—Cierto, pero eso nos permitía ofrecer una mejor exp... —Harry le cortó.

—No siga por ahí, Sr. Cook, que ya sabemos cómo acabó todo. Mejor continúe con el evento.

El Sr. Cook se detuvo unos instantes. Aquel mensaje que había dado tantas veces se había acabado volviendo contra ellos. Más control, mejor experiencia de usuario: durante años Apple convenció a los usuarios de que ese era el camino. Luego todo se torció. Cómo no supieron verlo.

—¿Está usted bien? —preguntó Harry preocupado.

—Sí sí, perdone. Estaba reflexionando sobre lo que usted decía. Tiene razón, pero entonces no pudimos ni supimos verlo. Como usted dice, eran lentejas, y nos iba muy bien con ellas.

—Desde luego. Hasta que dejó de irles bien. Pero sigamos: también actualizaron los MacBook y los MacBook Pro.

—Sí, actualización menor, procesadores Kaby Lake de nuevo y mejores unidades SSD. Pero ojo, que también actualizamos el MacBook Air.

—Esa es una de las preguntas que quería hacerle, porque recuerdo que muchos esperábamos una pantalla Retina de una vez en esos equipos legendarios. ¿Le tenían manía al equipo, o qué?

—En absoluto. El MacBook Air me parecía un portátil fabuloso, pero financieramente no tenía sentido incluir una pantalla Retina. Incrementaría el coste y convertiría a este portátil a una opción más barata a los MacBook Pro y más potente que los MacBook, que eran los equipos por los que estábamos apostándolo todo.

—Porque eran mucho más rentables, ¿correcto?

—Por supuesto. El margen de beneficio con los MacBook y los MacBook Pro era asombroso. Con los MacBook Air la cosa cambiaba, pero gracias a dejar el portátil "capado" nos podíamos permitir seguir vendiéndolo para los que estuviesen interesados sin perder demasiado por el camino.

—Poderoso caballero es don dinero, Mr. Cook.

—No sea ingenuo, Harry. Apple era una empresa, y las empresas tienen que ganar dinero.

—No a costa de todo y de todos. No a costa de unos usuarios para quienes el MacBook Air fue el mejor portátil de la historia. Perdóneme de nuevo, pero aquello fue una muestra absoluta de racanería y de falta de mimo. Podían haber hecho mucho más con el MacBook Air. Debían haberlo hecho. Y no era tan difícil. Así les fue.

—Es fácil decirlo a toro pasado, Harry, pero aquella era nuestra forma de ver las cosas. Había que seguir haciendo caja, esa era mi obsesión.

—Bueno, dejémoslo. Al menos tenían aquel as guardado en la manga. El iMac Pro. ¿Por qué lanzaron aquel equipo, ustedes que parecían no escuchar nunca a nadie e ir completamente a su bola?

—Durante muchos años pudimos hacer lo que quisimos: daba igual lo que les diésemos a los usuarios. Recuerdo cuando Steve [Jobs] anunció la llegada del corta&pega al iPhone como algo revolucionario. La gente ni se daba cuenta de cómo controlábamos la evolución y el ritmo de las mejoras. Siempre de forma muy gradual, guardándonos ases en la manga por si surgía la necesidad. Eso fue el iMac Pro. Uno de esos ases en la manga.

—¿Necesitaban corregir el rumbo?

—Así es. Aunque el Mac había dejado de ser importante para nosotros, seguía siéndolo para muchos usuarios. Lo habían demostrado con las críticas al Mac Pro, por ejemplo.

—Que por cierto, demostró ser una cagada. Con perdón, Sr. Cook.

—Dígaselo a Jonny. El equipo sirvió para ponernos al frente del diseño tecnológico, pero cometimos errores clave que hacían muy caro actualizarlo y ofrecer nuevas versiones a los usuarios. No entendimos que la gente quería ampliar sus equipos, y de hecho eso era algo que pensábamos que la gente no quería hacer en nuestros productos.

—Pero en este equipo eso era vital, como se demostró.

—Sí, y eso acabó haciendo que diéramos marcha atrás. Anunciamos una renovación del Mac Pro con un nuevo diseño que sobre todo apostaría por la modularidad.

—Lo recuerdo, lo recuerdo. Lo gracioso es que no daban ningún dato más. Ni especificaciones, ni diseño, ni precio, ni fechas. Aquello no era más que vaporware. Pero como venía de Apple, la gente se lo tragó, claro.

—Contábamos con ello, pero quisimos aliviar la espera. Por eso el iMac Pro. Un equipo totalmente aspiracional, muy alineado con nuestra forma de hacer las cosas. Aquella máquina era bestial para la época.

—También en precio.

—No para nosotros. Recuerde, ofrecíamos una mejor exp... —Harry volvió a cortarle.

—Oiga Sr. Cook, no me venga otra vez con lo mismo. Que ya nos conocemos.

—Uy, disculpe. Es la costumbre de defender a Apple a capa y espada.

—El equipo era carísimo. Y además estaba condenado por el mismo problema que los Mac Pro: no podías ampliarlo.

—Cierto y cierto, pero como le digo, precisamente por eso estaba alineado con nuestra forma de hacer las cosas y de verlas. Era un producto "lógico" para nosotros.

—Que de nuevo, tardaría en llegar y lo haría de forma limitada.

—Una vez más, insisto: aquella era nuestra forma de hacer las cosas, y a la gente no le importaba. O al menos no le importó durante bastante tiempo.

—Hasta que sí lo hizo, claro.

—Exacto.

El Sr. Cook se quedó una vez más pensando. Harry recordaba las sensaciones vividas durante aquel evento: el iMac Pro tenía todo lo que solían tener los productos de Apple. Impresionaba en la keynote, pero cuando uno mascaba las novedades se daba cuenta de que las sombras eran a menudo más grandes que las luces. A los usuarios de aquel ecosistema extinto no les importó durante años sacrificar libertad, opciones y dinero para acceder a esa "mejor experiencia de usuario", pero como ocurre siempre, algo ocurrió. Algo que acabó con el imperio Apple. Quizás algún día hablara de ello con el Sr. Cook, que ahora estaba visiblemente cansado.

—¿Cómo está usted, Sr. Cook?

—Lo cierto es que estoy algo cansado —admitió.

—¿Le parece que continuemos mañana? Así podrá usted coger fuerzas para hablar de iOS 11, de los iPad y, por supuesto, del HomePod.

—Perfecto, Harry. Le espero mañana a la misma hora —dijo el Sr. Cook mientras hacía un gesto táctil en su muñeca.

—Hasta mañana.

Norma se presentó al instante respondiendo a ese gesto del Sr. Cook, y escoltó a Harry hasta la salida de la residencia. Harry iba pensativo, y ni siquiera prestó atención a la despedida de la robot-enfermera.

—Sr. Burns, le he contado a Mike lo de su interés por mí y ha cortocircuitado. Estoy libre esta tarde.

—Ehm... sí, gracias Norma. Gracias. —contestó Harry, absorto.

Norma se dio cuenta de que el momento bromas había terminado. Mandó un SIGKILL al proceso encargado del tono humorístico y volvió a su trabajo, como casi siempre, en silencio.

La segunda parte de la historia, aquí.